Autora: Blanca Inés Prada Márquez
Invito a todos mis colegas a que se den un paseíto por el piso séptimo del edificio de Humanidades donde tiene su centro de operaciones hoy, el CENTRO HALLEY DE ESTUDIOS ASTRONÓMICOS, coordinado por el doctor Luis Núñez, con la valiosa colaboración del doctor Hernán Asorey y otros profesionales y estudiantes apasionados por el conocimiento del COSMOS.
Este grupo que nació como “Centro Halley de aficionados a la Astronomía” se ha mantenido siempre muy activo promoviendo la divulgación astronómica pero también progresando en la investigación.
Durante estas tres décadas muchos estudiantes y también algunos profesores, —entre otros el doctor Arturo Plata, profesor de física, quien estuvo de medio tiempo al frente del grupo durante varios años, antes de que llegara el actual coordinador, el doctor Luis Núñez—, se han esforzado por mantener viva entre los estudiantes de la universidad y en la región la pasión por el estudio de los fenómenos celestes. Algunos de estos jóvenes, una vez graduados, han hecho fuera del país estudios doctorales en astrofísica y hoy tenemos varios doctores trabajando en Astronomía dentro y fuera del país.
Cuando organizamos el Centro Halley en mayo del 1984 con la colaboración del profesor Bernardo Mayorga y Abel López, junto con un grupo de jóvenes entusiastas de mis cursos de Historia de las ciencias, sólo contábamos con un insigne catalejo kepleriano, unos binoculares y algunos libros, revistas y diapositivas, pero con esos insignes instrumentos pasábamos las noches de los fines de semana bien en el Picacho, bien en Catay o en alguna finca, tratando de observar las lunas de Júpiter, los anillos de Saturno, lluvias de estrellas, algunas nebulosas y de identificar constelaciones, con ayuda de cartas celestes que nos llegaban de Medellín, de Bogotá y hasta de Mérida, Venezuela, donde había un fuerte grupo de aficionados con quien empezábamos a tener intercambios.
Hoy están bien lejos aquellas primeras épocas de trabajar con las uñas, hoy el grupo ha logrado una verdadera especialización contando ya con un PLANETARIO, algo que en décadas pasadas parecía un sueño imposible.
El planetario es un instrumento pedagógico muy valioso para la divulgación de la Astronomía. Allí se puede —gracias a programas muy bien elaborados— recrear el cielo nocturno, mostrar y explicar de una manera sencilla y didáctica, muchos de los más interesantes fenómenos celestes, entre otros: un eclipse, o nuestro pequeño pero extraordinario sistema solar con todos los cuerpos que lo conforman, su situación dentro de nuestra galaxia la Vía Láctea, y la relación de ella con los millardos de otras galaxias que pueblan el universo, cada galaxia con sus millardos de estrellas de magnitudes muy superiores, la mayoría, a nuestro maravilloso SOL, y muchos otros temas relacionados con el universo astronómico.
En fin, el planetario bien utilizado puede muy bien ayudar a muchos jóvenes a apasionarse por el conocimiento del universo, convertirse en un semillero de futuros científicos, o al menos de aficionados a la astronomía. Pero la astronomía necesita para poder desarrollar observaciones y avanzar en sus investigaciones, otro instrumento más sofisticado, se trata del TELESCOPIO.
Pues bien, en estos días los coordinadores del Centro Halley están organizando un observatorio astronómico en el octavo piso del edificio de Ciencias Humanas e instalando allí un enorme TELESCOPIO, el que ya no necesita estar situado en las más altas montañas, ni el observador debe pasar sus noches congelándose de frío, NO, eso ya son cosas del pasado.
Ahora este telescopio, será monitoreado desde una sala de observación y mientras los astrónomos toman tinto y hasta se fuman un cigarro, el famoso instrumento va arrojando sobre una serie de pantallas todas las imágenes y los datos sobre su localización en el cielo ¡Qué maravilla!
En este salón de observación nuestros astrónomos podrán descubrir el día menos pensado, quizá un nuevo planeta, un cometa o un meteorito que se acerca y nadie hasta ahora los ha percibido, y hasta la explosión de una supernova, todo esto puede ser posible aunque parezca increíble.
Los progresos que nuestro centro Halley ha logrado en estos últimos años son maravillosos y merecen que la universidad los siga apoyando cada día más. Por otra parte es justo reconocer que este gran avance se debe, sobre todo, al entusiasmo y la gran capacidad administrativa del doctor Luis Núñez, su director, quien sabe muy bien vender sus ideas y tocar en las puertas a donde debe tocarse para conseguir fondos.
Esto de aprender a conseguir fondos es parte importante en la investigación científica, y no creamos que sólo nos toque hacerlo en el tercer mundo, no señores, pasa incluso en países bien desarrollados.
Luis Eduardo Ibáñez, un exalumno de la UIS que trabaja en un grupo de investigación de punta en EE.UU. me contaba que su grupo invertía cerca de un tercio de tiempo al año en la búsqueda de fondos para continuar con las investigaciones. Siempre es muy importante saber vender las ideas, saber mostrar el valor y la importancia de los proyectos, si queremos que nos los aprueben y nos ayuden en su realización.
Pero volvamos al centro Halley UIS, y a sus grandes metas. El grupo tiene en mente otra idea muy audaz, se trata del proyecto PAS: Polo de Astronomía social, que funcionará en el Páramo de Berlín y que según dice el doctor Núñez, tendrá dos objetivos fundamentales: uno será tratar de establecer allí un centro de contacto y acercamiento de la investigación científica a la comunidad.
Allí construirían un Planetario para la divulgación científica y astronómica, para ofrecer charlas, conferencias, congresos, etc., pero también habría un Observatorio y un grupo de investigación en astrofísica que se especializaría en la captación de RAYOS GAMA “tipo de radiación electromagnética cuya altísima energía puede utilizarse en solucionar problemas prácticos”, dicen los doctores Núñez y Asorey, coordinadores del proyecto.
Tendríamos en Berlín, argumentan ellos, una especie de “Panachi científico”, visitado por mucha gente interesada en temas científicos sin necesariamente ser científicos. Este centro tendría también aplicaciones prácticas, tratando de establecer un vínculo muy valioso entre las ciencias del Cielo con las ciencias de la Tierra.
A mí personalmente me apasionan estos proyectos, me parece maravilloso que haya personas audaces y capaces de pensar en grande, de proyectar un desarrollo científico en nuestra región que pueda no sólo ser aprovechado por los expertos, sino que enriquezca también a toda la comunidad.
La astronomía es una ciencia milenaria que ha apasionado siempre tanto a científicos como a aficionados, es más, muchos de los descubrimientos astronómicos han sido hechos por aficionados. Por otra parte es una ciencia que tiene un gran valor interdisciplinario ya que ella necesita de la ayuda de todas las ciencias.
De ahí que yo considere que empezar a despertar en los niños desde su más tierna edad el amor por el conocimiento de los fenómenos celestes, es motivarlos también desde muy jóvenes al estudio de las diversas ciencias: las matemáticas, la física, la química, la biología, la geología, la historia de las ciencias, e incluso la reflexión filosófica, entre otras. Cuantos niños le quitaríamos a la guerra, a la violencia, al vicio, si los motiváramos hacia el estudio del universo, si los apasionáramos por investigar, descubrir y tratar de entender las maravillas del COSMOS.
FELICITACIONES a todos los astrónomos y aficionados a la astronomía de ayer y de hoy, que han trabajado o trabajan actualmente en el Centro HALLEY DE ESTUDIOS ASTRONÓMIC0S de la UIS.
Para saber más:
1. Visitar el centro Halley de estudios astronómicos, e ir a algunas sesiones del PLANETARIO.
2. Darle una miradita al libro: Somos ciudadanos del Cosmos. UIS. 2004, escrito por varios astronómicos y aficionados a la astronomía, integrantes del centro Halley, para celebrar sus primeros 20 años de actividades.