Autor: Orlando Manjarrés Sánchez
En ciudades como Barranquilla y su área metropolitana, con una población en permanente crecimiento y con densidades cada vez mayores; la escasez de espacios públicos aptos para la expresión y socialización de habitantes y visitantes, degenera en segregación y violencia; una sociedad como la nuestra no resulta viable sin los espacios apropiados.
Se dice que el espacio público es sustantivamente político, concepto cuyo calado rebasa formulaciones mas genéricas, que los sitúan como lugar de intercambio, de movilidad y de encuentro ciudadano.
Nuestra Constitución, Artículo 82, dice que es deber del estado velar por la protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular.
El arquitecto Sergio Trujillo tiene el concepto que compartimos, que asociar lo publico a la noción del Estado, a conducido a distorsionar de que lo publico lejos de constituir territorio de apropiación exclusivamente colectiva, se malentienda socialmente como una peculiar propiedad “privada del Estado”.
El Plan de Ordenamiento Territorial (POT) deber ser una herramienta que nos lleve a una urbe más equitativa y no sea como hasta ahora letra muerta, que se maneja con los intereses de los grandes urbanizadores.
La Organización Mundial de la Salud establece como mínimo 15 metros cuadrados de espacio público por habitante; si comparamos y vemos algunas cifras de algunas ciudades como: Londres, 20 M2; Buenos Aires, 22 M2; Miami, 33.8 M2; Bogotá, 5 M2; Pasto, 2.2 M2; Cúcuta, 26 M2; Yopal, 9 M2; y Barranquilla, solamente 0,80 M2 por habitante, con el agravante de que parte de estas zonas están privatizadas como ocurre en los parques Venezuela, Bosques del Norte, Tres Avemarías y estaciones de taxis para citar algunos casos.
En el tema de espacio público, va insertado el Mobiliario Urbano que abarca toda serie de objetos que forman parte del Paisaje de una Ciudad y están Instalados en el espacio público como: Bancas, postes de iluminación, bolardos, paraderos de bus, cabinas y armarios telefónicos, cestas de basura y señalización entre otros y que están destinados a proporcionar un servicio a las personas con el embellecimiento de la ciudad, formando parte integral de su desarrollo.
Lo que observamos a diario los Barranquilleros en nuestro paisaje urbano, son unas zonas verdes bastante deprimentes, ausencia de ciclovías, cabinas telefónicas, postes, tubos de parquímetros, avisos publicitarios que no tienen ningún sentido ocupar el espacio público ya que no cumplen ninguna función, una infraestructura eléctrica y de comunicaciones con postes y tendido de líneas sin ninguna estética, que por facilismo y economía son totalmente aéreas con rollos de alambre colgando.
La ciudad hay que verla no solamente en su parte física construida, vías, edificaciones residenciales y comerciales, sino como un todo, primordialmente. El componente social en un medio ambiente sostenible, por lo que se requiere más atención y compromiso por parte de las autoridades que en estos días intervienen varios parques, algunos con recursos del cuestionado impuesto de valorización que todavía no arrancan, como son los parques Jardín Botánico en el barrio la Victoria y el Bicentenario en la vía circunvalar.
Se requiere que la oficina de Control Urbano del Distrito, ponga mano firme a las empresas responsables del deterioro de nuestro paisaje urbano, ya que comparado con ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga se encuentra muy lejos.
