Carmen Rosa Pinilla Díaz
Pensionada, Historiadora - Bucaramanga, Colombia
Al tiempo que la independencia de Colombia daba pasos de gigante, conducida por los talentos de Bolívar, los representantes de los pueblos, protegidos por las armas y la gloria del ejército libertador, se ocupaban tranquilamente en acordar leyes e instituciones para tan vasta y joven República.
Cuando el Libertador regresó de Bogotá a Venezuela, en el mes de febrero de este año, previno que marcharan inmediatamente a la Villa del Rosario de Cúcuta los representantes que habían sido nombrados para el Congreso General de Colombia. El Libertador se detuvo en Cúcuta con el fin de instalar el Congreso, mas no pudo hacerlo porque no había el número suficiente de Diputados.
En medio de la ansiedad, en los últimos días del mes de abril, hizo su presencia el General Antonio Nariño; aún se presentaban algunas dificultades para la instalación del Congreso; la principal que solo estaban reunidos 57, faltando algunos para completar el quórum.
Sin embargo, después de algunas consultas, el Vicepresidente convino en que se instalara con los que encontraban. El 6 de mayo (1821) se realizó la Asamblea en la sacristía de la iglesia parroquial del Villa del Rosario. La instalación del primer Congreso general de Colombia se hizo con una sencillez espartana, pues no había elementos para solemnizarla, porque la guerra absorbía toda la atención del Presidente de la República.
El Congreso confirmó o a Nariño Vicepresidente interino de Colombia y examinó la renuncia que de su destino hiciera el Presidente Bolívar, y que decía:
“Nombrado por el Congreso de Venezuela Presidente interino del Estado, y siendo vuestra representación la de Colombia, no soy yo el Presidente de esta República porque no he sido nombrado por ella; porque no tengo los talentos que ella exige para la adquisición de su gloria y bienestar; porque mi oficio de soldado es incompatible con el de Magistrado; porque estoy cansado de oírme llamar tirano por mis enemigos; y porque mi carácter y mis sentimientos me oponen una repugnancia insuperable. Dignaos acoger con toda vuestra bondad mi mas reverente homenaje, la profesión que os hago de mi más cordial adhesión, mi más ciega obediencia. Pero si el Congreso soberano persiste, como lo temo, en continuarme aún en la Presidencia del Estado, renuncio desde ahora y para siempre, hasta el glorioso título de Ciudadano de Colombia, y abandono de hecho las riberas de mi patria”.
El Congreso contestó al Libertador no admitiendo la renuncia de la Presidencia. Esto calmó el resentimiento que se había apoderado de Bolívar por las declaraciones privadas de algunos diputados contra los abusos del poder militar.
El General Santander, renunció igualmente por dos veces y acaso por iguales circunstancias que el Libertador, la Vicepresidencia de Cundinamarca, dimisión que tampoco fue admitida. Después de instalado el Congreso se tomó en consideración la Ley Fundamental de Colombia, acordada por el Congreso de Angostura en la unión de Venezuela y la Nueva Granada, bajo el sistema de que los tres departamentos de Venezuela, Cundinamarca y Quito se confederasen, teniendo cada uno su Gobierno independiente.
Después de quince días de discusiones acaloradas se decidió que, “Venezuela y Nueva Granada se unieran en un solo cuerpo de nación y que el territorio de la República se dividiera en varios círculos o departamentos menores que los actuales de Venezuela, Cundinamarca y Quito”.