El comienzo oficial del toreo femenino en España se dio en 1934, cuando el ministro de Gobernación de la época, Salazar Alonso, dejó sin efecto el artículo 124 del entonces vigente reglamento taurino, que prohibía expresamente a las mujeres dedicarse al toreo a pie, ejercicio que se consideraba “impropio y tan opuesto a la cultura y a todo sentimiento delicado”, según lo escrito en una Real Orden de 1908.
El éxito que entre los aficionados había cosechado la novillera Juanita Cruz, permitieron que ella hiciera el paseíllo en la Monumental de Las Ventas en abril de 1936. Sin embargo, poco tiempo después la dictadura franquista, por intermedio del ministro Juan de la Cierva, rehabilitó la prohibición de 1908.
Juanita fue, tal vez, la más grande, pero no la única mujer torera. Hasta el momento, otras han tomado la alternativa: Maribel Atiénzar, en México 1981 y Cristina Sánchez, en Nimes, 1996. Ambas han denunciado repetidamente el machismo que domina la fiesta brava.
La historia del toreo femenino es mucho más antigua; en el último cuarto del siglo XVIII, una mujer, Nicolasa Escamilla, toreó con los varones. De ella se cuenta que una tarde se destacó en Zaragoza, donde fue vista por Goya, quien la inmortalizó en uno de los aguafuertes que conforman su esplendida Tauromaquia.
En el siglo XIX, Martina García, conocida como “La Martina”, fue quizás la torera más famosa. A ella le siguieron otras, como Jenara Ganes, Juana Castro y Francisca Gisbert.
En el siglo XX los aficionados recuerdan con especial respeto a la rejoneadora Conchita Cintrón, una chilena, nacida en Antofagasta en 1922, que mas tarde adoptó la nacionalidad peruana y toreó a caballo por las principales plazas de Hispanoamérica, para luego ir a España.
Ya que la ley sólo prohibía a las mujeres el toreo a pie, esto permitió a la valerosa Cintrón rejonear y triunfar en toda la Península, entre 1945 y 1950. Por último, cabe destacarse el hecho de que únicamente una mujer, Cristina Sánchez, ha sido la única que ha salido en hombros por la puerta grande la monumental de Las Ventas, en Madrid.
(Adriana Martínez Rubio, Vanguardia Liberal)