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BARRANQUILLA: ERÉNDIRA O ANGELINA

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Autor: Moisés Pineda Salazar

Se ha puesto en el espacio de la discusión urbana el término "áulico" para referirse a los sobachaquetas, lameortos, turiferarios, cepilleros, consuetas, sacamicas, corifeos y aduladores, cortesanos todos, que pululan, medran y prosperan alrededor del gobernante: maestresalas, patricios, damas de compañía y entenaos que en el espacio palaciego de su mesa, y de su cama, se dedican a cantarle loas, le encienden candilejas, le ponen espejos que amplifican al infinito su pretendida belleza; aplauden cuando el animador lo advierte o conspiran en contra de quienes los pueden desplazar; serpean entre las sombras, caminan embozados entre las murallas, hacen llamadas telefónicas subrepticias, difunden chismes, consejas y maledicencias haciendo de correvedile, murmurándolas al oído del magistrado, o de su círculo íntimo, muy al estilo de quienes creían, a pie juntillas, que Bernardo Hoyos era "el paradigma del nuevo líder de la nueva democracia", al tiempo que agitaban a Duverger como en el pasado, reciente para entonces, lo habían hecho con el Libro Rojo de Mao.

Gabriel García MárquezAunque sean comúnmente aceptadas tales acepciones de la palabra “áulico”, no por ello tienen por qué ser ciertas como que visto está que no siempre “la voz del pueblo es la voz de Dios” y que, contrario sensu, la mar de las veces, los tiranos llegan al poder en andas, cargados en hombros por la masa enardecida, embravecida, embebecida, vibrante de fervor, delirante en admiración, dispuesta a “matar y comer del muerto” en defensa del santón.

A lo que vinimos, vamos.

  • Los áulicos

Por los años de la primera mitad del Siglo XX, uno de los periodistas más reconocido de le época, don Miguel Goenaga, nos dejó un sinnúmero de cuadros que nos permitirían reconstruir la memoria urbana, si nos proponemos compilar y publicar sus "Crónicas Locales". Tal vez llegaríamos a la conclusión de que “nihil nova sub sole” y que, desmitificada la memoria, se darían las condiciones para aprender mejor.

Uno de tales pictogramas verbales, se refería al asunto de los áulicos en Barranquilla, siendo él el primero, y el más reconocido, de entre aquellos según sus propias palabras.

Don Miguel, periodista, conservador militante, solterón por convicción, definía y defendía su condición de áulico argumentando que si los demás periodistas ponían sus conocimientos, su imaginación, su ascendencia en el público y sus habilidades para la controversia al servicio de la causa de los adversarios políticos del gobierno municipal, no veía por qué no podía él hacer lo mismo para defenderlo, toda vez que era parte de los partidos coaligados a su alrededor y porque oficiaba como su Jefe de Prensa.

Gioachinno Rossini

Yo estoy de acuerdo y me quedó con lo dicho por Don Miguel Goenaga, a quien mucho le debe Barranquilla.

En ello, los áulicos son como Dandini, el valet de Don Ramiro, Príncipe de Salerno que sale a buscar esposa asumiendo la personería de su Jefe, y del que nos habla Rossini en su ópera “La Cerentenola” que acaba de exhibirse en el Multiplex de Buenavista con lo que se clausura la Temporada 2013/ 2014 del Metropolitan Opera House.

El áulico es un “alter ego”, un depositario de secretos dedicado al servicio de la causa y dispuesto a hacer lo que fuere menester para descubrir la verdad que se esconde en el corazón y en la mente de los que se acercan al poder, que es como el azúcar, o la miel, con millares de moscas a su alrededor.

Y lo hace por el bien del reino, por la felicidad del pueblo, la seguridad y la tranquilidad del gobernante.

El áulico es un “secretarios” cuya única aspiración, como la de Dandini, la de “terminar siendo un ex

Por eso, en esa dimensión, identificadas las categorías, descritos los atributos que conforman el perfil y señalados los propósitos que definen el concepto y la función del áulico, al buscar dirigentes ilustrados, funcionarios comprometidos con la gestión del Alcalde George; escuderos, defensores sin sisa, ni ambages, ni condiciones ni tapujos; punzantes tribunos y hábiles comunicadores, yo concluyo que el verdadero áulico del Gobierno de Edgar George, lo eran Horacio y Porfirio más que Kemeló Mamá Nancy o que Enrique Cumplido.

Y, por supuesto, nada tiene que ver el áulico con los atributos, la naturaleza y la función que cumple el agente de propaganda.

Miguel Goenaga

Él, como nos lo describe GGM en su historia en la persona de un empleado del correo, en pago al sexo recibido, en un acuerdo de mutua conveniencia, se dedica a hablar de las bellezas y de las exquisiteces lúbricas de la niña prostituida a todo hombre que, por razón de su oficio, tuviera la oportunidad de conocer por los caminos de la Guajira y más allá.

Son mercenarios que a cambio de soldada van contando lo que les ordenan decir a cambio de la paga, sin importar cuánto de verdad, o de mentira, haya en todo aquello.

Nos cuenta Gabo que detrás de los hombres llegaron los garitos, con sus mesas de naipes, ruletas y macondos; los quirománticos, los puestos de comidas y de frituras, curas en busca de rescatar almas perdidas, políticos en procura de votos y curiosos en conocer si era verdad lo que contaban. Todos ellos formaron un verdadero pueblo de trashumantes alrededor de la carpa en la que La Abuela, tomaba venganza y se lucraba de lo que las entrepiernas de Eréndira entraba y luego fluía como torrente inagotable de riqueza.

Pero, bueno, demos un contexto que nos permita entender de lo que hablamos.

  • Las Historias

Los dos relatos son suficientemente conocidos.

Uno, el de la niña de catorce años -Eréndira- a quien su Abuela prostituye para pagarse con el cuerpo núbil, los daños ocasionados por el incendio que redujo a cenizas la Mansión sobre la que se sostenían la Leyenda y el Poder del abuelo contrabandista, en medio de aquel “lugar de impunidad”, el Desierto de La Guajira.

El acto generador de la violencia es la alienación de la culpa y su adjudicación en la víctima.

La otra, la de Angelina -La Cenicienta- es la de la hijastra que en el cuento original de Perrault es explotada por su madrastra y las hijas de ella. Pero, en la versión operática de Rossini lo es por las mismas mujeres apoyadas por el padrastro cuasi loco- Don Magnífico- (leáse Mañífico) quien dilapidó y consumió la herencia que para sus hijas le dejó en administración la madre común de ellas.

La circunstancia generadora de la violencia es la conciencia de la propia culpa y la pretensión de borrar cualquier rastro para hacer imposible la justicia: el Miedo.

En el uno, y en el otro, lo que está en el centro del asunto es la cuestión, el propósito, la razón económica. Por un lado, recuperar el esplendor pasado del Palacio de Amadís, el mítico abuelo contrabandista, y por el otro, los antiguos fastos del Palacio del pretendido “Duque y Barón del antiquísimo Monte Fiascone; bodeguero, intendente de las copas, presidente de la vendimia, director de bacanales, con veinte etcéteras”.

Sin embargo, existen unas diferencias entre una y otra historia.

  • Los Motivos.

Acto de la CerentenolaEn Eréndira la retaliación y la venganza actúan como el motor que impulsa las decisiones de La Abuela, que vende a la nieta una y otra vez, sin término ni compasión, porque ni en el desierto, ni en el corazón de la avejentada y viuda prostituta, hay posibilidad alguna que los mitigue, que los transforme.

En ese mundo árido, seco, que termina en el mar, no son posibles los sueños, ni nada distinto a vender a la niña prostituida como “la mejor de las mercancías” para que pueda ser poseída por el que quiera y esté dispuesto a dar algo a cambio.

No hay precio. Basta con ofrecer y entregar, para poseer.

Esos motivos, los del odio y la venganza, escalan sin término y, finalmente llevan a que el amor que en la adolescente logra despertar Ulises- el novel y mestizo contrabandista- no sea suficiente para superar el odio y el deseo que terminan incubando de ver morir, de asesinar, a la vieja prostituta.

La primera vez, entrambos le dieron una libra de veneno para ratas mezclado con mermelada y nata de leche; solo consiguieron que aquella mujer sin alma perdiera la cabellera que reemplazó con una peluca; en la segunda ensayaron un explosivo y solo pudieron obtener como resultado una peluca chamuscada y una camisola vuelta jirones. La Vieja sin alma, parecía ser inmortal. Finalmente, es Ulises quien termina matándola haciendo uso de un cuchillo para destazar ganado.

Así, en este universo de odio, único, cerrado; en el que el tiempo es lineal y cíclico, en el mundo del desierto, en medio de la desesperanza, la imagen que ofrece el espejismo, es un engaño, una distorsión.

Entre tanto, en La Cenicienta que nos ofrece Rossini, “una obra en la que los personajes son profundamente dramáticos, pero en la que las situaciones son definitivamente cómicas”, el drama parte de la existencia de un auténtico afecto del descaecido y arruinado aristócrata por sus dos hijas propias.

Junto a ese amor, existe un miedo exacerbado que le perturba el seso.

Es el terror que experimenta frente a la sola posibilidad de que se descubra que ese amor desmedido por sus hijas lo ha llevado a malversar la herencia que legítimamente le correspondía a la hijastra maltratada.

El autor nos ofrece en un sueño, y en su correspondiente interpretación, el camino y el método para construir “un mundo paralelo” en el que es posible transformar, reciclar el amor enfermo y restaurar el equilibrio roto.

El planteamiento de Rossini es que es posible tramitar y transformar la realidad, que asaz es injusta y violenta, en otra diametralmente opuesta y, aparentemente imposible de alcanzar, a partir de la recomendación de Alidoro: “Pon a volar tu imaginación y cambiarás tu vida (…) pisaras más tesoros que barro; conquistarás todos los corazones”.

En este universo abierto, en el que “el tiempo es curvo”, la imagen de la realidad que se ofrece, hablando de ciencia moderna, es como un holograma en el que cada uno de sus elementos, cualquiera que sea su tamaño, contiene el todo de manera integral, completa.

  • El Liberador

En los dos relatos, los caminos que conducen a la libertad son distintos.

Fallido en el primero: la muerte.

Exitoso en el segundo: el perdón.

  • Ulises

Afiche publicitario de La CenerentolaEs la pasión y la voluntad.

El joven mestizo, de madre guajira y padre holandés asume el papel del liberador cuyas empresas fallidas conducen a Eréndira a padecer nuevas y más extremas formas de esclavitud.

Cada fracaso va acabando con su fe en que su amor sea suficiente para romper las cadenas que Eréndira hace cada vez más fuertes al repetir siempre: “Sí Abuela”.

Ella, la madre, jefe de su casa y de su casta; él, el padre, contrabandista.

Ella no sabía hablar Holandés y, él ni hablaba ni entendía el wayunaiki”.

Aquella circunstancia le permitió a Ulises una relación entrambos mundos que se comunicaban a través de él y en lo que él permitía y consideraba como apropiado.

Provisto de esta capacidad, cuando ni el amor, ni la manipulación de los poderes oponibles a La Abuela, incluido el de los agentes de “las cosas de Dios”, cuando a la pregunta de cuál es su decisión libre de mujer en edad de emanciparse, entre contraer matrimonio o volver a la carpa de su victimario, ella dijo que quería regresar con su abuela, entonces Ulises entendió que la muerte de la anciana era condición necesaria para alcanzar la Libertad.

Nunca pensó que una vez asesinada La Puta Vieja, aquella abuela sin alma, Eréndira saldría corriendo en contra del viento, como quien va para ninguna parte, sin que fuerza alguna pudiera detenerla. Ni siquiera la voz de Ulises.

  • Alidoro

La Cándida Eréndira

Es la Sabiduría, la Inteligencia, es la Razón.

Erudito, racional, un hombre de pensamiento al que, paradójicamente, algunos califican de “cabezón”, concluyen que “ninguno es tan bobo como él”. No pocos lo llaman el “hado padrino”.

 

Cuando los seres humanos no somos capaces de construir una explicación racional que nos responda las inquietudes acerca de cómo es posible que alguien alcance metas más allá de sus posibilidades, entonces recurrimos a la magia, a la explicación milagrosa.

Cuando no, al modo del castigo impuesto a Casandra por los dioses, se mina la credibilidad de quien sea capaz de ofrecer la verdad para que nadie crea en esa verdad.

La propuesta de La Cenerentola, es que el principio orientador del quehacer del gobernante, si este quiere transformar el mundo, tiene que ser la Inteligencia.

Ningun gobernante va a cambiar el mundo actuando como La Abuela Desalmada con ánimo de venganza y con odio; tampoco comportándose como Don Magnifico guiado por la propia culpa y por el miedo al castigo.

Es la Ciencia, y sobre todo la Inteligencia, esa suma de imaginación y sensibilidad, la única fuerza capaz de cambiar el mundo con un sentido humano en el que “quien habiendo alcanzado metas más allá de sus posibilidades, como Angelina, La Cenicienta, perdona a los que la han humillado y sojuzgado

Es una apuesta por “el deber ser” que Charles Foucault describe al decir: “la Libertad es la condición ontológica de la Ética; pero, la Ética es la forma reflexiva que adopta la Libertad”

Espejismo

De aquí que la rebeldía, la no conformidad de Angelina con su condición y la búsqueda incesante para encontrar la manera de transformar su mundo, sin doblegarse, sin renunciar a sus creencias, sea condición fundamental para lograr la Libertad y otorgar el Perdón.

En algún pasaje de la obra, justo cuando es posible que el mayor de los temores de Don Magnifico se concrete, el de ver amenazada la felicidad de sus hijas Florinda y Tisbee por la presencia de Angelina en la fiesta a la que convoca el Príncipe de Salerno, Don Ramiro, para seleccionar una esposa- porque “el tiempo pasa volando. La línea principesca, si no, se extinguirá”, el aterrado padrastro recurre a difamar a la hijastra, en el sentido clásico de amplificar sus defectos: “es una sirvienta sirvientísima, vulgar vulgarísima; criada ignorante ingnorantísima; tonta, tontísima; descarada, presuntuosa, rastrera, sucia, de bajísima extracción, grosera y encogida, buena para nada”. Pero, en tanto se trate de sus hijas, entonces les recomienda: “Hijas, utilizad el cerebro. Hablad con puntos y comas. Por caridad: mirad como os vestís: se trata de convertiros en princesas”.

  • La economía

Holograma

Don Ramiro, Príncipe de Salerno, es la fuerza dinamizadora de la vida capaz de producir frutos, si se dan las condiciones apropiadas.

Unas veces, a través de su “alter ego” es lógico y pragmático:

Como una abeja en los días de abril va volando ligera y alegre, corre al lirio, salta a la rosa, buscando la flor más dulce; así yo a las bellas miro y remiro; y, pese a haber visto tantas y tantas no encuentro un buen tino, un semblante un bocado digno de mi

En otras, razona y se comporta en función de motivos y propósitos elevados:

Es su sencillez la que me seduce y me enamora (…) Esa cadencia, ese semblante, algo tienen de sobrehumano. Yo me pierdo en este instante; no me reconozco a mí mismo.”

En la obra de Rossini, a diferencia de la de Gabo, es claro que para que una relación sea fecunda, entre el poderoso y quien aspira a participar del poder, se requiere que existan unas ciertas y determinadas condiciones por fuera de las cuales, toda relación es yerma, infecunda como las de Eréndira y sus circunstanciales perpetradores en medio del desierto.

Entrambos debe darse ¡Una gracia, cierto encanto, parece que brilla en su rostro! Qué hermosa es su sonrisa, penetra en el alma e infunde ilusión.”

Y, en eso abunda Alidoro cuando recurre al travestismo, al disfraz, para posibilitar que aquello ocurra y le provee a Angelina de vestido, zapatos, diadema, antifaz y brazaletes para que concurra a la fiesta como lo que es y que le niegan las circunstancias, una princesa confinada en la condición de sirvienta.

Ulises

El suyo es un gesto eficaz.

Muy distinto a los anuncios de La Abuela que servían de preludio al tormento de la cama, cuando le contaba la visión del futuro como si la estuviera descifrando en las barajas:

Tienes ropas de reina, una cama de lujo, una banda de músicos propia y catorce indios a tu servicio.

¿No te parece esplendido? Cuando yo te falte, no quedarás a la merced de los hombres, porque tendrás tu casa propia en una Ciudad de importancia. Eréndira contesto, como siempre: Sí, Abuela…..”

Por eso, el único lugar posible para esa historia es ese “mundo aislado”, esa tierra de impunidad, inhóspita, de vida rutinaria en el que “los hombres son brutos en asuntos de mujeres”

Por eso es posible que Don Ramiro y La Cenerentola terminen coincidiendo, enamorados, prendados el uno del otro.

¿Puede hablarse de un “espejismo”?

¿Fue un acto de engaño urdido por Alidoro?

AlidoroO, más bien, ¿fue como un holograma en el que en cualquier parte del mismo está presente la condición, integral, real y humana de ese modelo de ser persona en el que anida “la bondad más pura”?

Desprecio los dones que prodiga la fortuna, quien me quiera por esposa debe ofrecerme respeto, amor y bondad”, canta Angelina para explicar por qué no le interesa el amor del impostado príncipe caracterizado por Dandini y por qué fija sus ojos en un Valet que resultó siendo un príncipe, como ella.

  • La analogía

Recientemente, uno de los líderes de opinión en mi ciudad, insistía en lo siguiente:

(…) El aterrizaje de Elsa Noguera que en todos los auditorios externos habla bellezas de la Ciudad, pero no dice exactamente la verdad.

No creo que eso sea coherente.

Mas bien, se corre el riesgo que las cosas bellas que se exaltan artificialmente en los foros de otras ciudades se terminen convirtiendo en factores de risa. Volvámonos realistas, serios.

No dulcifiquemos nuestra realidad con la retórica de los espejismos. Pues así no se construyen ni competiividad, ni progreso. Ni nada. Aterricemos

Tal vez nuestro pensador crea que el papel que la Alcaldesa deba asumir frente al país, frente a los inversionistas y a los potenciales compradores, al momento de presentar la Ciudad, sea adoptar el papel de Don Magnífico respecto de la Cenicienta, calificándola de: “vulgar, descarada presuntuosa, criada ignorantona” o, como alguien persistía en decirlo en algún lugar de las redes sociales: “Barranquilla es una Ciudad de Mierda”.

Tal vez otros pensadores barranquilleros crean que lo procedente sea aceptar lo que Jaime Bonett llama: “La Terciarización espuria” de Barranquilla, y que ante lo inevitable, a la Alcaldesa de Barranquilla le corresponda replicar la actuación de La Abuela sin alma, buscando que nuestro territorio se pueble de contrabandistas, mercenarios, traficantes de armas, proxenetas, jugadores, timadores y de todos aquellos que precisen de un espacio de impunidad sin límites para construir su “Palacio de Amadises”.

Por eso, la Alcaldesa de la Ciudad, la persona que la suceda y todo el que quiera apostarle a la construcción de una Nueva Ciudad, debe aprender de los consejos de Alidoro:

Vamos, vamos. Menos ruido; a callar o tendremos un escándalo.

Sublima el pensamiento. Ven conmigo y no temas, porque para ti, y desde lo alt, me inspira el Señor de un trono cuyo poder no se tambalea”

  • El lenguaje utópico

Alidoro

Nada menos cierto que el pensamiento y el lenguaje utópico, que el uso de metáforas que expresan el sueño, la meta, el propósito, una autoestima alta y un orgullo por la Ciudad, no sirvan “para construir competitividad, ni progreso. Ni nada”. Eso, no es verdad.

Una simple aproximación al lenguaje utilizado en revistas promotoras de negocios en Baranquilla como “The Shiping List”, “El Promotor”, “El Diario del Comercio” los “Anuarios Comerciales de Barranquilla” y demás Publicaciones que promocionaban la Ciudad, como “La Revista Mejoras”, nos muestran el sentido y el efecto de ese tipo de lenguaje en momentos claves para nuestro desarrollo y prosperidad.

Leer las descripciones ofrecidas por el Cónsul Norteamericano en Barranquilla -Don Elias Porter Pellet- con destino a inversionistas en Nueva York, Liverpool, Amsterdam, Le Havre, Vigo, La Coruña, Paris, Londres o Amberes y compararlas con la “realidad fáctica”, la condición material y social del villorrio en esos años de finales del Siglo XIX, pueden que “terminen convirtiendo en factores de risa”.

Pero, sin lugar a dudas, de muy poca utilidad para lograr los fines de atraer a la ciudad el capital transnacional, hubiera sido promover las muertes producidas por el cólera morbo, los centenares que caían victimas de los tabardillos o dengues; la poco o nula navegabilidad del Río Magdalena, el aspecto que mostraba la ciudad de ser un “poblanchon de miserables casas pajizas”, los incendios, las calles destapadas y la pobreza generalizada.

El lenguaje de las autoridades y el de los promotores de negocios que hicieron posible el despeque de Barranquilla como plataforma urbana y fabril fue otro, muy distinto, al de exhibir las dolamas de La Ciudad.

Finalmente, vale la pena estudiar ese mecanismo de transformaciones urbanas, de cambios en la conducta individual y en el comportamiento colectivo, conocido como “El Efecto Pygmalion”.

Cuando el inversionista extranjero, atraído por los mecanismos del “mercadeo urbano” llegaba a Barranquilla en la segunda mitad del Siglo XIX con sus caudales, cartas de crédito y documentos de redescuento y se encontraba con aquel lugar tan atrasado, al no poderse regresar, se insertaba en una red de empresarios que fueron capaces de estructurar negocios de todo tipo que permitieron que lo que antes de su llegada era prefiguración, con su acción empresarial se convirtieron en realidad.

Ese es el secreto de “la profecía que se auto cumple”.

Eso, lo aprovecharon y lo aplicaron los dirigentes de una Barranquilla por la cual suspiran los que se niegan a aplicar la formula que ya demostró ser eficaz.

Eso, no es magia. Es ciencia.

 

 

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