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¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE BUDA, JEHOVÁ Y EL OLIMPO?

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La mitología es tan propia al hombre como la capacidad para comunicarse; desde el inicio de la sociedad humana le han sido una herramienta muy útil en la búsqueda de la verdad y lo ha acompañado en todo momento, en toda acción, en toda lógica y en toda reflexión.

A mi punto de vista, la mitología es una consecuencia lógica de la observación del mundo, así como un reflejo de la realidad interna de aquellos que observan, convirtiéndola en una amalgama de componentes ontológico, fenomenológicos y escatológicos que dan una fiel imagen de lo que es una cultura, de su evolución y de sus transformaciones.

El hombre se pregunta, ¿por qué hay diferencias tan marcadas entre la mitología de la cultura helénica y el budismo, por ejemplo; o en la judeo-cristiana, entre el viejo y el nuevo Testamento? ¿Hay acaso una diferenciación tal entre los imaginarios de las culturas del mundo?

La mitología griega supone un panteón de dioses que se comportan como un grupo de personas no más nobles que el promedio. Zeus se deja llevar por sus emociones, sus pasiones, sus rencores. Los mitos griegos reflejan además la vida y el sufrimiento del hombre, el cual debe resistir como le sea posible la constante irascibilidad de los dioses, la enorme cantidad de monstruos que existen, y la labilidad con que fue creado en el mundo.

Los griegos y el Olimpo

En la tragedia de Esquilo, Prometeo es encadenado por los dioses a una montaña por haber compartido el fuego a los hombres para que pudieran defenderse y dejaran el miedo. Es quizás una muestra del imaginario de la mitología griega, en la que el poder universal es detentado por una cohorte de criaturas que no padecen de una compasión especial por sus artífices humanos, lo cual indica que su percepción arrojaba un mundo violento, peligroso, e incontrolable, en el cual se debía actuar tan decorosamente como fuera posible para evitar la ira de los dioses, aunque ésta llegaba a veces, simplemente por mala suerte.

Un Padre estricto.- Por su parte, la mitología del Antiguo Testamento tiene varias similitudes con la mitología helénica; la deidad central y única, Jehová, no sólo es el creador del mundo, del hombre y de la mujer, sino el más intransigente agente de ley, que no deja sin castigo cualquier violación de sus mandamientos. Si bien a veces se muestra compasivo, no son pocos los episodios de violencia, enfermedad y destrucción de ese compendio mitológico.

Sodoma y Gomorra son un ejemplo de la férrea moral impuesta por Jehová, -que persiste hoy en día en varias religiones-; a diferencia del cuadro moral griego, de éste se erradica la posibilidad de asesinato,-incluso si es por honor- la poligamia, el politeísmo, entre otras cuestiones que contemplaba con naturalidad el imaginario helénico.

Sin embargo, no todas las mitologías le rinden culto a un dios, o grupo de dioses, que se muestran como destructores, vengativos, orgullosos y regidos por su voluntad o por unas leyes inviolable e inamovibles; y es particular que uno de ellos haya surgido dentro de un colectivo de ideas tan diferente a lo que éste tenía por ofrecer; Jesús de Nazaret llega a la Tierra con la misión de salvar a la humanidad y librarla de sus pecados.

Predica por encima de todas las cosas el perdón, la aceptación, el camino pacífico del bien, la autoevaluación permanente, entre otros valores, lo cual es una buena parte dicotómica con aquello que lo precedía.

¿Por qué dentro de una misma cultura se dio un cambio tan abrupto en su sistema de creencias?; quizá este sucedió como reflejo de un cambio análogo acontecido en la misma comunidad dueña de este ideario.

La gran propuesta oriental

Por su parte, el budismo es la religión predominante en varios países de Oriente, y aunque guarda una gran similitud con otras religiones vecinas, sus diferencias con las occidentales son abismales.

La gran propuesta del budismo es la extinción del sufrimiento intrínseco de la vida a través del abandono de las pasiones y los deseos terrenales. Todos los seres vivos son igual de valiosos y sagrados, y continuarán regresando a la Tierra en formas coherentes con su balance karmico, hasta que hallen el Nirvana y el Paranirvana.

Es un gran interrogante, porque el budismo concibe un mundo de serenidad, de iluminación, de paz, de elevación –lo cual se asemeja un poco a la figura de Jesús, al punto de existir especulaciones que dicen que el Nazareno fue un discípulo de Buda-, diferenciándose así de concepciones occidentales, como la mitología griega y la judía.

En este mundo son millones las doctrinas; algunos puntos les son comunes a casi todas, -la figura principal es masculina, un reino metafísico al que se sueña o teme acceder, un libro sagrado que contiene las incuestionables enseñanzas, una teoría escatológica, un estudio teológico del hombre en la Tierra, entre otras-, pero las diferencias también abundan y son un testimonio del desarrollo divergente que han tenido las comunidades humanas.

¿Qué factores han intervenido en esto?: Millones; y, ¿cuál de todos es el imaginario mas legitimo y valedero?: eso es algo que le toca responder a cada quien.

(Santiago Martínez M, periódico “Nexos”, recopilación)

 


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