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EL ÚLTIMO DEL CLAN

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Por su lucha a favor de la justicia social, Edward Kennedy pasará a la historia de los Estados Unidos como el político más importante de sus hermanos, el presidente John F. y el candidato Robert.

El titular de The New York Post lo resumió perfectamente: “Ted era el más importante de los Kennedy”; parecía exagerado comparar a Edward Kennedy, el senador norteamericano fallecido la víspera, con sus hermanos asesinados”; pero no, “Ted Kennedy fue sin duda el mejor senador del siglo XX en los Estados Unidos.

Las leyes que impulsó hicieron que el país diera un salto gigantesco hacia la justicia social, proyectos que apoyaron a los más necesitados. No en balde se le conocía como “El último león del Senado”.

Edward murió a los 77 años, víctima de un cáncer cerebral; la noticia se conoció en un comunicado del clan familiar y las reacciones no se hicieron esperar: Bill Clinton y Tony Blair, Nicolás Sarkozy y Gordon Brown mostraron su dolor, y el presidente Barack Obama se deshizo en elogios: “Hemos perdido a un gran líder que tomó la antorcha de sus hermanos caídos y se convirtió en el mejor de los senadores de nuestro tiempo”, manifestó.

La muerte de “Ted” le puso punto final a la generación estrella de los Kennedy, que por su inmenso poder, sus millones de dólares y sus escándalos, fue considerada la familia real de EE. UU; acaba con su vida de triunfos colosales y derrotas estrepitosas, accidentes aéreos, tragedias, profundas decepciones electorales y logros increíbles en los salones del Congreso, como lo explicó el diario The New Times:

“Los defectos de Kennedy no se borrarán de las páginas de la historia, pero tampoco su devoción por ayudar a los norteamericanos necesitados, ni su convencimiento de que la política, que no es siempre sabrosa, pueda marcar la gran diferencia”.

Edward Moore Kennedy nació el 22 de febrero de 1932, en Brooklin, Massachusetts, una localidad contigua a Boston; allí vivían sus padres, Joseph `Joe` Kennedy y Rose Fitzgerald, ambos procedentes de familias católicas de origen irlandés. Era el menor de nueve hermanos: cuatro hombres y cinco mujeres. `Joe Jr. John F., Robert y `Ted`, eran los varones.

El viejo Kennedy había hecho su fortuna de forma dudosa; muchos creen que, como alto empleado de un banco, se había adueñado de varios inmuebles tras enterarse de que sus propietarios no podían pagar sus hipotecas. Por eso, cuando el presidente Franklin Delano Roosevelt lo nombró primer presidente de la Comisión de Valores (SEC, por su sigla en inglés), dijo:

“Para capturar pillos, hay que nombrar a uno”; otros aseguran que hay que buscar el origen de la fortuna de `Joe` Kennedy en las cajas de licor que había almacenado y que puso a la venta cuando se levantó la Prohibición. Otros más lo sindican de haber tenido contactos con mafiosos, como Sam Giancana.

El caso es que el patriarca, que militaba en el partido demócrata y que más adelante fue embajador en Londres, soñaba con que uno de sus hijos llegara a la Casa Blanca; en Boston había un dicho, según el cual, “los Kennedy hablan con los Lowell, los Lowell hablan con los Cabot y los Cabot hablan con Dios”.

Aunque ´Joe Jr.`, que era el mayor y el escogido, murió en la Segunda Guerra Mundial, John, que había ocupado una curul en el Senado, venció a Richard Nixon en las elecciones de 1960; pero el sueño terminó el 22 de noviembre de 1963, cando fue asesinado en Dallas (Texas), cuando apenas tenía 43 años.

Pocos años después Robert, que había sido secretario de Justicia de su hermano presidente, lanzó su candidatura presidencial; pero de nuevo la tragedia se hizo presente en un hotel de los Ángeles, la noche del 5 de junio de 1968; cayó mortalmente herido cuando celebraba su victoria en las Primarias de California, tenía 42 años,

En ese momento los ojos de todo el país se volvieron a `Ted` y miles de demócratas creyeron que debía pasar a primera fila; para entonces ya tenía su propia historia: de joven protagonizó un escándalo al ser expulsado de la Universidad de Harvard porque convenció a un compañero de que presentara por él un examen de español; superado el escollo, se graduó en la misma universidad, especializándose en la de Virginia.

Luego, a los 28 años, su familia lo designó para asumir la curul dejada libre por la elección presidencial de su hermano, pero, para asumirla, debió esperar cumplir los 30 años, la edad mínima. De ahí que el profesor James Sterling Young afirmó:

“La mayor parte de la gente crece y luego se mete en política; los Kennedy se meten en política y luego crecen”.

Ya elegido, en 1964, sufrió un accidente terrible cuando la avioneta en que viajaba se estrelló en Massachusetts; el piloto y un asistente de Kennedy perdieron la vida, y el senador Birch Bayh pudo sacarlo de entre los restos del aparato. `Ted` pasó seis meses en el hospital y volvió al Senado en 1965.

Cuatro años después, el 18 de julio de 1969, una tragedia marcó para siempre su destino político: ese día, Kennedy y unos amigos hicieron una barbacoa en una cabaña alquilada en el islote de Chappaquiddick, en Massachusetts, e invitaron a un grupo de ex colaboradoras de Robert; tarde en la noche, `Ted` salió del lugar conduciendo su automóvil, lo acompañaba una joven de 28 años; al cruzar un puente cerca de la playa, perdió el control y el vehículo cayó al agua; la muchacha murió ahogada, mientras Kennedy escapaba, informando del accidente muchas horas después; a partir de entones, se convirtió en la oveja negra de la familia; presentó excusas públicas y la justicia le impuso una condena menor, mientras en Massachusetts parecieron perdonarlo y lo reeligieron; pero en 1972 rechazó una candidatura presidencial, así como la propuesta de ser el compañero de fórmula de George McGovern, por temor al fantasma de lo ocurrido.

El destino siguió ensañándose con él; en 1973, su hijo Edward Jr., de 12 años, sufrió la amputación de su pierna como consecuencia de un cáncer; en 1978, su esposa Joan inició un tratamiento contra el alcoholismo; para rematar, los rumores de que solía escaparse con otras mujeres, se hicieron cada vez más frecuentes.

Dos años más tarde se lanzó a las primarias demócratas para competir contra el presidente Jimmy Carter, pero la campaña fue un desastre; poco después del triunfo de la revolución islámica en Irán, acusó de robo al sha Reza Pehlevi, con lo cual lo asociaron con el ayatolá Jomeini; y luego dio una respuesta tonta cuando un periodista le preguntó por qué quería ser presidente de EE. UU; el puntillazo vino en la convención demócrata cuando Carter lo aplastó literalmente, pero Kennedy se despidió con el discurso más vibrante de su vida: el que anticipó del todo su futuro político, su porvenir en defensa de la justicia social: “Para mí, esta campaña terminó hace algunas horas; para aquéllos cuyo cuidado ha sido nuestra preocupación, el trabajo sigue, la causa perdura, la esperanza vive y el sueño jamás morirá”, dijo.

Sus últimas apariciones en público fueron a principios de 2008 para respaldar la candidatura de Obama, y luego, ya enfermo, en la convención nacional demócrata que ungió como candidato al hoy Presidente. Esa noche, con voz apagada, apretó el puño para afirmar que “el sueño continúa”. Desde entonces se refugió en Hyannis Port, para cuidarse y navegar; hace poco, en el último artículo que escribió en The Boston Globe, le dio un espaldarazo final al esfuerzo de Obama por aprobar el plan de salud pública, por el que él mismo luchó.,

Por su cruzada social, no solo The New York Post cree que la historia resaltará mas su figura que la de sus hermanos, y cuando el mundo americano analice el impacto de los Kennedy en la política de EE. UU, Edward será el más importante.

(Tomado de la revista Semana)

 

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