Blanca Inés Prada Márquez
Filósofa, Historiadora - Bucaramanga, Colombia
En días pasados los medios de comunicación nacionales e internacionales comentaron que Colombia, según la última encuesta sobre FELICIDAD, estaba considerado el país donde la gente era más feliz.
Confieso que no podía creerlo, con tantos niños maltratados y muertos cada día, con tanta inequidad, tantos crímenes, tanta injusticia social, tanto maltrato a la mujer, tantos ladrones de cuello blanco, en fin, tantas malas noticias que nos transmiten a diario los noticieros ¿Cómo puede uno ser feliz? Me preguntaba yo y creo que más de uno lo ha hecho.
Pues bien, creo que encontré la respuesta en un cuentico del gran escritor ruso León Tolstoi (1828 – 1919), uno de mis autores preferidos, cuyas obras uno no se cansa de releer. Ahí les trascribo el cuentico, espero que lo disfruten.
EL ZAR Y LA CAMISA
Había una vez un zar que estaba muy enfermo. Un día hizo saber a sus súbditos:
- “¡Daré la mitad de mi reino a quien me cure!”.
Entonces todos los sabios se reunieron para tratar de curarlo, pero ninguno supo cómo hacerlo. Sólo uno de ellos, muy anciano, les comunicó:
- Haced saber al zar que únicamente existe una forma en la que podría recuperar la salud: “Si se encuentra un hombre feliz sobre la tierra y le ponen su camisa al zar, este se curará”.
El zar ordenó que buscaran a un hombre feliz por todo el mundo. Sus enviados recorrieron todos los países, pero no hallaron lo que buscaban. No había ni un solo hombre que estuviera contento con su vida. Uno era rico, pero enfermo; otro estaba sano, pero era pobre. Y el rico y sano, se quejaba de su mujer o de sus hijos. Todos deseaban algo más y no eran felices.
Un día, el hijo del zar pasó por delante de una pobre choza y oyó que en su interior alguien exclamaba:
- “Gracias a Dios he trabajado, he comido bien y ahora puedo acostarme a dormir. Soy feliz, ¿qué más puedo desear?”
El hijo del zar se llenó de alegría e inmediatamente ordenó que le trajeran la camisa de aquel hombre, para llevársela a su padre, y que le dieran a cambio todo lo que quisiera.
Los soldados entraron a toda prisa en la choza del hombre feliz para quitarle la camisa, pero se sorprendieron al descubrir que aquel hombre era tan pobre, que ni siquiera una camisa tenía.
NOTA: En Internet pueden encontrar varias traducciones del cuento, yo escogí la más sencilla tomada de: VARIOS. Cuentos del dinero, la riqueza y el poder, selección de cuentos por Elkin Obregón, editorial Confiar, Medellín, 2004.