Son muchas las personas que cuando llega la época de fin de año con las festividades de la Navidad dicen: “Me gustaría dormirme el 10 de diciembre y despertarme el 10 de enero”.¿Por qué esta época produce sentimientos de huida, de rechazo, de angustia y de ansiedad, cuando precisamente está programada para generar alegría, y cuando el saludo es FELIZ NAVIDAD!!.
Las causas pueden ser diversas: Dejemos que los sicólogos y los sociólogos estudien este fenómeno. Lo único cierto es, que si uno quiere aliviarse de la tristeza, la soledad, el vacío y del sin-sentido del llamado “estrés de la Navidad”, debe tomarse esta medicina: “Hacer algo concreto a favor de otro”; olvídese de calmantes, del trago, de la huida. Para muchos, la nostalgia de los años pasados al lado de sus padres y familia, producen una terrible melancolía, porque no saben adaptar su corazón a la época actual y se quedaron en el adiós de las fiestas hogareñas.
¿Por qué no hacemos usted y yo en este año, una Navidad sin estrés, una Navidad diferente?
Dejemos que sigan las gentes recitando como loros el “ven a nuestras almas, ven no tardes tanto”. Dejemos que otros se atafaguen comprando y comprando regalos para los que no necesitan de regalos; dejemos que otros se alivien de su agresividad reventando pólvora; dejemos que otros llenen el vacío interior con sesiones de trago y comida hasta enfermarse.
La propuesta para quienes quieren vivir una Navidad diferente, una Navidad con sentido, una Navidad como lo que es, el cumpleaños del Niño Jesús, el recuerdo de Aquel que vino al mundo hace más de dos mil años y que sigue viviendo entre nosotros, esa propuesta es: HAGAMOS CADA DÍA DE LA NOVENA UNA ACCION CONCRETA A FAVOR DE OTRO.
¿QUÉ HACER?:
Muy sencillo; estas acciones concretas pueden ser las siguientes, una para cada día de la novena; el orden en que las haga no importa, lo fundamental es hacer algo diariamente en el nombre de Jesús, a favor de los demás; esta es la mejor forma de celebrar el onomástico del Niño de Belén y no limitarnos a madrugar a la misa de aurora, que muchas veces lo hacemos por costumbre, pero no sacamos nada de ese “sacrificio”. Baraje los días a su acomodo, pero hágalas todas, si quiere que la medicina surta el efecto deseado:
DIA 1º.-
No dé regalos, o por lo menos, no tantos regalos. El mejor regalo es uno mismo, darse a otro. Regale una hora de su tiempo a alguien de su familia: un hijo, un hermano, el conyugue, uno de sus padres y haga algo para él.
La soledad, sobretodo la del anciano, la soledad del hogar, la soledad de los hijos, es una enfermedad que corroe el alma y muchas veces lleva a la desesperación.
De modo que “regale su tiempo a otro”. Además, es un regalo de oro, y el “tiempo es oro” y mucho mas… en Navidad. Si desea dar regalos, hágalo, pero en un sitio donde alguien necesite de regalos: un orfanato, por ejemplo, o un refugio para ancianos; cuánto agradecerían ellos esos pequeños detalles; comprobará la diferencia en dar un regalo al que no lo necesita y la satisfacción del que nada tiene; ellos sí llenarán su vida de satisfacción y más ahora, por el crudo invierno que sufre el país.
DIA 2º.-
Escriba una tarjeta, no de las que venden con frases de cajón y muñequitos de nieve; una tarjeta con una frase especial, hecha por usted, o que a usted le haya servido mucho. Escríbala, recórtela o cópiela y mándala sin firma, si no desea poner a la otra persona a que se la conteste.
Hay gentes que mandan anónimos para dañar, haga usted un anónimo para alegrar, un anónimo de bondad. Cuánto hace que usted no le escribe a un amigo, a un hijo, a un padre? ¿Cuánto hace que usted no le habla a alguien por algún error pasado?
Es el momento de congraciarse con esa persona, es el momento de recordar que todos somos hermanos, hijos, precisamente del Padre que envió al mundo a su Hijo hace dos mil años.
DÍA 3º.-
Haga una llamada por teléfono, por celular, con la intención de expresar sólo sentimientos positivos: agradecer, alegrar, levantar el ánimo de alguien abatido. Haga el esfuerzo de expresar solamente lo positivo, siquiera sea por esta vez. Recuerde que las palabras tienen inmenso poder.
¿Acaso ya olvidó cuando sus padres le llamaban de lejos?, ¿acaso ya olvidó cuando un entrañable amigo le saludaba a la distancia? Cómo impacta el ánimo, sobretodo en este tiempo cuando el mundo anda de para atrás, recibir la llamada amiga, la llamada de un hermano, de alguien que hace mucho tiempo no escuchamos.
Póngase en lugar de esa persona y… utilice el teléfono, saludándola en nombre del Niño de Belén, y sentirás la satisfacción de la persona que escucha su saludo.
DÍA 4º.-
Reconcíliese con alguien de quien haya estado alejado, o con quien haya tenido problemas de relación. No hace falta pedir perdón con palabras. Los signos de perdón son muchos: un saludo, un apretón de manos, una invitación a comer, una tarjeta, una llamada, etc.
Recuerde que no podemos “tirar la primera piedra”, todos somos humanos y en cualquier momento de la vida podemos equivocarnos y fallar; piense en la plegaria por excelencia, “…perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos…” Si la persona ya está muerta, concéntrese en ella y ofrezca a Dios una oración; ore usted y participe en la oración comunitaria.
DÍA 5º.-
Hágase usted mismo un regalo: un rato de paz y de silencio interior. Escoja un lugar tranquilo, un momento del día en que tenga la facilidad de estar a solas consigo mismo, oiga una buena música, haga una lectura, quédese en silencio, porque Dios llenará ese silencio.
Si puede hacerlo, le servirá mucho alejarse a un lugar solitario, un sitio de aquellos donde acostumbran despedir el año en la meditación de un buen retiro. Allí encontrará la paz que su alma y su cuerpo necesitan, y puede encontrarse con alguien muy especial.., ¡con usted mismo!
DÍA 6º.-
Haga una visita a alguien que necesite de usted, un enfermo, un anciano, un niño abandonado, un mendigo…; alguien a quien usted pueda dedicarle un rato amable; recuerde que Dios habla a través de los demás, y usted puede ser esa persona por la cual Dios se transmita a los más débiles.
DÍA 7º.-
Muchos en la actualidad padecen del “estrés de la Navidad”; sea usted su médico y envíale esta “receta”; haga una cadena anti-estrés y enlace a todos en esta “farmacia”. El mejor antídoto contra la depresión que muchos padecen en estos días, se encuentra en esta receta: cuando nos entregamos a los demás, cuando hacemos algo a favor de otro, la alegría retorna a nuestro corazón y podemos vivir esta época, como la mejor del año.
DÍA 8º.-
Haga algo por la ciudad o por el sitio donde usted vive; adorne la ventana de su casa para que el conjunto se vea armonioso; si no tiene posibilidades de hacerlo, anime a otros; mira cómo se ve linda la ciudad, las calles, las avenidas, eso anima el espíritu y hace que nosotros mismos nos sintamos alegres y entusiastas; al menos ponga en la puerta de su casa un bombillo de colores.
DÍA 9º.-
Haga un chisme al revés; hay gente especializada en hablar mal de los demás o en esparcir malas noticias. Hable bien de alguien, o hágale saber a una persona lo bien que los demás comentan de ella.
Las personas mal intencionadas siembran y cosechan cizaña llenando del corazón de los demás de rencor, de maledicencia. Haga usted lo contrario: propague buenas noticias, llene y alegre el ambiente con sus comentarios positivos, llenos de altura, de educación, de armonía.
Envíe una carta a alguien ausente, expresándole lo mismo que usted quisiera que otros hablaran de usted. Diga a esa persona todo lo positivo, lo amable, lo bueno que se le ocurra. Ya encontrará tiempo para hacerlo. Ah, no hace que la firme, el bien también puede ser anónimo.
Nueve acciones buenas, muchas de ellas en secreto, ojalá, nadie se las agradezca: “que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha; el Padre, que ve en lo secreto, se lo agradecerá”. Esas acciones lo reconciliarán con la vida, le quitarán el “estrés de la Navidad”.
La recordarán que en la primera Navidad, o sea la noche en que Jesús nació, no había regalos, ni pólvora, ni luces, ni trago, ni baile…, había pobreza…, mucha pobreza, y sin embargo, para María y para José y para unos inocentes pastores, fue la mejor noche de su vida.
Un hombre y una mujer, jovencita ella, no encontraban sitio para que naciera su Hijo; y sin embargo, esa noche había paz.., mucha paz: el cielo y la tierra se juntaron en uno para hacer visible a Dios en la tierra, era la AUTÉNTICA NAVIDAD.
En este diciembre, usted puede hacer visible a Dios en la tierra, si se llena de su espíritu de perdón, de servicio, de pobreza y de silencio. Y así podrá decir con un gran sentido, lo que ahora suena sin sentido..
FELIZ NAVIDAD.
(Carmen Pinilla Díaz, adaptado de acuerdo al original de Inés Ortiz de Correa)
Señor:
Quisiera
armar en estos días
un árbol dentro de mi corazón
y colgar en lugar de regalos los nombres
de todos mis amigos: los de cerca
y los de lejos; los de siempre y los de ahora;
los que veo cada día, y los que raramente encuentro;
los siempre recordados, y los que a veces se me olvidan.
Los constantes y los inconstantes. Los de las horas
difíciles y los de las horas alegres. A los que sin querer
herí, o sin querer, me hirieron. Aquellos a quienes conozco
Profundamente, y aquellos a quienes conozco apenas por sus apariencias.
Los que me deben y a quienes debo mucho. Mis amigos humildes
y mis amigos importantes. Los nombro a todos y a los que ya pasaron por mi vida.
Un árbol de raíces profundas para que sus nombres nunca sean arrancados
de mi corazón, y que al florecer el próximo año traiga esperanza, amor y paz.
Y en la Navidad, Señor, nos podamos encontrar para compartir uvas de esperanza
poniendo un poco
de felicidad en aquellos
que todo lo han perdido.