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FIESTA Y CIUDAD

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Autor: Moisés Pineda Salazar

Carnavales en la actualidadConsiderando las condiciones tecnológicas, los desarrollos urbanos y la cultura de las sociedades del Siglo XXI, me he permitido afirmar que existen por lo menos cinco (5) maneras de disfrutar de la jarana carnavalera en Barranquilla.

Tres de ellas están mediadas por el concepto urbano de “ESPECTACULO DE MASAS” que se da en correspondencia con la visión de la “CIUDAD MERCADO”. Allí están quienes hacen la fiesta en los Palcos y Casetas, los que participan en los desfiles y los que siguen el acontecimiento por televisión.

En respuesta a esta visión, la ciudad organiza espacios para escenificar los espectáculos considerando los elementos que son básicos en cualquier propuesta comercial de entretenimiento : sitio para espectadores (graderías, palcos…), tarimas, templetes, palcos, tarifas y boletos, además de la parafernalia electrónica de sonido, luz y color condicionadas por los requerimientos que sobre estética, belleza y gusto, demanda el espectador.

Ahora bien, considere usted lo que pasaría si la Reina del Carnaval se presenta en una tarima de barrio acompañada por un grupo de millo o por una papayera en medio de un espectáculo en el que se presentan el grupo de vallenato o de merengue que está de moda.

Festejo carnavalero del pasadoLo más probable es que reciba rechiflas y protestas por parte de un público que no quiere « perder tiempo » viendo reinas, bailando y oyendo « música boleta ». La cultura de los mass media y del consumo, imponen lo espectacular/ comercial como condición para entender, aceptar, tolerar, incorporar y comprar.

Por eso, la Reina del Carnaval se ve compelida a tararear y batir palmas al son del ritmo o disco de moda, a bailar reguetón y merengue.

Un cuarto grupo hace la fiesta desde la calle, en los bordillos, en tanto que un quinto se divierte en las esquinas de los barrios sin importarles ni los desfiles, ni los disfraces, ni las reinas, ni las casetas.

¿Dónde están los que hacen la fiesta desde el imaginario folclórico?

¿Cuál es el lugar, el espacio público, donde se escenifica su fiesta?

Para poder avanzar en la comprensión del hecho cultural relacionado con tales elementos patrimoniales, objeto de especial protección, es importante que estemos de acuerdo en que todos ellos provienen del universo rural a partir de cuya disolución- desaparición- se formó la ciudad de Barranquilla.

En las primeras etapas de su poblamiento y organización, aquellas formas de ser, de creer, de sentir y de hacer, propias del campo, encontraron en “La Arenosa” unos espacios para su escenificación porque los migrantes que se quedaron aquí los construyeron a través de la fiesta religiosa y de la conmemoración cívica.

Carnavales en Barranquilla del pasado

Tales espacios se materializaron en acciones de intervención y amoblamiento urbanos: iglesias, parques, plazoletas, bulevares, kioscos, teatros, salones, templetes, camellones y albarradas.

Las fiestas de Barranquilla a comienzos del siglo XXLas corralejas y festejos de San Nicolás en la Calle Ancha durante el Siglo XIX ; las fiestas de San Roque en las primeras dos terceras partes del Siglo XX ; las fiestas del Corpus Christi, los festejos, desfiles y juegos florales del 20 de Julio, del Día de la Bandera y del 11 de Noviembre, así lo demuestran.

Con el paso del tiempo, el crecimiento del área construida de la ciudad, la profundización de una cultura laica y el debilitamiento del imaginario republicano trajeron consigo la desaparición de las oportunidades para la fiesta popular con el correspondiente deterioro de los espacios y escenarios festivos.

De esta manera, en Barranquilla, los tiempos y los desfiles de carnaval se han convertido en la UNICA oportunidad y en el ÚNICO espacio urbano disponible para la escenificación de la tradición rural.

No hay otra, ni otros, en nuestra ciudad. Esa circunstancia hace que las mismas condiciones temporales hayan hecho desaparecer las vinculaciones entre folclor y religión.

Así, danzas como la de los Diablos Arlequines y las Cucambas, por fuera de su contexto original que fueron las fiestas de la cosecha que coincidían con la festividad religiosa del Corpus Christi, han perdido su significado prístino.

Han dejado de ser danzas de origen y contenido religiosos para transmutarse en danzas de carnaval en las que la prevalencia del vestuario y la habilidad circense han hecho desaparecer el metarrelato teológico.

Igual ha ocurrido con expresiones asociadas a condiciones ecoambientales desaparecidas como ocurre con las danzas de los Coyongos y de los Pájaros vinculadas a los ecosistemas del río Magdalena.

Un habitat cuya flora y fauna solo forman parte de la memoria colectiva depositada en los mayores y que en esas danzas se conservan en forma de vestido, música, versos y coreografías que no alcanzan a ser apreciadas, ni en los desfiles carnavaleros, ni en las restricciones de las tarimas que se montan para las transmisiones de televisión.

Carnavales de Barranquilla de mediados del siglo XXIgual ha pasado con aquellas danzas que reflejan las condiciones de instituciones socioeconómicas rurales extintas, como ocurre con la cacería que es el hilo conductor de la historia que se narra en La Danza de los Gallinazos. Cacería, burro, perro y gallinazo, cada día son menos visibles, cada vez están menos presentes, cada día son más extraños a la experiencia vital del ser urbano.

Otras, como la Danza del Garabato se debaten entre quienes pensamos que es una hibridación de las Danzas de Negros de Congo y los que han construido, para su justificación, la metáfora de la labranza y los ciclos de la cosecha.

La industrialización, la desmitificación de la muerte han operado un proceso de resignificación al punto que ya no es el instrumento de labranza o de “tortura para aguijar la bestia”, ni una metáfora de “la pelona”, sino la identificación de un presunto ritmo musical: se dice “bailar garabato” o de disfraz: se dice “estar disfrazado de garabato”.

Peor ha ocurrido con la misma Cumbia que, acabada la estancia, la hacienda y la boga con sus rituales de descanso y aprovisionamiento, se ha transmutado en una comparsa diuturna de carnaval.

Igualmente otras formas de expresar valores y rituales socialmente convocantes han cambiado en medio de estas nuevas realidades culturales, a tal punto que la conmemoración patriótica con sus rituales de paradas militares y banderas, ha sido « borrada », literalmente desplazada, por una nueva fiesta urbana: el fútbol.

Todo esto significa que la ciudad cambió y que tales cambios han cambiado la mentalidad de los citadinos y con ello las oportunidades y las formas de expresar aquellos imaginarios en los que se cree y se espera.

Un asunto susceptible de ser conocido, de ser reproducido, de ser transformado. Estamos frente a la ciencia, no ante una religión. 

 

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