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Homenaje a Nelson Mandela

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Autora: Blanca Inés Prada Márquez

Hace unos meses terminé de leerme las casi 700 páginas de su autobiografía “El largo camino hacia la  libertad”, una densa, profunda e interesante reflexión donde nos describe su larga lucha por lograr la verdadera libertad para su país, una libertad que para él estaba en la posibilidad de que negros y blancos pudieran vivir juntos, en armonía y colaboración,  una libertad que no estaba sólo en que una parte de su pueblo pudiera soltar las cadenas de la opresión, sino en que todos pudieran liberarse de ellas e integrarse en un solo país, trabajar juntos, jugar juntos, disfrutar la vida juntos y ejercer con libertad y responsabilidad sus derechos y sus deberes.

Nace Nelson MANDELA el18 de julio de  1918,  en el seno de una familia noble y tradicional de Sudáfrica, en Mvezo, un poblado de 300 habitantes. Su familia pertenecía al clan Madiba de la etnia Xhosa, cuya lengua es uno de los once idiomas oficiales de  Sudáfrica, y estaba emparentado con el reino Thembu que gobernó en el Transkei en el siglo XVIII, nos cuenta el mismo Mandela, quien añade además que “los Xhosa eran un pueblo orgulloso, patrilineal, con un lenguaje expresivo y eufórico y una gran fe en la importancia de las leyes”. 

Muy joven Mandela pierde a su padre y la madre lo pone bajo el cuidado del rey Jongintaba, con quien estaba emparentado, allí recibe una esmerada educación, conoce la historia africana y las ricas tradiciones y leyendas de sus ancestros. 

Pero una vez terminado su bachillerato debe abandonar la comunidad Xhosa  para realizar sus estudios de derecho y es entonces cuando él empieza a comprender que en esas formas tribales en apariencia tranquilas había un pueblo esclavo de otros pueblos y empieza también a comprender la injusta manera como los blancos esclavizaban a la población negra en su país. 

Se gradúa de abogado en 1942 en la universidad de Witwatersrand de Johannesburgo, trabaja entonces con un grupo de abogados pero dedica gran parte de su tiempo libre a ofrecer asistencia legal gratuita para los más necesitados. Un año después de graduarse se hace miembro del CNA (Congreso nacional africano integrado por negros) cuyos debates y tareas ayudan a su formación política y a su lucha contra el Apartheid (discriminación  de los negros por parte de los blancos).  

Mandela, un hombre alto, elegante, romántico, cariñoso, con gran carisma y una sonrisa encantadora, aunque lo quiso no logró nunca tener una vida familiar estable, se casó tres veces, tuvo seis hijos de los cuales sólo tres sobreviven,  pero nunca pudo estar en casa ni siquiera en los momentos más importantes, porque la verdad era que para él lo más importante era la libertad de su pueblo, tanto que en alguna ocasión cuando un hijo le preguntó por qué no estaba con él todo el tiempo, Mandela le respondió que él era también el padre de todos los niños negros de Sudáfrica.  

Los primeros veinte años después de graduarse los pasó Mandela entre su trabajo como abogado y el debate político, la búsqueda de diversas formas de lucha, la redacción de documentos, la desobediencia civil y otras actividades políticas en las cuales trataba por todos los medios de concientizar a los negros sobre la necesidad de prepararse cada día mejor y de rechazar la segregación racial a la cual estaban sometidos, buscando de manera pacífica una sociedad democrática, pero participando por supuesto en huelgas y manifestaciones contra el poder opresor, motivo por el cual fue llevado varias veces a prisión, a pesar de su pacifismo, puesto que a pesar de éste, Mandela era por entonces apasionado y apresurado como él mismo lo reconocerá más tarde; quería que las cosas cambiaran rápido, y dichos cambios no se vislumbraban, ya que el gobierno blanco respondía siempre a los reclamos de quienes combatían el Apartheid  con mayor fuerza y mayor opresión.

Es bueno recordad que el sistema había creado lugares separados, tanto para el estudio como para la recreación, también prohibía el voto para los negros, lo mismo que los matrimonios e incluso relaciones sexuales entre blancos y negros. El poder era ejercido por la minoría blanca que sólo contaba con el  21% de la población del país.  

En 1955 la alianza de congresos sudafricanos redactó el famoso documento  “La carta de la libertad” en cuya redacción Mandela jugó un papel importante como presidente que desde hace años era del CNA.  La carta fue el  resultado de las demandas que más de 50.000 voluntarios enviados por el CNA  a lo largo del país habían logrado recoger sobre las demandas de libertad que el pueblo pedía para que todos los sudafricanos lograran igualdad de  derechos.

Entre las muchas peticiones sobresalían las siguientes: demanda de tierras para todo el que careciera de ellas, salario digno, reducción de la jornada de trabajo, educación gratuita y obligatoria independientemente del color de la piel, raza o nacionalidad. Además había demandas por una democracia participativa, derechos humanos, reforma agraria etc.

La carta fue adoptada oficialmente el 26 de junio de 1955 en el “Congreso de Congresos del pueblo”, en Kliptown, un municipio negro a pocos kilómetros de Johannesburgo donde asistieron cerca de tres mil delegados, pero el segundo día de reunión los asistentes al Congreso fueron brutalmente atacados por las fuerzas racistas, se demandó al Congreso por traición a la patria, y Mandela tuvo que huir disfrazado de lechero.

Por fortuna la carta había sido leída el primer día del congreso y todos los asistentes comprendieron el valor tan grande que ella encerraba, así las cosas, esta Carta siguió circulando clandestinamente y sirvió para la formación de miles de jóvenes  militantes del CNA por varias décadas. 

En diciembre de 1956 hubo fuertes enfrentamientos entre los miembros del CNA y los del PNA (partido nacional africano que gobernó a Sudáfrica de 1948 a 1992). Hubo grandes disturbios y Mandela junto con 156 compañeros de lucha fueron arrestados el 5 de diciembre de 1956 y condenados a 5 años de prisión, después de los cuales se les declaró “no culpables”.  

Es apasionante leer en sus memorias la manera como él preparó su defensa y ayudó a la defensa de otros de sus compañeros. Estos años de prisión sin embargo les hicieron comprender a muchos miembros del CNA que lograr la libertad  a través de métodos pacíficos, como los que proponía Mandela, era bien difícil, pero la preocupación de todos era cómo atacar al gobierno sin hacerle daño a la población civil. Las cosas no eran fáciles, muchos compañeros de Mandela exigían formas de lucha más eficientes, los mismos activistas negros pedían formas de lucha más violentas contra el gobierno.

Mandela que no quiere por nada del mundo tener que recurrir a las armas, trataba de convencer a sus compañeros de lo arriesgada que era la lucha armada, del daño que se le podía hacer  a inocentes fueran blancos o negros,  pero en marzo de 1960 se produjo la gran masacre de Sharpeville cuando el gobierno abrió fuego contra una gran manifestación antigubernamental dándole muerte a 69 personas negras  entre ellas mujeres y niños, y dejando otras 180 heridas.

Se declaró el estado de emergencia, se detuvieron 11.727 personas  y se prohibieron tanto el CNA como el PAC (partido de la alianza africana que acababa de formarse con personas salidas del CNA pero con un poco más de beligerancia y de exigencias a nivel nacional).  

Los dirigentes de las dos organizaciones huyeron del país o entraron en la clandestinidad, entre estos Mandela quien se dedica entonces a organizar con algunos de sus compañeros el comando “Umkhonto we Sizwe” (Lanza de la Nación), movimiento que dan a conocer al gobierno en un comunicado y desde entonces empezaron a prepararse militarmente para la lucha armada por la libertad de su pueblo. 

Mandela viaja clandestinamente a varios países Europeos y africanos, incluso estuvo en EE. UU., dando a conocer el movimiento y pidiendo colaboración para lograr los objetivos sintetizados en la Carta por la libertad.

Pero al regreso de más de un año de recorridos y de haber recibido el  apoyo de muchos países, es detenido por el gobierno y encarcelado  en Rivonia donde entre 1963 y 1964 se le siguió un largo juicio y fue entonces, el 20 de abril de 1964, cuando pronuncio su bellísimo discurso conocido como “Un ideal por el cual, si fuere necesario, estoy dispuesto a morir” que estremeció a todo el África y circuló por el mundo entero pero que no conmovió a sus acusadores, quienes lo condenaron a 27 años de prisión en la isla de Robben a donde enviaban a los más terribles criminales.

Termina su discurso con estas palabras: 

“He soñado con la idea de una democracia y una sociedad libre en la cual las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el cual quiero vivir para verlo hecho realidad. Pero si para ello es necesario, es un ideal por el cual estoy preparado a morir”.

Los primeros seis años en la isla fueron terribles, totalmente aislado, sin ninguna comunicación con el mundo externo, sometido a trabajos forzados, con pésima alimentación, durmiendo en el suelo, humillado por sus guardianes, a veces, leyendo sus memorias, yo me preguntaba:

— ¿Cómo una persona puede sobrevivir en semejante situación?

Pero sobrevivió y poco a poco, fue logrando cambios fundamentales para él y sus compañeros de destierro, todos miembros del CNA. Pero también para los otros prisioneros civiles, muchos incluso blancos y además grandes criminales.

Poco a poco va mejorando la alimentación, a esta mejora contribuyó el mismo Mandela pues se le había permito organizar una huerta en la cárcel y estas legumbres eran en parte aprovechadas por los mismos prisioneros.

Con los años logra que se disminuya el número de horas de trabajos forzados, se le permite una visita de su segunda esposa Winnie, quien sólo pudo visitarlo 3 veces en sus más de 20 años de destierro en la isla. Mandela se ingenia mil maneras para enviar mensajes al mundo exterior, y un día, después de muchos años, y cuando él consideraba que todos lo habían abandonado, recibe una visita humanitaria de un grupo de de defendedores de derechos humanos.

Esta visita le trajo la luz porque a partir de ella los prisioneros pudieron empezar a estudiar, a recibir libros, y esto, __ dice Mandela,  era casi como pasar del infierno al paraíso. ___“Ningún maltrato, ningún sufrimiento, ninguna humillación fue tan terrible duramente mis años de cautiverio como los años que pasé sin libros, sin periódicos, sin ninguna noticia del mundo externo” añade en su autobiografía.

No hay duda de que el dolor, las humillaciones, la violencia, y el mucho tiempo que Mandela tuvo para rumiar sus pensamientos, fueron fortaleciendo su personalidad, aclarando sus ideas, cimentando sus ideales y abriéndole horizontes más amplios para su lucha.

Siempre trató de encontrar aún en los carceleros más crueles, ese algo de humanidad, que decía, __todo ser humano tiene en el fondo de sí mismo. Su sueño por la libertad de su pueblo no se apagó ni un segundo. En la cárcel comprendió  que la libertad que necesitaba Suráfrica debía pasar por el perdón y la reconciliación con el enemigo, porque este era el que más necesitaba de libertad.

Mandela dialoga mucho con sus compañeros de lucha, los ayuda en todo, los reemplaza en los oficios cuando están enfermos, estudia por correspondencia, y comprende que la “educación es el arma más poderosa que se pueda usar para tratar de cambiar al mundo”. Aprende a valorar todo lo positivo de la literatura inglesa y lo positivo de su democracia.

Entiende que sólo a través del diálogo con el enemigo es posible vencerlo y fue así como él mismo emprendió, desde la cárcel, el camino hacia ese diálogo de perdón y de reconciliación. En marzo de 1982 Mandela le pide una entrevista  al ministro Kobie Coetsee con la intención de lograr una entrevista con el presidente Botha, en su búsqueda por lograr un acuerdo de paz  y la superación del apartheid.

Botha le ofrece la libertad con tal que comprometa a su organización en la paz. Pero Mandela no puede aceptar una libertad  mientras su pueblo no pueda organizarse. “Sólo los hombres libres pueden negociar”, le responde Mandela.

La tarea de Mandela ahora era bien complicada, era necesario contarle a sus compañeros y a todos los miembros del CNA las conversaciones en que andaba, muchos al principio lo rechazaron, Mandela tuvo que ingeniarse mil cosas para hacerles comprender tanto a sus compañeros de prisión como  a los que estaban en el país y en la clandestinidad, que sólo el Diálogo y la reconciliación podría un día liberar a su pueblo.

Mandela sabía mejor que nadie que los sueños libertarios no son sueños individuales sino colectivos, sin el “nosotros”, sin su grupo y su pueblo sus sueños nada serían, solo compartiendo sus sueño estos podían empezar a realizarse.

Muchísimas cosas pasan, Mandela es trasladado, pasa ahora a una cárcel de alta seguridad en Pollsmor cerca de la ciudad del Cabo, sus condiciones mejoran un poco aunque se encuentra casi completamente solo, pero esta soledad lo lleva a pensar y repensar sus búsquedas de acercamiento.

En sus memorias cuenta que después de pasar varios días en el hospital debido a una grave enfermedad pulmonar, donde fue muy bien atenido por un médico y una enfermera blanca, el experimentó no una revelación pero si la comprensión plena de de que el momento de dialogar había llegado. “Para mi estaba claro que una victoria militar era un sueño distante, sino imposible. Sencillamente no tenía sentido que ambos bandos perdieran miles, incluso millones de vidas en un conflicto innecesario. Ellos también debían ser conscientes de esta verdad. Había llegado el momento de hablar” (pg. 543).

Mandela escribe a unos y a otros, en particular a sus amigos del CNA y también dialoga con el gobierno en clandestinidad. Cuando en 1989 sube al poder el presidente Frederick de Klerk,  un hombre mucho más abierto, consciente de los errores del apartheid, facilitó los diálogos, legalizo el CNA, permitió la  redacción de la nueva constitución para Sudáfrica  y liberó a Mandela  el 11 de febrero de 1990, quien desde el día de su liberación sólo hablaría de igualdad, perdón y reconciliación.

Mandela tiene ya 72 años, ha pasado 27 en prisión, pero sigue siendo una persona fuerte, pragmática, entusiasta, y sus ideales de libertad, paz y reconciliación para su pueblo son ahora más fuertes que nunca. Es recibido con grandes manifestaciones de aprecio y de esperanza,  tanto que él dice en sus memorias que el día de su liberación sintió, __ un poco asustado __, el peso de la responsabilidad que caía sobre sus espaldas: un pueblo entero confiaba en él como si fuera un salvador.

Una vez libre Mandela siguió trabajando con denodado empeño por la lograr la LIBERTAD de su pueblo a base de unión, paz y reconciliación, pero no fue fácil, fue criticado por buscar más la reconciliación que la venganza, incluso fue muy criticado por haber aceptado compartir el premio nobel de la Paz (1993) con de Klerk. Logró en 1994 ser el primer presidente negro de un país que siempre había estado bajo la dominación blanca, pero las cosas nunca fueron fáciles, durante su presidencia (1994 -1999) hubo atentados e intentos de golpe de Estado.

La idea de lograr la paz y la libertad a base de perdón y de reconciliación no era fácil de aceptar porque las secuelas de la segregación racial habían dejado demasiadas heridas y no todos estaban de acuerdo con sus propuestas.

Pero gracias a su pragmatismo, a su prudencia, a su convencimiento de que lo importante era la unión de todos por encima de las diferencias, logró ver lo impensable: a negros y blancos abrazados y cantando el himno de Sudáfrica, aquella noche memorable en la cual Sudáfrica ganó el Mundial y François Pienaar, capitán del equipo de Rugby, declaró: “No son 65.000 sudafricanos los que nos apoyan, sino 43 millones.  

Para Saber más.

MANDELA Nelson: El largo camino hacia la libertad. Aguilar, 2010.

 

 

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