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Mijo: Mientras descansa, vaya y me ensilla el caballo...

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Autores: Álvaro Serrano Duarte - Juan Carlos Rueda Gómez

Jaime Rueda Guarín

Uno a uno van llegando los nuevos doctores al elegante salón de un exclusivo club de Bogotá. Son muchachos que irradian alegría y orgullo. Es viernes, y por doquier se ven hombres y mujeres muy elegantes. Cada uno va a cumplir una cita social, política o económica trascendental.

Los graduandos, diecisiete en total, van entrando a un pequeño salón especialmente dispuesto para el evento. Es la despedida de la promoción de Odontólogos de 1962 de la Universidad Javeriana, el más elitista claustro de Colombia, donde estudian los hijos de las más prestantes y adineradas familias.

Jaime es el único del grupo que no es socio del club. Pero no por ello deja de ser el centro de las. atenciones de sus compañeros y ahora colegas, quienes han aprendido a quererlo y admirarlo durante los cinco años de estudios, por su excelencia académica, que le hizo merecedor de la exención de presentar la tan obligada tesis de grado, una distinción otorgada únicamente al mejor alumno de la facultad.

De los cincuenta que iniciaron, sólo ellos —diecisiete— recibieron el título; únicamente Jaime y otro compañero fueron distinguidos con placas a la Excelencia Académica por ser los únicos que no reprobaron una sola materia en toda su carrera. Eso, de por sí, es toda una odisea admirable.

El alto nivel del pénsum en cada área y la rigidez de los catedráticos, han representado un gran reto que ellos afrontaron con valentía hasta llegar al éxito.

Por ser el claustro universitario de la crema y nata de la sociedad colombiana, han salido la mayoría de ministros, dirigentes políticos, eminentes científicos y hasta presidentes de la República, el trato académico resulta ser igualitario. Allí no es posible obtener prebendas o tratos preferenciales por tener tal o cual apellido y mucho menos haciendo ostentación de poderío económico.

La música de Elvis Presley, Bill Halley y sus Cometas, Louis Armstrong, Duke Ellington y Ella Fitzgerald invade el lujoso salón que tiene decoradas sus paredes con exquisitas pinturas; costosas alfombras cubren sus pisos; los asistentes están sentados en cómodas poltronas, atendidos por elegantes meseros que sirven finos licores y exquisitos bocados. Jaime y sus compañeros brindan por la proeza que han logrado y se desean lo mejor en la nueva etapa que comienzan.

Para la época, ser "doctor" era una dignidad que sólo estaba al alcance de miembros de las más prestigiosas familias. Jaime recuerda a un primo suyo, a quien hasta sus padres y hermanos debían llamarle "Doctor Roberto".

Es este trato reverencial el qué elevó a la categoría de "altas personalidades", aún por encima del mismo Alcalde, a los médicos y a los sacerdotes. Su condición de "doctores" les otorgaba el poder de resolver cualquier enigma o establecer paradigmas.

Se recurría a ellos por su sabiduría en todas las áreas, lo que los encumbraba a la calidad de casi "dioses", que determinaban hasta el estado de vida o muerte de las personas, como el caso de aquel que habiendo sufrido un ataque de catalepsia fue declarado muerto por el médico y recibió los santos óleos del cura.

Camino al cementerio, quienes cargaban el ataúd comenzaron a sentir que el "cadáver" se estremecía y desde el interior de la caja salían espantosos gritos de desesperación y auxilio. Descargaron el sarcófago y procedieron a abrirlo.

El "muerto" se levantó alegando, que estaba vivo. Pero uno de los acompañantes gritó:

—El Doctor y el Cura dijeron que usted está muerto...por eso lo vamos a enterrar. ¡Cierre la jeta, que usted no sabe más que ellos!

De tantas investigaciones sociológicas sobre las razones que inspiraron al común de los colombianos a matarse entre si tras el asesinato de Gaitán, posiblemente no se haya analizado un elemento clave: su calidad de "Doctor".

Los medios de comunicación sólo titulaban: "Mataron. al Doctor Gaitán". Aun parezca un descabellado concepto, únicamente se puede comprender, si se conoce profundamente la posición social de quien en esa época ostentara tal título.

Aún conservamos en nuestro subconsciente la idea de que la etiqueta de prevalece por encima de la profesión que se ejerza. Por eso no se dice que fulano es, médico, abogado, ingeniero, arquitecto u odontólogo. Simplemente se le dice “Doctor", a diferencia de otros países donde sólo es "doctor" quien profesa la medicina.

Desde el mismo momento en que hacía fila para el examen de admisión, Jaime se percató de las equivocadas concepciones que nos formamos de las cosas y las personas.

Iba impecablemente vestido con un elegante flux, que se suponía correspondía a la condición de un aspirante a ingresar a tan prestigioso centro universitario; con lustroso zapatos nuevos, bien afeitado y con corte de pelo bien bajo.

—Pues, creo que con Jaime no se puede aplicar el dicho aquel de que "estudia tanto, que no le queda tiempo para aprender... "—terció el profesor Rafael Barrientos, acercándose al grupo de estudiantes—.

De 70 años de edad, la mayor parte de los cuales los ha dedicado a la docencia, el Doctor Barrientos es una verdadera institución viviente en el campo de la medicina.

Durante las prácticas forenses ha demostrado a sus alumnos que lo contenido en las enciclopedias y libros especializados, no necesariamente debe ser tenido como una verdad absoluta e inmodificable.

En una ocasión, en el anfiteatro, el Profesor Barrientos ordenó a sus álumnos que hicieran una disección de cuello en el cadáver. Por ser el mejor de la clase, le correspondió hacerlo a Jaime. Cumplida la orden, el maestro levantó los brazos dramáticamente:

¡Les ordeno que se detengan inmediatamente! Rueda: váyase a la rectoría y traiga papel con membrete.

El joven, asustado y sin entender lo que ocurría, sólo atinó a obedecer. Al regresar con las hojas, el profesor les solicitó que hicieran una descripción de las partes intervenidas que se hallaban ante sus ojos. Cuando llegaron a determinado ligamento que brotaba del cuello, el maestro volvió a gritar:

¡Alto! ¡Alto! ¡No escriban más! Esa es la fibra nerviosa de la que ningún anatomista en el mundo entero hace mención en sus prolijos tratados. ¿Cuál es la lección que podemos aprender-de esta demostración?

—¡Que no podemos tragar entero! Gritaron todos en coro, porque ya sabían que el eminente catedrático era un ferviente defensor de la tesis de que "Nadie enseña a nadie. El que quiere aprender, es quien descubre"—.

En la fiesta, el profesor se mostraba muy sonriente. Estaba feliz de poder entregar al mundo un nuevo grupo de excelentes profesionales. Con ademán paternal abrazó a los dos muchachos más cercanos y con tono quedo, como si fuera a decirles un secreto, hizo qu, los demás se inclinaran hacia él para que pudieran oírle:

—Los felicito a todos. Es posible que sean los últimos de una raza de hombres con formación integral. Para los próximos años se avecina una fractura del conocimiento humano: la especialización o atomización de todas las ciencias.

Tal vez para atender a un paciente se requiera un ejército de especialistas en áreas determinadas. Si no muere por la enfermedad, lo mata la cuenta de cobro.

Todos los estudiantes que le escuchaban asintieron. Lo hicieron sin comprender realidad de sus palabras. Una realidad que sólo los sabios son capaces de Vaticinar.

Hoy vemos que la antigua profesión de odontología se ha dividido en ramas com Periodoncia, Cirugía Oral Maxilofacial, Cosmetología Dental, Estomatología, Ortod-Implantologia, Patología Oral, Endodoncia, Ortopedia Maxilar, Prótesis Dental.

Algo que puede explicar por qué la juventud actual es más licenciosa: su mente no se mantiene ocupada. Hay mucho tiempo para el ocio y la consiguiente tentación a experimentar actividades viciosas.

Esto también explica la falta de capacidad para realizar tareas distintas a las aprendidas. Para Jaime, esa perspectiva de la vida —la de asumir el trabajo como una diversión— es la que permite al hombre realizar cualquier tarea, por humilde o sencilla que sea; también lo prepara para afrontar grandes retos que exijan mucho esfuerzo.

Jaime regresa a El Socorro. Junto a sus padres y hermanos decide partir a Barranquilla donde ejercerá su profesión de Odontólogo independiente por más de 25 años.

Alternando su actividad profesional con la ganadería, va desarrollando una brillan carrera como dirigente gremial; durante cuatro períodos consecutivos ha sido elegido Presidente del Consejo de Administración de Coolechera, la cooperativa más grande de la Costa Atlántica y la segunda a nivel nacional.

Aunque hace muchos años no visita La Fuente, donde nació el 11 de febrero de 1939 el amor por su pueblo se mantiene latente y lo manifiesta contribuyendo con las obra beneficio comunitario que desarrollan sus paisanos.

Junto con los logros profesionales y gremiales, su máxima satisfacción es el hogar formado hace 32 años con Leonor Ramírez. Son sus hijos, Jaime José, Ingeniero Civil radicado en los E. U.; Mónica Leonor, Abogada; y Javier Aníbal, Economista.

En su oficina se palpa fácilmente la atracción que siente hacia la ganadería: .en 1 paredes-cuelgan cuadros de hermosos ejemplares de la raza cebú, su favorita, y ya casi no caben los galardones y' trofeos obtenidos en las más importantes ferias del país.

Miembro de la Junta Directiva de la Federación Nacional de Ganaderos, Fedegan, Jaime Rueda Guarín ha sido un consumado defensor de los valores morales que mantienen la autoestima colectiva de una nación.

Por eso, promueve constantemente la defensa de la actividad ganadera por ser ella la que puede doblegar una de las causas de la guerra que actualmente libra el país, como es el hambre.

Condena la falta de apoyo gubernamental a la actividad ganadera ya que no existe una política de promoción de actividades que conduzca al desarrollo tecnológico e investigativo de mejoras productivas, tanto en la linea de cárnicos como de derivados lácteos.

Esta falta de planeación y apoyo estatal no ha impedido a los ganaderos colombiano competir con calidad y exuberancia con los mejores del mundo, aún hallándose en medio de. las peores condiciones de seguridad, vías y mercadeo, haciendo parecer a lo empresarios como unos empecinados amantes de la actividad, aun a costa de sus propia vidas.

"..."

 

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