Autor: Jaime Lustgarten - Empresario - Barranquilla, Colombia
Hubiera querido comprender mejor esa palabreja tan singular usada en todo el litoral Caribe pero en especial en el interior de la República cuando nos endilgan o cuelgan como corronchos.
Para los Karibe con K, si se quiere, significa algo, y otra cosa distinta para otros en latitudes más al interior de la república. Una cosa es hablar de la ordinariez o hablar de ser un bacán, y otra es reducirnos a esa subcultura donde lo que no nos gusta es desechado y lo que se acomoda a nuestra singular manera de ser es como un premio a lo inaudito o lo insólito de ser ordinario.
Algunos dicen que corroncho es sinónimo de ordinariez, mejor dicho de falta de cultura, y como están las cosas hoy día, supongo, ya no se trata de no tener cultura, o kultura si se quiere, con K, pues resulta mayor el corroncho que la tiene, pero algo desordenada, es decir, una cultura deforme e inconforme, o sobresaliente, hecha a la medida del mismo corroncho que adapta lo que entiende, que amolda lo que le gusta y desecha lo que le parece incomodo o inaceptable según sus estándares.
El corroncho tiene una cultura o kultura sui generis, pero más alla de todo es un tipo sin educación, o con poca de acuerdo a los estándares nacionales. Se canta otra historia en la región Caribe.
Creo viejo Deivis, donde estés en ese cielo interminable, o en las llanuras sinuosas del espacio sideral, que allá también debe haber corronchos. Imagino todos salieron de acá, y lo malo es que se reproducen sin matriz, crecen como la mala hierba, y dejan huellas por donde pasan, buena o mala, pero se hacen notar.
Sea con el escandaloso ruido de los parlantes que rechinan música estridente, o cuando usan sus carros como cajas de resonancia para aumentar la honda sonora de su ultimo vallenato, o para reventar los tímpanos de los que puedan escuchar la ultimísima champeta. No es tan importante la música que escuchan, aunque lo sea, como que todo el mundo sepa que lo hacen y se enteren de que tienen el último CD o DVD de Diomedes.
No importa viejo Deivis, donde sea que estés, allá llegara un corroncho y se hará notar. Tendrás compañía, grata o no, y cuando salgas a caminar por los jardines celestiales y tengas ganas de mear, podrás hacerlo acompañado de algún corroncho. ¿Y es que es mejor tener compañía que la íngrima soledad, o no? Aunque algunos piensan que es mejor estar solo que mal acompañado.
A esas alturas llegará algún corroncho disfrazado así aun no sea carnaval. Hará que los colores que no juegan lo hagan, y a la fuerza se hará notar, porque para llamar la atención y no pasar desapercibido todo se vale.
Dejará claro que es oriundo de algún rincón del Caribe, y que no traga para nada entero. Dirá sin pelos en la lengua, tengo para eso la boca y dientes para masticar, y si no se quitara la chapa sin agüero, para sentar su posición. Ordinario, tal vez, pero con un corazón que no le cabe en el pecho.
Viejo Deivis. Este ya no un mundo de caballeros, eso pasó a la historia. En la última tertulia donde estuviste, donde nos conocimos, en la tertulia Caribe de Joao Herrera, cuando estabas en campaña al senado, y ahí nos dejaste en el ambiente tu alegría, y ese sabor costeño de tus cuentos, historias y anécdotas, siempre bien recordadas.
Luego de fumarte un último cigarro y te fuiste a cumplir otros compromisos, pero mira, donde sea que estés: a uno lo recuerden como los bueno vinos, como sus aromas que traen nostalgias, y así te recordamos hoy, viejo Deivis, pues eras de los pocos caballeros que quedaban en estas cálidas tierras ecuatoriales.
A Sánchez Juliao lo engendraron en carnaval, y murió en carnaval. Tal vez de ahí venga su vena literaria excepcional. Sus orígenes provienen de descendientes de judíos sefarditas que emigraron huyendo de las persecuciones en Iberoamérica, de una Europa aciaga saliendo de España muy posiblemente en la misma época del descubrimiento de América.
En los cementerios judíos de Curazao y Barranquilla reposan enterrados sus ancestros y parientes, y lo digo pues muchos creyeron que era de ascendencia árabe por su origen sefardita que es otra cosa distinta.