Carmen Rosa Pinilla Díaz
Pensionada, Historiadora - Bucaramanga, Colombia
Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el monte más alto de su país, después de dos años de preparación inició su travesía, pero, en su egoismo, quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin sus compañeros. Empezó a escalar la montaña, mientras el sol comenzaba su despedida de la tierra; no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo y subiendo, decidido a llegar a la cima.
La noche cayó con gran pesadez, en la altura de la montaña ya no se podía ver absolutamente nada, todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a sólo cien metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires; a una velocidad vertiginosa cai hacia el espacio, sólo podía ver veloces manchas muy oscuras que pasaban por sus ojos y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de su vida; pensaba que fin había llegado, que iba a morir y se preparó para ello; su pensamiento voló hacia Dios, a quien se encomendó.
De repente sintió un tirón muy fuerte, que casi lo parte en dos.
SÍ, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad, con candados, a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. En esos momentos de quietud, suspendido en el aire y frente al abismo, no le quedó más que gritar: "Ayúdame, Dios mio". De repente, una voz grave y profunda contestó desde el cielo..:
— "¿Qué quieres que haga por tí?",
— Sálvame Señor", -respondió el joven-;
— ¿Realmente crees que te puedo salvar?",
— "por supuesto, Señor"...,
— "....entonces, corta la cuerda que te sostiene". replicó la voz que venía de lo alto.
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró aún más a la cuerda y reflexionó.
Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron, un muerto, totalmente congelado y agarrado a la cuerda, tan sólo..... a dos metros de distancia del suelo.
Moraleja
Cuántas veces hemos experimentado las dudas en relación al poder de Dios?; Cuando nos entregamos al amor y la confianza en Él, nos desesperamos porque la solución a nuestros problemas, no llega de inmediato?; cuántas veces, sentimos en el corazón una voz extraña que nos pide hacer algo especifico, en favor de alguien, o de nosotros mismos y no somos capaces de responder a ese llamado, por temor a equivocarnos?; recordemos, amigos, que así como Dios le susurró, en la mente, aquel joven de la historia del vaso de leche, así muchas veces nos dice, también a nosotros, qué debemos hacer para salir de los problemas, pero no respondemos por la falta de la confianza que debemos tener en Él, no somos capaces de "cortar la cuerda" que nos une a nuestros problemas.