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LA EDUCACIÓN DEBERÍA SER UNA PRIORIDAD NACIONAL – II

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Autora: Blanca Inés Prada Márquez

Los debates sobre el fracaso de la educación en nuestro país siguen apareciendo, pero los temas centrales del problema, me parece, no se han tocado. Yo me permito sugerir seis puntos que considero fundamentales en la renovación de la EDUCACIÓN BÁSICA en Colombia.

1. LOS MAESTROS:

Aunque la educación en un sentido amplio compete a toda la sociedad y no sólo a los Maestros, estos llevan sobre sus hombres la mayor responsabilidad en cuanto a formación básica de nuestras juventudes. Por tal motivo nuestros MAESTROS deberían ser personas muy bien preparadas, no sólo intelectualmente sino también en lo ético, lo social, la convivencia ciudadana y el respeto por las diferencias.

MaestraDeberían ser personas que han escogido la carrera docente porque de verdad les gusta enseñar, se sienten orgullosas de su profesión y son capaces de comprender la gran responsabilidad que tienen frente al futuro de nuestro país.

Por otra parte hay que reconocer que si queremos tener maestros excelentes es indispensable que ellos estén muy bien pagos. En nuestro país los sueldos de los maestros de primaria y secundaria son muy bajos, y esto desanima a muchos jóvenes inteligentes que podrían llegar a ser excelentes maestros, pero que prefieren carreras más lucrativas.

Por otra parte, si el maestro es competente y además está muy bien pagado debería aceptar que se les evalué con frecuencia, como se suele hacer en otras profesiones y como se hace con sus alumnos.

A los docentes de primaria y secundaria debería ofrecérseles jornadas pedagógicas frecuentes donde la asistencia fuera obligatoria, y donde se expusieran los nuevos proyectos educativos que se están liderando, además donde se debatieran los proyectos interesantes que se estén desarrollando en algunos planteles educativos. Por otra parte el Estado debería promover muchos más concursos y más estímulos para los mejores maestros.

2. LA JORNADA ESCOLAR

Es urgente, me parece a mí, volver a la jornada única, es decir, que el alumno estudie por los menos de siete de la mañana a cuatro de la tarde, con un receso largo al medio día para el almuerzo. Este almuerzo debería tomarse en el colegio, quien quiera que lo lleve ya preparado, y sino que se lo vendan en los colegios.

Si estos son oficiales que se les ofrezca el almuerzo diario a los alumnos que lo necesiten. Hay tanto dinero para derrochar en campañas electorales y para los bolsillos de los corruptos ¿Por qué no invertir un poco de ese dinero en mejorar la alimentación de nuestras juventudes en edad escolar?

Esto les ayudaría también a mejorar su rendimiento intelectual. Es cierto, es muchos colegios privados esto se hace, pero yo estoy abogando por los colegios de primaria y secundaria oficiales, a donde van los niños y jóvenes más necesitados de la sociedad.

Estudiante y profesoresEsas dobles jornadas que se establecieron a partir de los setentas son en gran parte las culpables de que la educación de primarias y secundaria haya bajado tanto de calidad, con otro gran agravante: los niños y los jóvenes permanecen medio día en la calle, o solos en las casas mientras sus padres trabajan; tiempo propicio para caer en toda clase de vicios, para ser presa de bandas criminales, de grupos alzados en armas y en algunas jóvenes adolescentes para quedar embarazadas.

Es más, los niños menores de 16 años deberían permanecer en los planteles educativos hasta que un adulto venga a recogerlos si no hay nadie en casa que los acompañe. En los colegios podrían ser acompañados por jóvenes universitarios quienes les harían deporte, les ayudarían en aquellas materias en las cuales tengan mayores dificultades, les ofrecerían talleres de lectura, de matemáticas, o simplemente jugarían con ellos si eso es lo que desean hacer.

Estos universitarios recibirían un sueldito por este trabajo que bien útil les sería. Esto se hace en varios países donde un joven menor de 16 años no puede andar sólo y errante por las calles, expuesto a mil peligros. Los jóvenes menores de 16 años deberían estar siempre acompañados por un adulto, si se le deja solos y desocupados no nos quejemos de tantos delitos que se cometen por jóvenes menores de edad.

3. DISCIPLINA Y EVALUACIÓN MENSUAL

Es urgente devolverle a la escuela el concepto de DISCIPLINA bien entendido, esto es: ayudar a nuestros niños y jóvenes a comprender que el aprendizaje exige concentración, trabajo y esfuerzo personal. Durante años las instituciones de primaria y secundaria cayeron en la vagancia total por ese concepto estúpido, que no sé que Ministro de educación estableció: la “promoción automática

Demasiado tarde se dieron cuenta de su fracaso, esta sirvió por una parte a los maestros quienes se liberaron de la preocupación de evaluar a sus alumnos, y por otra a los vagos, quienes sabían que estudiarán o no, ganaban el año.

Una maestra me decía en estos días que los padres de familia menos responsables se habían acostumbrado tanto a la tal “promoción automática”, que ahora ya no querían aceptar que un chico, si no estudia, si no está capacitado para avanzar a un grado superior, no puede aprobar el curso.

Es cierto, hay personas que aman el estudio y desde muy jóvenes quieren aprender y buscan los medios para lograrlo, y hay también padres de familia muy consagrados a sus hijos, y saben que si el chico no estudia no aprende.

Pero no debemos ser ilusos, la mayoría de los padres de familia en nuestra sociedad no tienen, ni la disciplina necesaria para consagrarse al estudio, ni un nivel de formación que le permita comprender que sin estudio, sin disciplina, sin trabajo personal nada se consigue en ningún campo, y muchos menos en la preparación intelectual.

La mayoría de los padres de familia en nuestro país necesitan, como sus hijos, recibir una educación básica de calidad.

4. LLEVAR EL BACHILLERATO AL GRADO DOCE

Eso sí con una esmerada e inteligente programación que les permita a nuestros bachilleres aprovechar al máximo sus doce años de secundaria y una vez obtenido su título de bachiller poder realizar con éxito una carrera universitario, si esto es lo que desean. O entrar a un centro de formación laboral donde logren adquirir las destrezas necesarias para desarrollar con éxito un trabajo remunerado y ser útiles a sí mismos y a la sociedad.

Estudiantes de grado 11Una formación básica de calidad es tanto más importante en nuestro país donde la mayoría de los jóvenes que terminan el bachillerato no entran a la universidad y deben dedicarse desde los 18 años a ganarse el pan con el sudor de su frente.

Lo cual no está mal si el motivo para no entrar a la universidad es que no desean hacer estudios superiores, no aman la investigación, prefieren tener recursos propios en el menor tiempo posible. Pero lo que si no se puede permitir es que un joven que ame el estudio, que tenga buenas capacidades para el trabajo intelectual, no pueda entrar a la universidad por falta de recursos económicos.

Tristemente esto sucede con frecuencia, porque el Estado no ha tomado todavía una plena conciencia de la riqueza inmensa que significa para nuestro país el talento de nuestra juventud, cuando se le ofrecen las oportunidades de desarrollarse.

5. CONCURSOS

Para estimular la formación básica de nuestras juventudes tanto de primaria como de secundaria deberían multiplicarse los concursos, en particular los concursos científicos y humanísticos, pero también podrían hacerse en otras áreas.

Si a un joven deportista hay que empezar a formarlo desde los primeros años, lo mismo o mucho más importante es hacerlo cuando se quiere formar excelentes profesionales, científicos, educadores, buenos investigadores y escritores, hay que empezar a formarlos mucho antes de su entrada a la universidad.

En aquello de los concursos deberían ayudar mucho los medios de comunicación, en especial la televisión, pero la nuestra es pobrísima en actividad cultural. Ya ni siquiera los concursos de cultura general existen, ahora sólo hay espacio para las propagandas comerciales y los novelones exaltando a criminales y narcotraficantes, más uno que otro concurso sobre cantantes y modelos, como si de eso no tuviéramos ya bastante en el país.

6. LOS PADRES DE FAMILIA

La pobreza educativa de nuestras juventudes se debe en gran parte a los padres de familia, incluso podríamos decir que la criminalidad en los menores de edad es culpa también de ellos. Pareciera ser que los padres de familia han perdido la autoridad o que se sienten incapaces de ejercerla.

Es cierto, nadie ha recibido una formación para ser padre o madre de familia, pero ya es hora de que quien se decida a traer hijos al mundo empiece a concientizarse sobre su responsabilidad frente al futuro no sólo de sus hijos, sino de toda la sociedad. No es posible que en las redadas que hace la policía en las discotecas encuentre, en altas horas de la noche, jóvenes menores de edad en ellas.

¿Acaso los padres no saben dónde están sus hijos en las noches? Es más, si hay decenas de niñas menores de edad en estado de embarazo es sin duda culpa también de los padres de familia por no acompañar a sus hijas, por dejarlas deambular por las calles solas, por no saber quiénes son sus amigos, con quién andan.

Deberían ser los padres de familia los más interesados en volver a una jornada única en las escuelas y colegios, los más interesados en que a los maestros se les remunere muy bien, pero que se les exija también mucho más.

Ellos deberían ser los más interesados en el aprendizaje y rendimiento escolar de sus hijos, exigiéndoles a los maestros impartir una educación no sólo intelectual, sino también moral, donde impere el respeto por el otro y se desarrollen valores sociales, éticos, humanísticos tales que les permitan mañana a todos esos niños y jóvenes, una vez llegados a la edad adulta, ser de verdad ciudadanos libres y responsables.

Ellos deberían ser los primeros en colaborar con los maestros para que a sus hijos se les enseñe a trabajar con disciplina, orden y responsabilidad. Ellos deberían controlar y estimular la buena lectura, mostrarles a sus hijos que ellos aman los libros, que también les gusta leer, entusiasmarlos para que frecuenten las bibliotecas; ofrecerles en sus hogares un ambiente propicio para el estudio, apagar el televisor cuando sus hijos están haciendo las labores escolares, en fin: aprender a estudiar y a progresar intelectualmente con sus hijos.

 

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