Autora: Blanca Inés Prada Márquez
En el libro “La sociedad abierta y sus enemigos” el filósofo Karl Popper (1902 – 1994), expresa sus críticas a Platón, Hegel y Marx y esboza sus lineamientos, que más tarde perfeccionará, en torno a la filosofía política, exaltando el valor de la democracia participativa y condenando todos los sistemas cerrados, los totalitarismos y las dictaduras que tanto daño le han hecho a la humanidad.
Dicha obra, por cierto bastante voluminosa, más de mil páginas, y de un profundo contenido filosófico y socio político fue desvirtuada desde que salió a la luz pública en 1945, por todos aquellos que hicieron de Marx un ídolo intocable, un mesías, un profeta, de quien nadie podría hacer la menor crítica.
Dogmatismo que tanto daño le ha hecho al marxismo y que desafortunadamente le ha hecho daño también a los sistemas económicos que se dicen seguidores de su filosofía, quienes cerrándose a toda crítica han cometido los más crasos errores porque como bien lo subraya el mismo Popper: “Sin crítica no hay avance posible ni en el conocimiento ni en la política”.
Podríamos decir que en los últimos dos siglos los dos filósofos de la política que han alcanzado más importancia son Carlos Marx y Karl Popper. Pero mientras el imperio que trató de construirse con las ideas de Marx se derrumbó entre 1989 – 1990, las ideas de Popper sobre la DEMOCRACIA se siguen apoyando cada día con mayor fuerza en todo el planeta, así la construcción de una verdadera “democracia participativa” se nos presente cada día con mayor dificultad y complejidad.
¿Quién no aboga hoy por el pluralismo, la defensa de los derechos humanos, el voto popular para elegir y derrumbar a los gobernantes, la libertad de expresión y de crítica, la necesidad de instituciones que faciliten el ejercicio responsable de la libertad, controlen el poder desmedido de los gobernantes y se conviertan en salvaguardia de la democracia?
¿Quién no quiere vivir hoy en una sociedad abierta, como la que describe y quiere construir Karl Popper?
De esto y de mucho más habla Popper en “La sociedad abierta y sus enemigos” donde esboza profundas críticas a tres grandes pensadores de la humanidad, esto es a Platón Hegel y Marx, una crítica en donde pone en práctica su método crítico, que consiste en NO destruir al adversario, sino en valorarlo en su justo medio dirigiendo la crítica no a la persona, ni siquiera a lo que la persona dice, ni tampoco a como lo dice, sino a lasCONSECUENCIAS DE LO QUE DICE, plantea o propone.
En la Sociedad Abierta Popper manifiesta la voluntad de denunciar las consecuencias del irracionalismo en política, entendiendo por irracionalismo toda moral basada en las emociones bajo la excusa de que la razón es insuficiente para conducir a los hombres.
Popper se esfuerza por mostrar que la razón sólo es insuficiente cuando se la confunde con el dogmatismo, en lugar de verla como actitud crítica; por otra parte, Popper considera que la primacía de la emoción, aún de las emociones altruistas, lleva siempre a la violencia, mientras que la voluntad racional implica el respeto al otro y el sentido de la responsabilidad individual.
Pero por favor, no es que Popper desconozca el valor de las emociones, sino que cuando estas tratan de sustituir a la razón, pueden ser muy peligrosas.
Popper se esfuerza en mostrarnos los peligros a que puede llevar el irracionalismo, en particular cuando este es utilizado para motivar a las masas y llevarlas a aceptar utopías que pueden terminar en sistemas políticos cerrados que destruyen todas las libertades, e incitan a la violencia, llevando a los pueblos a renunciar a todos sus derechos y a un empobrecimiento no sólo económico sino también moral.
En su obra Popper muestra que la búsqueda de una Sociedad abierta será siempre un ideal de la razón, un ideal difícil de lograr, porque siempre habrá motivos y mecanismos que impulsen hacia la sociedad cerrada, es decir hacia la sociedad autoritaria, dogmática, tribal. Además la sociedad abierta, al estilo popperiano, necesitaría de hombres realmente libres y responsables, capaces de decidir sobre sus propio destino, sin que éste afecte el destino de los otros.
Hombres con un sentido muy justo de las limitaciones que lleva consigo la libertad si no quiere destruirse a sí misma; aquí surge el problema que el mismo Popper plantea varias veces en su obra: ¿Cómo lograr que un sistema político disminuya las desigualdades sin menoscabo de las libertades? Este es el gran desafío de la filosofía política, subraya.
Una de las grandes críticas que Popper le hace a Marx es su historicismo, esto es, el creer que la historia tiene un sentido, una dirección que debemos tratar de descifrar. Para Popper la historia no tiene un "sentido oculto" que pueda ser descubierto como pensaba Marx y los historicistas de su tempo, esto quiere decir que no hay una "clave" para comprender los procesos históricos y deducir de ellos lo que sucederá en el futuro.
Son los hombres de cada época quienes con su responsabilidad y compromiso personal le imprimen un sentido a la historia, y este sentido será tanto mejor si tales compromisos están enfocados hacia la construcción de la sociedad abierta. De ahí que la EDUCACIÓN sea un factor tan importante en el sentido que los hombres dan su propia historia.
Una educación que enseñe a los hombres a no ser meros espectadores, sino forjadores de su propio destino, es fundamental cuando se quiere construir una sociedad con personas autónomas, capaces de hacer uso responsable de su libertad y de aceptar el orden sin necesidad de autoridades que se lo impongan, como también capaces de encontrar la recompensa de sus obras en el obrar mismo, y no en un destino futuro ideal y por lo demás incierto.
Popper siguiendo a Kant insiste en que debemos aprender a ser libres y respetar la libertad de los otros, “atrevernos a usar nuestra propia inteligencia para mejorar la vida sin promesas utópicas de paraísos terrenales irrealizables, conscientes de que la felicidad es más un asunto personal que un ideal político”.
En la “Sociedad abierta y sus enemigos”, Popper ofrece sobre Marx los mejores elogios, admira su sinceridad, su amplitud de criterios, su sentido de los hechos, su desconfianza de las meras palabras, su humanismo, su amor a la libertad, su denuncia del capitalismo salvaje, su esfuerzo teorizante por forjar las armas científicas con las cuales el suponía se podría luchar para mejorar la suerte de la gran mayoría de los hombres.
Pero le crítica, como ya dijimos su historicismo que lo llevó a convertir su filosofía en una doctrina, en una UTOPIA donde se postulaba la llegada de un hombre nuevo gracias al comunismo, el cual exigía no sólo la abolición de la propiedad privada sino también del Estado, y curiosamente – dirá Popper—, donde más fuerte se hizo el Estado fue en los países que siguieron la doctrina de Marx.
Le crítica también su incitación a la violencia, como consecuencia necesaria de su historicismo mesiánico, el cual señalaba que para lograr ese paraíso en la tierra al cual llegarán los hombres en el comunismo cualquier método era permitido usarse con tal de llegar a la meta, es decir que se podía poner en práctica aquello de que “el fin justifica los medios”.
También le critica su falta de visión política al no haber vislumbrado que esos “proletarios” una vez llegados al PODER, gracias al triunfo de la lucha de clases, podían convertirse en los nuevos explotadores, como en efecto ha sucedido en todos los países que han abrazado las teorías marxistas, porque como subraya Popper: “No hay cosa que más corrompa que el poder”.
Y como cosa curiosa los revolucionarios marxistas desde Stalin para acá, han terminado atados al poder por décadas hasta llegar al caso de los hermanos Castro que ya van por casi un siglo disfrutando de las delicias del poder socialista en detrimento de su pueblo.
De sobremesa:
Dado que es imposible en un artículo periodístico adentrarnos en la temática de una obra tan compleja y extensa, sólo me queda sugerirles a quienes deseen profundizar un poco, que le metan el diente a la lectura de “La sociedad abierta y sus enemigos”. O si desean leer algo más corto pues les sugiero leer el capítulo séptimo de mi libro “Ciencia y política en Karl Popper” UIS, 2006. En dicho capítulo hago un análisis extenso de la obra que hemos venido comentando.