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La vieja Barranquilla que conocimos los primeros cachacos

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Autor: Humberto Guarín Gómez

Por el 1945 en lo que la generación pasada conoció con el nombre de “Rincón Latino”, funcionaba en esos terrenos el matadero municipal de Barranquilla. A su lado, en la misma calle Soledad, había una tienda llamada la “Bola Roja”, de un señor de Zapatoca llamado Lubin Serrano y que era la “Makro” del sector y de la época, pues el señor Serrano le vendía a las tiendas pequeñas de entonces la mayoría de los artículos de gran consumo entonces: leña, carbón, petróleo, anafres metálicos y pequeñas estufas de petróleo que producían una humareda de mil demonios, pero eran lo in de quien podía darse el lujo de tenerlas…

La Barranquilla de los años 40's y 50'sLa proximidad del matadero con la plaza del Boliche, a donde los camiones del terminal marítimo descargaban los pasajeros que llegaban de todo el país por la única vía de entonces que era el río, convertía el sector en lugar de gran congestión y la tienda de don Lubín era el primer contacto para muchos inmigrantes con quienes los habían antecedido en llegar a la ciudad.

Como trabajaban en ella tantos inmigrantes, ahí conseguían información sobre santandereanos, tolimenses o boyacenses que hubieran llegado primero y hacia ellos dirigían su búsqueda. La tienda era un verdadero consulado. Además, como lo triste muchas veces es así, don Lubín se volvió rico con el trabajo gratis de familias enteras que con solo la comida y la dormida daban el primer paso en la conquista de la gran ciudad.

Ya del año 46 en adelante el espectro consular se amplió con la tienda “La Samaritana” en la propia plaza del Boliche, de un señor llamado Heliodoro García, como cosa rara, también de Zapatoca, y le siguió la tienda “La Gran Vía”, de la familia Garrido, oriundos de “La Fuente”, corregimiento como cosa rara, de Zapatoca.

Estos señores abrieron también la tienda “La Estación”, pero ya en la calle 30 con carrera 39 (Las Vacas con Ricaurte), y ya para 1947 habíamos en Barranquilla tantos cachacos que aunque duela confesarlo, empezaron a verse en la ciudad casos de peleas con armas, cosa que no se daba entre los raizales, pues el barranquillero de entonces finiquitaba sus disputas con unas trompadas pero jamás con un arma.

Edificio de las Emisoras Unidas que fue incendiado en Barranquilla en el año 1948En la calle 31 con carrera 41 había un negocio llamado “Perfumería Lamadrid” que vendía toda clase de menjurjes para la llamada alquimia y un ejército de culebreros y filibusteros convertían cobre en oro, aluminio en plata y corchos que olían a Narciso Negro pero el frasco por dentro lo que realmente tenía era agua de panela.

Los anillos y pulseras brillantísimas que vendían a los apurados pasajeros de los pequeños buses de los pueblos estaban a los dos o tres días manchados y renegridos, pero encontrar al culpable en medio de tanto gentío era cosa muy difícil.

En los barrios de la pequeña ciudad de entonces había tiendas que eran por decirlo de alguna manera la imagen del barrio: 

  • En el centro “La Estación” y “La Gran Vía”, “La Bola Roja” y “La Samaritana”.
  • En el barrio Abajo “El Tokío”, en la calle Santana con carrera Topacio. 
  • En Rebolo “La Santandereana”, en calle Santa Isabel con Bocas de Ceniza.
  • En Monte Cristo,La América”, en una calle entonces sin nomenclatura.
  • En el Paseo Bolivar lo in era el Café Roma, que tenía como novedad ventiladores, y las gentes se hacían fotografiar tomando tinto, pero que en la foto quedara el ventilador. Los pocos taxis de la época se mantenían estacionados en el centro de la misma calle 34 y ahí las gentes los tomaban para ir al aeropuerto de “Lansa” en el hoy boulevar Simon Bolivar o al estadio Romelio en la 72.

En aquellos tiempos, el hoy mal afamado “Boliche” era el centro de la pujante ciudad de entonces. Había talleres de metalmecánica en la que le fabricaron a muchísimas embarcaciones piezas que de otra manera había que traer de Europa. Y si no la podían fabricar, reconstruían la dañada, pero la embarcación se iba a navegar.

Actividad fluvial en Barranquilla en el año 1948Y entonces “El Boliche” no era solo la plaza de su nombre. Se llamaba Boliche a todo el sector de la hoy carrera 38 hasta el caño de la Ahuyama y de la calle 30 hasta el mismo caño. Y desde luego, ya en esa época había que convivir con putas, ladrones y borrachos. Pero por ese caño, hoy inútil y maloliente, entraban y salían las embarcaciones pequeñas que comunicaban a muchos pueblos de la región con la gran ciudad.

El 9 de Abril de 1948, a la 1 de la tarde, Barranquilla se enloqueció. Unos jovencitos llamados Marcos Pérez Caicedo y Carlos Fernández Garay comenzaron a tronar por la radio:

 ”Mataron a Gaitán…! Mataron a Gaitán…!”

Y las gentes como locas corrían calle abajo hacia el mercado. Un grupo de muchachos agarró en la chatarrería de un señor Lázaro Molina Vélez un listón 4 x 4 y con él al hombro rompieron un enorme vidrio de la Cooperativa Panelera de Santander en la 30 con Ricaurte y La Paz y desocuparon el muestrario de productos sin que el celador que temblaba adentro se atreviera a dispararles.

El caño de la ahuyama, otrora de febril actividad fluvialYa como a la hora, la turba era enorme y llegaron a la firma importadora J. Uribe Willd, en el callejón Mercado con la calle 32, en donde rompieron puertas y desde dentro lanzaron a la calle toneladas de licores extranjeros y muchas otras cosas, lo más grave: machetes con lo que las gentes borrachas convirtieron el centro en un lugar peligroso.

No se vió un policía por ninguna parte y la turba ya borracha subió al Paseo Bolivar y sacó a la calle del diario La Prensa una enorme bobina de papel a cuya cola le prendieron fuego en medio de improperios y gritos mientras la hacían rodar calle arriba y calle abajo. Ese día conocí a otra Barranquilla que hasta entonces no había visto.

 

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