Carmen Rosa Pinilla Díaz
Pensionada, Historiadora - Bucaramanga, Colombia
Según como miramos la vida, suceden en nuestro diario vivir cambios sorprendentes. A continuación un par de historias muy corticas que nos favorecen ese cambio de perspectiva y nos conducen a mejorarnos en todos los aspectos. Espero que las disfrute y obtenga lo que buscas.
JESUCRISTO EN FÚTBOL
Jesús nos pidió que lo lleváramos a fútbol, de manera que mis amigos y yo lo llevamos a ver un partido entre evangélicos y católicos; fue un feroz enfrentamiento. Marcaron primero los católicos y Jesús aplaudió alegremente y lanzó su sombrero por el aire. Después marcaron los evangélicos y nuevamente Jesús volvió a aplaudir y lanzar su sombrero, con evidente muestras de satisfacción.
Un hombre que se encontraba detrás de nosotros, le dio una palmada a Jesús en el hombro y le preguntó:
— "Hola amigo, ¿a qué juega usted, cuál equipo está apoyando?".
Jesús volvió su mirada y visiblemente emocionado por el juego. respondió:
— "¿Yo?, pues mira amigo, yo no apoyo a ningún equipo, ya que todos juegan muy bien, simplemente disfruto el juego".
El hombre se volvió a su vecino y haciendo un gesto de desprecio, le susurró:
— "Humm, este tipo es un incrédulo, un ateo".
Después, cuando regresábamos, le preguntamos a Jesús nos explicara su reacción, el por qué había afirmado su apoyo a los dos contrincantes; Jesús nos respondió:
— "El hombre es más importante que la ley y por eso mi mandamiento es que se amen los unos a los otros; además, tengo muchos rediles, pero con un sólo Pastor, y todos merecen vivir de acuerdo a lo mandado por el Padre, todos merecen jugar el mismo partido; en el Reino de mi Padre no hay descriminación, lo importante es el amor hacia los demás, amarsen los unos a los otros, como Yo los amé".
Cuántas veces creemos que Jesús sólo escucha las oraciones de mi Iglesia, ya sea católica o Evangélica y por esta razón, Jesús se convierte en motivo de división y no de unión entre los hombres. Recordemos que sin excepción, todos somos hijos de nuestro Padre Dios y por consiguiente hermanos entre sí.
EL ÁRBOL CONFUNDIDO
Había una vez un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y hermosísimos rosales, todos ellos felices y contentos. Todo en el jardín era alegría, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: No sabía quién era.
— Te falta concentración, -le decía el manzano-, si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas, ¿ves qué fácil es?
— No lo escuches, exigía el rosal -es más sencillo tener rosas y ¿ves qué bellas son?.
Y el árbol desesperado intentaba todo lo que le sugerían y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un día llegó un búho, la más sabia de las aves y al ver la desesperación del árbol, exclamó:
"No te preocupes, amigo, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchos seres sobre la tierra que intentan ser lo que no es. Yo te daré la solución: no dediques tu vida a querer ser como los demás; sé tú mismo, conócete y para lograrlo, escuche tu voz interior", y dicho esto, el búho desapareció.
— ¿Mi voz interior?, ¿ser yo mismo?, ¿conocerme?,- se preguntaba el árbol desesperado; cuando de pronto comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón y por fin pudo escuchar su voz interior, diciéndole:
— "Tú jamás darás manzanas, porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera, porque no eres un rosal, puesto que la madre Natura hizo de tí un roble y tu destino es crecer grande y majestuoso, para que des cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje. Los demás están ya firmes, porque su constitución no es la misma que la tuya; te demorarás un poco en crecer, porque tu interior debe ser fuerte, como debe ser el roble. Tienes una misión, ¡cúmplela!".
Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos, y sólo entonces, el jardín fue completamente feliz.
Yo me pregunto al ver a mi alrededor: ¿cuántos serán robles que no se permiten a sí mismos crecer?, ¿cuántos serán rosales que por miedo, sólo dan espinas?, ¿cuántos manzanos que no saben florecer?.
Indudablemente todo ser humano es distinto a otros, puesto que todos tenemos un rasgo que nos distingue de los demás y que nos hace ser únicos, y por consiguiente, todos tenemos un papel importante en la vida qué debemos cumplir. Y nadie puede dudar de que el papel que mejor cumplimos es el nuestro.
Debemos rescatar lo que tenemos profundamente arraigado en nuestro ser, oir nuestra voz interior, buscar la sabiduría que viene de Dios y qué nos indicará cuál será nuestro destino, porque esa es la esencia, la que nos hace ser lo que somos. Y debemos ser auténticos y dejarla florecer tal cual es, respondiendo a nuestras propias necesidades de comunicación. Somos lo que somos y eso lo llevamos marcado a fuego en nuestro interior, aunque por fuera mostremos otra cosa.
No debemos ceder ante quienes nos piden que no nos mostremos como realmente somos. No debemos ceder ante nuestra propia debilidad de tomar prestada la personalidad de otros; no la prodríamos llevar por mucho tiempo; no hay nada más grotesco que aquel que finje ser lo que no es, es como andar disfrazado.
Mostrémonos y actuemos tal como somos. Es la única manera de dar lo mejor de nosotros mismos. Lo demás..., lo demás se escapará de nuestras manos, casi antes que que podamos agarrarlo.