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De hombre... a mujer... a madre...

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Teobaldo Coronado Hurtado  Médico especialista en Anestesiología y Reanimación - Magíster en Filosofía  Barranquilla, Colombia

 

 

Autor: Teobaldo Coronado Hurtado  - Médico especialista en Anestesiología y Reanimación - Magíster en Filosofía  - Barranquilla, Colombia

Ser excepcional la mujer. Madre, al fin, por designio de la sabia naturaleza, solo ella se embaraza, pare y amamanta el fruto de sus entrañas, concebido tras el milagro prodigioso de la concepción, fruto de la unión con su congénere varonil.

El hombre, hasta ahora, no tiene competencia biológica para embarazarse, parir y dar de mamar a los que también son fruto de su poder creativo. Sin embargo, son mujeres, por la misma razón, las que abortan espontáneamente cuando el engendro que cargan en su vientre la misma naturaleza lo expulsa por defectuoso. Cuando el embarazo es no deseado, recurren voluntariamente, a interrumpirlo por cuenta propia o la de su consorte.

La lucha por la igualdad de géneros, estrategia político social de la sociedad contemporánea, en especial en el siglo XX, ha traído consigo que las mujeres traten de emular en actividades propias de los hombres y estos, en forma similar, incursionen en actividades propias de las féminas.La lucha por la igualdad de géneros, estrategia político social de la sociedad contemporánea, en especial en el siglo XX, ha traído consigo que las mujeres traten de emular en actividades propias de los hombres y estos, en forma similar, incursionen en actividades propias de las féminas.

Lo que a su vez ha permitido apertura nunca vista a la homosexualidad, de lado y lado, destapando el tabú que a lo largo de la historia de la humanidad ha existido en relación con esta opción sexual. Tanto así, que dejo de ser estigmatizada como una enfermedad y reconocidos sus miembros, cada vez más, como personas, integrantes de una minoría, de la mayor consideración y respeto.

En este sentido leyes denominadas progresistas pretenden endosarle a la mujer compromisos que históricamente han sido incumbencia del hombre y endilgarle a éste responsabilidad sobre situaciones solo atribuibles a la condición femenina.

Tal el caso del proyecto de ley recientemente presentado al parlamento sueco por el Partido Liberal del Oeste (LUF VAST) que propende por el "derecho al aborto legal para los hombres”. Pretende esta propuesta que el hombre dentro de las 18 semanas de embarazo, en que está legalizado el aborto en ese país, puede solicitar su interrupción en cuanto no desea asumir la paternidad o renunciar a sus derechos y obligaciones como padre en caso de que su hijo biológico llegue a nacer por decisión unilateral de la madre.

Surge esta iniciativa como eslabón del conjunto de disposiciones legales que, en países considerados de avanzada, admiten el divorcio, el matrimonio de parejas gay, la adopción de bebes por parejas lesbianas sin la presencia del elemento masculino.

Me pregunto ¿Será posible que algún día los hombres puedan quedar embarazados? ¿Con todas las implicaciones que este estado trae consigo para las mujeres?

De mi dilatada carrera profesional como anestesiólogo tengo vivo el recuerdo de tres pacientes con embarazos abdominales avanzados atendidos en el Hospital General de Barranquilla. La placenta estaba inserta en la base del hígado en una, otra sobre el epiplón y la tercera en el fondo de saco de Douglas. En todos, los fetos eran anormales y fallecieron. Con esto pretendo demostrar que no es absolutamente necesario el útero para soportar la gravidez. Para deducir que un individuo del sexo masculino podría aplicar para un embarazo abdominal.

De otra parte, en Suecia una mujer, que nació sin útero, dio a luz, por primera vez, en octubre de 2014 a un bebe de 1775 gramos en la semana 31 de gestación, mediante operación cesárea; un año después del trasplante de útero.

Investigadores de la Universidad de Gotemburgo dirigidos por el Doctor Mats Brännström (Suecia) trasfirieron un único embrión al nuevo útero. Tres meses después, la mujer estaba preñada. El útero trasplantado fue donado por la madre de la mujer, es decir, el de la abuela del bebe. El embarazo se desarrolló con normalidad.

Para deducir qué vía abdominal o mediante trasplante de útero un varón que desea convertirse en madre podría satisfacer este deseo tras someterse a tratamiento con hormonas femeninas, al tiempo que se suprime la acción de las masculinas. Habilitado, en esta forma, para tener pechos para amamantar y vagina mediante intervención quirúrgica.

A mediados de la década de los 70 en la desaparecida Clínica de Especialistas de Barranquilla se realizó, el que puede ser, primer intento en Colombia para convertir a un hombre en mujer. Los Doctores Emiliano Murillo (Urólogo), Edgar Meza (ginecólogo), Fermín Zurbarán (Cirujano general) y Rodolfo Ortíz (anestesiólogo) practicaron a un famoso gay conocido como Xiomara–llamado así porque imitaba, en forma extraordinaria, a la cantante cubana Xiomara Alfaro en el “Retiro”, sitio nocturno situado en cercanías al corregimiento de Juan Mina– cirugía para confeccionarle su vagina. Este señor posterior a su vagina-plastia se inyectó cantidades exageradas de silicona para modelar su cuerpo tal el de una dama. En el Hospital de Barranquilla culminó su obsesión feminista con una septicemia que lo llevó a la tumba. Este caso fue motivo de gran despliegue periodístico.

En marzo de 2008, The Advocate, una revista dirigida a lectores homosexuales publicó un artículo anunciando el embarazo de un transexual, nacido con órganos reproductivos femeninos. Thomas Beatie, antiguamente conocido como Tracy, nació mujer, pero se sometió a una cirugía en 2002 para la reconstrucción de senos y también recibió terapia con testosterona, aunque mantuvo sus órganos reproductivos con la esperanza de algún día tener hijos.

En una decisión sin precedentes, optó por dejar su tratamiento bimensual de testosterona porque sintió la llamada de la maternidad. Thomas, legalmente hombre desde hace años, ha querido quedarse embarazado.

Cuando anunció su embarazo, es el primer hombre en dar a luz, Beatie dijo: “que lo hacía porque ‘ocultar a un hombre embarazado es como ocultar a un gorila de 800 libras (363 kilos)’ y quiso contar su historia ‘en sus propias palabras’. Su paso al frente, muy meditado, se debe a que su pareja Nancy, con la que comparte su vida desde hace 10 años, tuvo que someterse a una histerectomía en el pasado a causa de una enfermedad”.

En noviembre pasado (2015) la doctora Karine Chung, directora del área de fertilidad en la escuela de medicina de la Universidad del Sur de California declaró que el embarazo masculino será posible en 10 años. Sostiene que: “La anatomía femenina y masculina no es tan diferente (…) Probablemente en algún momento, alguien descubrirá cómo hacer que eso funcione”. Y agrega: La terapia hormonal puede apagar la testosterona e introducir progesterona y el estrógeno necesario para preparar el útero para el embarazo.

  • A pesar de que los hombres no tienen venas y arterias uterinas necesarias para nutrir el útero, es posible recurrir a otra fuente, como la arteria ilíaca interna, hacia el útero. ‘Es factible, simplemente no se ha hecho’.

  • Aunque es preferible una vagina para sostener el útero, es posible adjuntar un útero trasplantado a otros ligamentos de la pelvis”.

Obvio que el embarazo en hombres plantea serios cuestionamientos desde el punto de vista de la bioética.

La infertilidad ha sido considerada por la Organización Mundial de la Salud una enfermedad de la pareja, entendida, hasta ahora, en una relación heterosexual: hombre y mujer. El asunto adquiere matices médicos, éticos y jurídicos no calculados por legislaciones que en la actualidad reconocen la pareja constituida, de igual forma, por homosexuales; en Colombia, ad portas, de ser reconocida por la Corte Constitucional como matrimonio igualitario.

Me pregunto ¿Hasta dónde una legislación sobre reproducción medicamente asistida podría cobijar parejas de hombres o parejas de mujeres, del mismo sexo, que padezcan infertilidad?

La infertilidad ha sido considerada por la Organización Mundial de la Salud una enfermedad de la pareja, entendida, hasta ahora, en una relación heterosexual: hombre y mujer. El asunto adquiere matices médicos, éticos y jurídicos no calculados por legislaciones que en la actualidad...En aplicación del principio de Justicia se podría invocar la futilidad de unos recursos, que no son prioritarios, aplicados a parejas homosexuales cuando las heterosexuales no tienen todavía, por lo menos en nuestro país, oportunidad, a través de la seguridad social, de recibir este beneficio.

Sin tener en cuenta, además, lo costoso de estas técnicas reproductivas, en particular el trasplante de útero en hombres, cuando todavía ¡qué vergüenza! los niños mueren de hambre en nuestro país. Cierto es, el trasplante de útero se encuentra aún en fase experimental.

En este tópico la indiscutible y respetable igualdad de géneros atenta, no hay duda, en primer lugar, contra una autentica solidaridad social con los más necesitados de las políticas de salud del Estado. De otro lado ocuparía recursos valiosos, en suma, necesarios, para parejas en verdad depositarias de este beneficio de la ciencia médica.

Sin embargo, si reformas a la constitución legalizan “la familia” gay, tras aceptación del matrimonio entre este tipo de parejas, lo que ya es un hecho, concediéndoles los mismos derechos invocados para la familia tradicional, estos ciudadanos no pueden ser discriminados, negándoles privilegios propios de parejas heterosexuales, tal el caso, de tener un hijo con técnicas reconocidas por las leyes sanitarias de biomedicina reproductiva.

Indudable, el nuevo ordenamiento social que surge tras estas innovaciones científicas rompe el paradigma de familia señalado por la tradición cultural de: padre, madre e hijos. A la mujer, en especial, en su condición de madre, se le menoscaba su admirable y sublime dignidad como tal.

Para un niño nacido de pareja gay de hombres ¿quién es la mamá?

Igual interrogante podríamos plantear para la pareja de mujeres gay ¿Quién es el padre?

Jurídicamente ¿cómo se soluciona esta filiación?

Se me ocurre pensar que el reconocimiento constitucional otorgado a la pareja gay como familia, en concordancia, llevaría a que el niño concebido o adoptado por dos mujeres tenga dos mamás; dos papás, si por adopción o mediante maternidad subrogada la pareja es de hombres. En ambos escenarios con una filiación legitima. Este, ni más ni menos, es el contexto de un nuevo modelo de familia, tan válido legalmente, como el modelo ancestral.

Al margen de estas consideraciones, considero saludable el trasplante de útero en una mujer infértil o estéril, tras juiciosa valoración de la relación riesgos-beneficios, si esta alternativa terapéutica satisface su deseo de conseguir el hijo tantas veces sonado.

 

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