Autora: Blanca Inés Prada Márquez
Prometí en mi anterior escrito decir algo sobre la filosofía, la cual, afirmé, no es ciencia ni es literatura. Empezaré con una anécdota:
Me encontraba en días pasados en un salón de belleza al que voy desde hace años, dialogando con la manicurista, quien me estaba contando sus tragedias: el marido, un policía de 40 años, hacía cinco que había muerto en un enfrentamiento entre pandillas, ella se había quedado sola, con tres hijos que se los ayudada a cuidar su madre, quien hacía un año había sufrido un paro cardiaco y también había muerto, y para colmo de males, su hija mayor había entrado a la UIS a estudiar filosofía, una carrera rara, que ella jamás había oído nombrar, y ni sabía para qué servía.
- Mire profesora, —me dijo — un día le pregunté a mi hija para qué servía la carrera esa que estaba estudiando, y la muy rebelde me contestó muerta de risa:
- “Mamá esa carrera no sirve para nada, pero a mí me gusta, y punto”.
- Usted qué piensa ¿Estará mi muchacha perdiendo el tiempo? Y yo con tanta necesidad de que ella se prepare y me ayude en la educación de los otros dos muchachos.
Yo estaba de verdad confundida, el drama de mi manicurista era tremendo.
- Pobre mujer —pensé en silencio— debo darle ánimo.
La miré sonriente, le di una palmadita en el hombro y le expliqué que lo más importante no era la carrera que hubiera escogido su hija, sino ella misma como estudiante. Si su hija es buena estudiante, responsable, si le gustaba leer y escribir, en fin, si sigue todos los lineamientos de la carrera es seguro que al graduarse va a tener un buen futuro.
- ¿Sí? Y ¿En qué trabajos podría ella desempeñarse? —Me preguntó inquisitiva la señora—
- Bueno, podría ser profesora, periodista, escritora, política y hasta consejera presidencial o de otro gran personaje, —le dije sonriendo.
- ¿De veras profesora? ¿Todo eso podría hacer mi hija con esa carrera tan rara que ha escogido?
- Claro que sí, le dije, todo eso y mucho más.
La señora me sonrió muy agradecida. Y créanme que yo le hablé con toda sinceridad pues estoy convencida de que no hay malas carrera sino malos profesionales.
Pues bien esta experiencia me hizo recordar las preguntas que nos hacían algunos colegas por allá por los años 1994- 1995, cuando con el profesor Martín Urquijo estábamos preparando el primer proyecto para la creación de la carrera de filosofía en la UIS.
Algunos profesores nos preguntaban:
- ¿Para qué sirve la filosofía?
Martín un poco molesto decía:
- ¿cómo así? A nadie se le ocurriría preguntar hoy para qué sirve la matemática, o para qué sirve la física, y sin embargo preguntan para qué sirve la filosofía, una disciplina milenaria que como las matemáticas y la física a lo largo de la historia ha dejado obras tan importantes.
Comentando el asunto con el profesor Ariel nos aconsejó responderles con las palabras de Bertrand Russel, quien sin tapujos habría dicho que “La Filosofía no servía para nada, pero que él se alegraba de que en un mundo tan pragmático, donde todo debía servir para algo, hubiera alguna cosa que sin servir para nada tuviera personas interesadas en ella”.
La pregunta de mi manicurista y la de muchos colegas de la UIS frente a la filosofía no es nada absurda, ella corresponde a algo muy concreto.
¿Cuál es el objeto de estudio de la filosofía? ¿Qué problemas puede ella ayudar a resolver?
Pero la verdad es que son dos preguntas nada fáciles de responder. Empecemos por los orígenes, en busca del sentido que se le ha dado a la filosofía desde la antigüedad. En un sentido amplio podemos argüir que la filosofía es muy antigua, tan antigua como la humanidad, entonces entendemos por FILOSOFÍA todo aquello que desde los más remotos tiempos, los hombres, los grupos humanos, han tenido como su propia visión del mundo, esto es, concepciones sobre la vida, creencias, ideales, aspiraciones, incluso explicaciones sobre fenómenos naturales, etc. En este sentido amplio se puede concluir que aún los pueblos más antiguos han tenido su propia filosofía.
En un sentido un poco más estrecho, se entiende por filosofía la reflexión crítica sobre todos los problemas que el hombre ha venido planteándose y sobre las soluciones que le ha dado a sus problemas a lo largo de la historia.
Podríamos decir entonces que la Filosofía es una reflexión críticasobre el pensamiento mismo, o sobre el espíritu mismo que ha engendrado tales pensamientos. En este segundo sentido el origen de la filosofía es más reciente, ella nació con los griegos en el siglo VII a. C.
Entonces la filosofía empezó a ser considerada como una especie de saber universal. Tales de Mileto, seguido de Pitágoras, Heráclito y Demócrito, entre otros, al igual que Platón y Aristóteles, fueron sabios en el sentido que dominaban todo el saber de su época.
En la Edad Media representaban a la filosofía como una fuente de donde manaban siete ríos: eran estos las siete artes liberales a saber: El Trivium que comprendía la gramática, la retórica y la dialéctica o lógica y el Quadrivium que comprendía la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Todos estos saberes eran ante todo y sobretodo filosofía, como nos lo muestra Jacques Le Golf en su bella e interesante obra: “Los intelectuales en la Edad Media”.
Más tarde René Descartes, en el siglo XVII, comparaba todavía la filosofía a un árbol cuyas raíces serían la metafísica, es decir el conocimiento de las primeras causas y de los verdaderos principios, el tronco era la física en sentido amplio como la ciencia de la naturaleza, y las ramas eran la mecánica o arte de las máquinas, la medicina y la moral, y como ven todo estos saberes estaban enraizados en la filosofía.
No hay que negar, sin embargo, que desde la antigüedad hubo una cierta división del trabajo intelectual, por ejemplo, las matemáticas que con Tales estaban íntimamente unidas a la filosofía se separaron con la geometría de Euclides hacia el año 300 a.C. y lo mismo sucedió con la mecánica como ciencia del movimiento con Arquímedes.
El golpe fatal al gran poderío intelectual de la filosofía, considerada hasta el siglo XVII como la panacea de todos los saberes empezó a dárselo Galileo, quien no sólo separó la filosofía de la teología, sino a la física de la filosofía, ya que para él la física no podía desarrollarse a base de silogismos como habían pretendido hacerlo Aristóteles y sus seguidores, sino que teniendo un ámbito de estudio limitado y circunscrito que eran los fenómenos físicos, sus explicaciones debían estar fundamentadas en la observación, y en el análisis matemático.
Con el gran desarrollo del método experimental a partir de Galileo, las demás ciencias se fueron poco a poco independizando. La química se separará de la filosofía en el siglo XVIII con los trabajos e investigaciones Lavoisier; la biología se independizará hacia finales del siglo XIX después de los trabajos de Darwin y Claudio Bernal y poco a poco se fueron independizando la sociología, la psicología, la historia, la economía, en fin, las ciencias sociales también se fueron separando de la filosofía.
En nuestros días, especialmente cuando se trata de conocimiento del mundo externo, es a la ciencia y no a la filosofía, a quien acudimos en busca de conocimientos.
¿Qué papel le quedó entonces a la filosofía?
La emancipación sucesiva de las diversas ciencias muestra que la autentica misión de la filosofía no estaba en ese saber enciclopédico como pretendía serlo al principio. La palabra misma FILOSOFÍA, parece haber sido inventada por Pitágoras para quien significaba “Amor a la sabiduría”, y no SABIDURÍA, ya que ésta, según Pitágoras, solo le correspondía a los dioses.
Pero parece ser que más tarde Cicerón empezó a hablar de la filosofía como “sabiduría”, y a considerarla como “el conocimiento de las cosas divinas y humanas, de sus principios y de sus causas”. Sin embargo debemos reconocer que los primeros filósofos fueron SABIOS, en el sentido que dominaban todo el saber de su época, se ocupaban de geometría, física y astronomía, y un Aristóteles aunque no se ocupó mucho de geometría si se ocupó de ciencias naturales, de política, de moral, en fin de todo el saber de su tiempo, es considerado el primer gran enciclopedista de la humanidad y la gente creyó tanto en sus conocimientos que su sistema del mundo y la mayoría de sus enseñanzas llegaron casi íntegras hasta mediados del siglo XVII.
Platón no fue un enciclopedista como Aristóteles, pero en sus Diálogos trató sobre todos los temas de la existencia humana, discutió sobre la vida, sobre el amor, sobre la amistad, sobre el conocimiento, sobre el lenguaje, sobre el alma, sobre la muerte, sobre la política, sobre el mejor gobierno, sobre el bien, sobre el deber y sobre muchos otros temas con gran sabiduría y con un método de discusión abierto, donde no se daba nunca una respuesta definitiva, de esta manera mientras que su discípulo Aristóteles fue desmentido en muchas de sus afirmaciones con el desarrollo posterior del conocimiento, los Diálogos de Platón siguen vivos, intactos, los podemos seguir leyendo y siempre nos enseñarán algo valioso, porque él tuvo la inteligencia de reflexionar sobre los problemas trascendentales de la existencia humana, problemas sobre los cuales difícilmente las ciencias podrán dar respuestas definitivas.
Por esto y por mucho más PLATÓN es considerado el “filósofo por excelencia”, alguien que marcaría el derrotero para la filosofía a lo largo de la historia del pensamiento humano.
Tanto Platón y Aristóteles como todos los filósofos después de ellos, más que el problema del conocimiento que siempre estuvo pendiente en sus investigaciones, les preocupó el problema Moral, esto es, el problema de la acción, el problema Ético.
Descartes por ejemplo buscaba con su proyecto del “árbol del conocimiento” llegar a una moral racional, y Kant planteó las grandes preocupaciones de su quehacer filosófico en estas cuatro preguntas:
- ¿Qué podemos conocer?
- ¿Qué debemos hacer?
- ¿Qué podemos valorar? Y
- ¿Qué es el hombre?
Immanuel Kant (1724 – 1804), el más grande de los filósofos modernos, tuvo una muy buena comprensión de la ciencia newtoniana y empezó a preguntarse muy seriamente sobre cuáles eran los fundamentos de la ciencia, y cuáles eran los límites de la razón.
Con Kant se desarrolló la filosofía CRÍTICA, una filosofía que enseña al hombre a ser modesto en sus afirmaciones, a no creer, como antaño pensaban los filósofos, que la razón pura podía explicarlo todo, sin mediación de la experiencia.
Esta modestia Kantiana fue duramente criticada por Friedrich Hegel (1770 – 1831), quien pretendió hacer de la filosofía un sistema auto comprensivo, capaz de explicarlo todo racionalmente sin necesidad de acudir a la experiencia, utilizando solo la lógica y la dialéctica que para él era “la ley suprema de lo real”, y descuidando el interés que los filósofos anteriores, al menos Descartes y Kant, habían tenido por el conocimiento científico.
Hegel trató de unificar los problemas del conocimiento y la acción en su pretensión de brindar al hombre un conocimiento absoluto y totalizante del Absoluto, donde la máxima expresión del desarrollo y evolución del pensamiento era dada por la filosofía, pero no por cualquier filosofía, sino por la filosofía alemana y en ella por su propia y personal filosofía. Euforia dialéctico - logicista, poco modesta y bastante racista, enredada y confusa, que aún hoy a muchos les apasiona.
El desprecio que manifestó Hegel por las ciencias naturales de su época preparó el ambiente, junto con otros factores, para el surgimiento de la filosofía positivista, filosofía que proclama no la auto comprensión filosófica que buscaba Hegel, sino la auto comprensión científica; para los positivistas la filosofía en lugar de estar en el pedestal donde la había sentado Hegel, se pasó al patio de atrás, ya no tiene ninguna razón de ser, a no ser que sea una filosofía científica, pues la moral misma pretenden ellos que surja como consecuencia del trabajo científico.
La verdad es que después de Descartes y Kant, y habida cuenta del extraordinario desarrollo de las ciencias, los filósofos han tenido que aceptar la modestia Kantiana y contentarse con ayudar a resolver dos problemas fundamentales: el problema del conocimiento y el problema de la acción, sin embargo ni el uno ni el otro lo pueden resolver solos, sino es en un DIÁLOGO interdisciplinario con las diversas ciencias, pero la cuestión que se plantea es:
¿Están los filósofos preparados para llevar adelante este diálogo tan importante hoy? ¿Pueden los filósofos abordar los problemas de la existencia humana sin ningún contacto con las ciencias, sin saber nada sobre ellas?
Siempre me pareció curioso cuando estudié por ejemplo a Sartre y a Heidegger, dos filósofos de principios del siglo XX, quienes pretendieron abordar los problemas de la existencia humana, de la acción, del ser, sin ni siquiera hacer mención de la ciencia de su época, viviendo sin embargo en la época de las tres más grandes revoluciones científicas del siglo XX: la mecánica relativista, la mecánica cuántica, y las teorías biológicas. Se ve en estos dos filósofos una ignorancia total frente a los problemas científicos de su tiempo, quizá debido a la influencia hegeliana.
Desafortunadamente en muchos maestros de filosofía se nota esta ignorancia, yo recuerdo cómo mi maestro de Descartes pasaba el semestre sin hacer ni siquiera una mención a la obra de Galileo y Kepler, y quien nos enseñaba la filosofía kantiana no tenía ni idea de la existencia de Isaac Newton.
Pero a la inversa podríamos añadir que los científicos saben bien poco, o casi nada sobre filosofía, a pesar de la importancia que esta disciplina ha tenido a lo largo de la historia humana, es más, muchas cuestiones que empezaron como problemas filosóficos con el tiempo terminaron convertidos en problemas científicos, la filosofía le ha abierto muchos caminos a la investigación científica y viceversa.
Querámoslo o no, la FILOSOFÍA sigue siendo una disciplina muy importante y necesaria en el mundo actual, ella sigue teniendo diversas funciones, entre otras podríamos señalar las siguientes:
1) Una función esclarecedora de los diversos métodos científicos y del valor de la ciencia no sólo como actividad destinada a la solución de problemas prácticos, sino como actividad comprometida con la búsqueda de la verdad, a esto está encaminada la epistemología;
2) Una función constitutiva de sentido y valoración personal, social, cultural, de normatividad, y de procedimiento encaminada a la construcción de una ética laica tan fundamental hoy en toda sociedad;
3) Una función comunicativa - dialógica, que ayuda a compartir consensos y disensos para integrar saberes y prácticas, para reconocer explícitamente la contingencia del saber y del actuar, fundamentando la participación, la convivencia pacífica y la democracia participativa en el DIÁLOGO;
4) Una función de cuestionamiento crítico, que ayuda a la búsqueda de la verdad y que es, como señalan Russell y Popper, el mejor antídoto contra todo dogmatismo.
La filosofía no enseña a hacer cosas, no imparte saberes particulares, no adiestra en ningún arte ni oficio, pero sí da una serie de elementos teóricos para el análisis, la reflexión, la argumentación crítica, la mirada en perspectiva, la búsqueda de fundamentación y de soporte racional para la aceptación de las ideas, las creencias y las teorías.
Sin duda que todos los aportes de la filosofía son difíciles de puntualizar, de describir, de mostrar, ellos sólo se comprenden en el ejercicio mismo del filosofar, gracias a la lectura atenta y crítica de los grandes pensadores, pero también en la diaria reflexión del filósofo, quien no sólo lee textos sino también contextos y se cuestiona sobre los problemas trascendentales que se le presentan al ser humano, tratando de aportar una reflexión que ayude a lograr la excelencia en el actuar, el “DEBER SER”.
Para saber más:
_ PLATÓN. Leer por lo menos uno de sus Diálogos
_ Le GOLF, Jacques. Los intelectuales en la Edad Media. Eudeba, 1965.
_ CICERON. Lettres. Carta VII. P.U.F. París, 1970.
_ LINDBERG, David. Los inicios de la ciencia occidental. Paidós, 2002.
_ SZTAJNSRAJBER, Darío G. Para qué sirve la filosofía. Planeta, 2013.
_ RUSSELL, Bertrand. Elogio de la ociosidad. Edasa, Barcelona, 1986.
_ PRADA, Blanca Inés. Apuntes de clase. Inéditos.