Autor: Moisés Pineda Salazar
El meta-relato de las “vacas galaperas” reconoce tres percepciones o imaginarios colectivos de finales del Siglo XIX e inicios del XX. En el primero, el agua sirve de matriz al azar; en la segunda, como una concesión ante lo inevitable de la ruptura entre lo rural y lo urbano, se re-crea un continuo mítico con lo provinciano; y, por último, se registra el anclaje de las nuevas estirpes en un linaje liberal, santanderista y galapero en oposición al de las élites conservadoras, bolivarianas y cartageneras.
A partir de una documentación que nos lo permite hacer, vamos a ensayar unas hipótesis fundamentadas en las ciencias del comportamiento de los sistemas, que nos expliquen los procesos de elaboración del material simbólico que le proveyeron de identidad a la ciudad de Barranquilla.
Tales recursos metodológicos nos aportarán, así sea provisionalmente, unas “pistas” que nos revelerán cómo una sociedad urbana, en su tránsito hacia la modernidad, hizo suyo un relato, un mito fundacional, paradójicamente, elemental y rural, de una gran fuerza en el pensamiento colectivo.
EL CONFLICTO URBANO
Buscando precisar un concepto que nos permita orientar nuestro análisis para describir el proceso de transición de Barranquilla de aldea a ciudad y las transformaciones en las visiones que los citadinos elaboraban acerca de la urbe que ocupaban o por la cual transitaban, es de utilidad la siguiente conceptualización sobre “modernidad”:
“El vocablo ‘modernidad’ se introduce como término técnico en los años cincuenta; caracteriza un enfoque teorético que hace suyo el problema de Max Weber, pero elaborándolo con los medios del funcionalismo sociológico”: la modernización práctica.1
Sin embargo, tal concepto no es suficiente para abordar el análisis del caso que nos ocupa. Sobre todo si tenemos en cuenta el carácter dinámico, ambivalente, ambiguo y transitorio que caracterizan lo social. Es por ello que introducimos el concepto de “conflicto” para identificar la fuerza dinamizadora del proceso que estudiaremos.2
En un esfuerzo ecléctico, para el análisis que nos proponemos realizar en torno a estos hechos de la vida urbana, arriesgamos una definición según la cual por “conflicto urbano” entenderemos el grado de “disonancia” que se suscita en el comportamiento, la magnitud, la tendencia, la frecuencia o la orientación entre cuatro subsistemas de variables: 3
a- Las referidas a los patrones de poblamiento, ocupación o uso del territorio real o imaginado
b- Las relacionadas con las actividades económicas, el soporte tecnológico, los grados y niveles de distribución y organización del trabajo
c- Las contenidas en el sistema de normas y prácticas institucionales que ordenan y orientan la convivencia dentro del ámbito del territorio y
d- el subsistema de representaciones simbólicas a través de las cuales se manifiestan los modos de ser, hacer, pensar y desear de la comunidad así referenciada. Incluye los consensos sociales alrededor de un pasado común, las “lecturas” del presente y las visiones compartidas en relación con un futuro colectivo. 4
Las tensiones entre estos subsistemas tienen como escenario un espacio físico, un lugar, en el que las actividades de los hombres son objeto de regulación aceptada por quienes lo habitan, algo más que simplemente ocuparlo: un territorio. 5