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La Esmeralda que no debemos olvidar las mujeres

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A finales del siglo XX las mujeres continuaron siendo artífices de la historia colombiana, como antaño lo fue de la Independencia. Esmeralda Arboleda Cadavid, fue ficha principal para la modernización del país, siendo la primera mujer que logra graduarse de abogado en la prestigiosa Universidad del Cauca, en 1945. Por esa época, los hombres poco creían en la superioridad de la mujer y las capacidades femeninas.

Esmeralda ArboledaDe ascendencia antioqueña, su padre, Fernando Arboleda López y su madre, Rosita Cadavid, con claridad meridiana, dieron independencia a sus hijas facilitándoles la mejor calidad de estudio posible en su momento, y fue así que Esmeralda logró estudiar música en el Conservatorio de Cali, ingresó a los mejores colegios de Palmira, internado en Pereira y Bogotá, donde obtuvo su bachillerato en 1938, porque entonces en Palmira no era factible que una mujer se graduara de bachiller.

Ya, como abogada, se dedicó de lleno a trabajar por la niñez y a luchar por la reivindicación de la mujer. El tema que adoptó para su graduación fue “la readaptación social de los menores delincuentes” y se especializo en “criminalidad infantil”, en la Universidad de Indiana, en los Estados Unidos.

Como su familia, ferviente liberal, por temperamento y convicciones; en su etapa preparatoria para abogacía, participo en la vida política del país en los diferentes movimientos liberales. Cuando la dictadura del general Rojas Pinilla, en asocio de otras mujeres y mientras Rojas reclamaba la promoción de una nueva Constitución para el país, movimientos independientes de mujeres, sin distingos políticos, formularon una petición a la Comisión de estudios Constitucionales, para que se incluyera en la Carta Magnas el tema de la responsabilidad policita de la mujer.

El memorial, redactado bajo la colaboración de Esmeralda Arboleda, fue firmado por cientos de miles de mujeres, como igual por algunos hombres. El liberalismo candidatizó a Esmeralda, quien movida por su convicción de conseguir la igualdad de derechos políticos de las colombianas, se sumó a las conservadoras Josefina Valencia de Hubach y Teresita de Santamaría en la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC); y así, el 27 de agosto de 1954, bajo el Acto Legislativo No. 3, se le otorgó a la mujer el derecho de elegir y ser elegida.

Desafortunadamente, por los malos manejos de la dictadura militar, se alejó del gobierno para entrar en la oposición. Las consecuencias no se hicieron esperar y como a esas aguerridas mujeres de la independencia, fue perseguida; junto con su hijo sufrió de amenazas y sucesivos atentados, por lo que tuvo que salir hacia el exilio. Con la restauración de la democracia el 10 de mayo de 1957, Esmeralda fue incluida en las listas del Frente Civil, para encabezar la convocatoria femenina.

María Cano, otra mujer intrépida que luchó por la igualdad de género, dejó las huellas para que otras mujeres no se dejaran amilanar por el orgullo masculino que las creen inferiores. Esmeralda marcaria el inicio de la cada vez amplia presencia femenina en las lides políticas del país. Las mujeres, las más humildes, las campesinas, las potentadas, que conformaron el 42 por ciento de la votación en el plebiscito de diciembre de 1957, dieron el sello definitivo a sus derechos, que desde 1954 habían quedado solo en el papel, y Esmeralda Arboleda Cadavid selló el capítulo definitivo en la consecución del voto femenino.

En 1958 fue Secretaria de la Sección Femenina del Partido Liberal; en 1966, fue nombrada coordinadora femenina de la campaña para la presidencia de Carlos Lleras, como igual puso su granito de arena en las candidaturas de Alfonso López Michelsen y Virgilio Barco.

Fue la primera mujer colombiana en ocupar un peldaño en el Senado, como resultado de las elecciones de 1958, en la que igual llegaron a la Cámara de Representantes siete mujeres más. Como senadora se destacó por sus profundas convicciones en la defensa de la mujer y la niñez desamparada y en las diferentes intervenciones en la que manifestaba su profunda comprensión de los problemas del país, su interés social y por la igualdad de derechos de la mujer. De su trabajo es recordada la Ley Esmeralda, que impulsó la industria editorial, por la disminución del impuesto para la importación del papel.

En su lucha por la igualdad femenina, presentó en el Senado un proyecto de Ley para suprimir la discriminación jurídica de la mujer, que incluía el divorcio. Recordemos que desde muy antiguo, se tenía la creencia de que la mujer no podía heredar el mismo porcentaje del hombre, como también no podía solicitar el divorcio, e incluso, en muchos países, aun esta norma está vigente.

Sin embargo, la igualdad de la mujer ante la ley tuvo que esperar mas de una década, cuando se eliminaron las diferencias entre hombres y mujeres en la separación de cuerpos en el matrimonio y s se elimino la potestad marital con el estatuto decretado por el gobierno de López Michelsen, en 1974.

La fortaleza estadista de Esmeralda, marcaron un derrotero a la mujer colombiana. Codo a codo trabajó con el presidente Alberto Lleras, como ministra de Comunicaciones, siendo entonces, para orgullo femenino, la única mujer que alcanzara un escaño en el Ministerio en el continente. Ninguna mujer había llegado tan alto en la representación de Colombia en el exterior: Esmeralda fue nombrada, en el gobierno de Lleras Restrepo, embajadora de Colombia en Austria y Yugoeslavia, como igual embajadora interna ante la Organización de las Naciones Unidas, en México, donde presentó un informe sobre la real situación de la mujer en América Latina.

A través de la historia, la mujer siempre ha dejado su huella por donde transitan: la tenemos en la Biblia, con la apasionante historia de Esther y de Ruth; en la edad antigua, en los casos de las emperatrices que tuvieron mucho que ver en los diferentes Imperios; la tenemos en las guerras de Independencia, con Policarpa Salavarrieta, Manuela Beltrán, Antonia Santos y otras, cuyos nombres se pierden en la maraña de las bibliotecas.

Hoy, es imposible imaginar una Colombia, un mundo, sin universidades con el toque femenino; es imposible imaginar un mundo sin los derechos civiles de la mujer, sin el voto femenino y sin gobiernos, donde la mujer no haga gala de su inteligencia, su sencillez y su misión como política, como esposa, como compañera, como madre.

 

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