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Manuela Beltrán, la santandereana berraca

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En Nueva Granada, donde no se alcanzó a implantar el sistema de Intendencias, se optó por el de Regentes Visitadores; correspondió a Juan Gutiérrez de Piñeres ser el primero. Éste fue nombrado por la audiencia Visitador General, y llegó a Santa Fe de Bogotá en enero de 1778 portando plenos poderes de Carlos III para la reorganización de la Real Hacienda.

El entonces virrey, Manuel Antonio Flórez, que se había trasladado a Cartagena para atender la guerra recién declarada contra Inglaterra, delegó todos los poderes en la Audiencia y en especial en su Regente.

Con el régimen de intendencias se transformó la organización administrativa y espacial de las colonias, se limitó la autoridad de los virreyes, y las tierras comunales fueron recortadas o expropiadas y las comunidades indígenas trasladadas. En la ejecución de estas reformas tuvo un lugar importante la presencia del Regente VisitadorGutiérrez dePiñeres, portador del nuevo paquete reformista enviado desde España.

La mujer santandereana siempre se ha distinguido por su coraje, por su ardentía y mucho más cuando se trata de defender los intereses de su comunidad, de su familia. La situación económica no era muy holgada y el excesivo cobro de impuestos hacia prácticamente imposible responder por las necesidades de los hijos; La tradición política de los criollos, expresada en la ocupación de cargos burocráticos de importancia, comenzó a ser sustituida por la presencia de un número cada vez más grande de funcionarios provenientes de España. El régimen fiscal general fue ajustado para lograr un riguroso recaudo de los impuestos sobre la producción y consumo de tabaco y aguardiente. También se elevó el cobro del impuesto de la alcabala, que grababa el ingreso y la salida de bienes comerciables.

Por la época las familias eran muy numerosas y el hombre, acostumbrado a las faenas del campo muy poco podía aportar; prácticamente eran las mujeres las que sostenían la obligación, bien en los tejidos de sombreros o bien en la elaboración de cigarros.

El virreinato de la Nueva Granada, al igual que las demás colonias españolas en América, se vio afectado por las importantes reformas que el régimen borbónico quiso introducir en su afán de modernización. El punto medular de estas reformas apuntaba a devolverle la concentración del poder a la metrópoli y a solventar los gastos producidos por las guerras imperiales.

Entre las medidas fiscales introducidas por la Audiencia estaba el cobro de una larga serie de impuestos que por diferentes motivos no se pagaban, entre ellos el de Armada de Barlovento, cuyo cobro se decidió efectuar separado de la Alcabala.

Fue contra esta medida que una mujer, Manuela Beltrán acaudilló la rebelión del 16 de marzo, día de mercado público.

De su vida se sabe poco y solo hay indicios de que Manuela nació en Charalá (Santander) en el siglo XVIII, y que pertenecía a una modesta familia descendiente de españoles, que manufacturaba tabacos y poseía una tienda de efectos de Castilla. Era "una mujer del pueblo", pero con la diferencia de que sabía leer lo suficiente para conocer el texto del edicto sobre los nuevos y excesivos tributos notificados por el visitador-regente Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres.

Manuela Beltrán pasó a la historia de la Nueva Granada el 16 de marzo de 1781, cuando, con 57 años, rompió el edicto del Ayuntamiento de El Socorro por el cual se fijaba el impuesto de Armada y Barlovento.

La insurrección se extendió como la pólvora por todo el nororiente del Virreinato, pasando luego al centro y occidente del mismo. El pueblo, que gritaba "¡Viva el rey y abajo el mal gobierno!", eligió como general a Juan Francisco de Berbeo, que junto a Salvador Plata, Antonio Monsalve y Francisco Rosillo constituyó una Junta revolucionaria llamada del Común, de donde se derivó el apelativo de rebelión o insurrección comunera. El precursor Francisco de Miranda, que desde Europa siguió muy de cerca este levantamiento popular, menciona a Manuela Beltrán como la viejecilla que inició tan sonada rebelión.

Si bien dicho evento constituyó la chispa que desató la llamada revolución comunera, revolución que se extendió por territorio neogranadino desde Mérida en Venezuela, hasta Pasto en Colombia, creándose una conciencia en el pueblo contra el gobierno colonial de la época. Manuela, como la Gaitana, -heroína indígena del siglo XVI, quien logró congregar más de seis mil indios para atacar a Pedro Añasco, conquistador español que desafió a los de su raza-, hasta esa época, fueron las mujeres más destacadas de la historia colombiana por su valentía al ser las primeras capaces de desafiar la corona española.

De Manuela nunca más se volvió a sabe; mujer humilde, como todas las criollas de su época, llegó, prendió la hoguera, la dejó encendida y desapareció sin dejar rastro. Fue resucitada por la historiografía del siglo XX como símbolo del nacionalismo prerrevolucionario y considerada la primera heroína santandereana de la lucha emancipadora.

 

 

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