Autor: Gustavo Álvarez Gardeazábal - Escritor - Tuluá, Colombia
Muy al contrario de lo que el presidente dice, los colombianos sabemos que más temprano que tarde el gobernante terminará conversando con las llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia.
Y lo hará porque así lo han hecho con todos históricamente. Primero, el gobernante los califica de bandoleros, después de asesinos, luego de extorsionadores, enseguida de narcotraficantes y -por último- los sienta en La Habana o en Tlaxcala, en Caracas o en Toribío y los pone a conversar.
En esta oportunidad hay un ingrediente nuevo. Como las Autodefensas Campesinas Gaitanistas fueron constituidas por saldos de las últimas guerras que el país ha finalmente negociado, los gobernantes no les aceptaron el nombre de gaitanistas, (miedo a los liberales), les endilgaron el de urabeños y cuando las gente de Urabá se emberracaron, llegaron a un acuerdo para llamarlos “el clan Úsuga”
Al hacerlo de esta manera los criminalizaron, les cerraron la puerta mediática a ser reconocidos políticamente y montaron una y otra operación buscando dizque aniquilarlos como en el pasado intentaron con Farc, Elenos, Epl, M-19 y otros, para después sentarse a conversar
Pero con un paro cargado de la fuerza inaudita que tuvo el de la semana pasada. Y con un gobierno tan frágil, que no le pega a una y -sobre todo- que perdió la credibilidad del ciudadano común, eso de aniquilar a los gaitanistas a punta de palabras dándole denominación de banda de delincuentes, no se la cree nadie porque a los demás los trataron igual y vea donde fueron a terminar: conversando.
Ya se oyen voces como las de Abelardo de La Espriella para que el gobierno converse y evite lo que podrá venirse. La historia lo dirá. Nosotros apenas miraremos.