Autor: Álvaro Serrano Duarte
Es obvio que si alguien comercializa con pan, huevos, vehículos, champú, o cualquiera otro producto o servicios, debe apuntar hacia campañas que generen razones en los potenciales consumidores de que su producto o servicio es ideal, bueno, barato, etc.
Traslade este concepto universal de marketing a cualquier actividad humana... menos a una: la venta de armas. Este producto o servicio requiere otro tratamiento de marketing: el odio, el orgullo, el respeto, la tradición, etc., etc.
Nadie va por el mundo ofreciendo armas públicamente para que mates a tu vecino.
Sembrando sentimientos de sed, crea la necesidad de comprar bebidas. Sembrando sentimientos de nutrición, creas la necesidad y justificación para que tus productos ganen mayor mercado.
Nadie va por el mundo promoviendo abiertamente la necesidad de acabar con los enemigos en la religión, la política, en los negocios o cualquiera otra actividad, mediante asesinatos en masa. Eso no genera simpatía, sino rechazo de todos.
Pero si alguien, desde una posición de poder político y económico -acompañado de los medios de comunicación comprados- ordena que se sucedan atentados terroristas y se realicen despliegues mundiales; a la vez que otros hechos iguales en daño, no son siquiera mencionados en esos mismos medios de comunicación, es porque están alimentando una necesidad de "defenderse" la sociedad mundial. Y la defensa mundial o nacional, significa autorizar y aceptar que se responda con la misma o mayor fuerza militar.
A continuación un video publicado en Mundo Desconocido que realiza un análisis como opinión periodística de los hechos de París: