Autora: Carmen Rosa Pinilla Díaz
Hasta el día de su funeral, Juan Pablo II hizo historia; y no sólo porque logró reunir a más de cuatro millones de personas de diferentes religiones, razas y culturas en el Vaticano, –el Estado más pequeño del mundo-, sino porque a su alrededor se congregaron 200 mandatarios de todos los rincones del mundo, muchos de ellos enemigos irreconciliables. Pero no es el único récord que después de muerto hizo Karol Wojtyla.
Por primera vez en la historia, un presidente de Estados Unidos asistió al funeral de un Papa, y tal vez única, un presidente de Taiwán pisó suelo europeo; Chen Shuibian estuvo presente con una nutrida delegación en las exequias del Pontífice.
También llegaron patriarcas de iglesias ortodoxas, como Bartolomeo I de Constantinopla, Christodoulos de Grecia o Anastas de Albania, así como, el arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana, Rowan Williams, quien compartió banco con representantes de religiones musulmanas, budistas, sijs, hindúes y hebreas y con dirigentes luteranos, metodistas, coptos, baptistas y menonitas.
Todos se olvidaron de sus diferencias y algunos se estrecharon las manos. El caso que más impactó a la opinión pública fue el del presidente israelí, Moshe Katsav, quien en un hecho histórico e increíble, se saludó con líderes de naciones archienemigas de Israel, como Siria, Bashar Assad, e Irán, Mohammad Khatami.
Estos detalles diplomáticos no pasaron desapercibidos, haciendo honor a que Juan Pablo II fue el Pontífice que mejor comprendió el poder de los medios de comunicación, su funeral fue transmitido por cadenas de 90 países, como Al Jazzera, de Qatar, y Al Arabia, de Emiratos Árabes Unidos, llevaron las imágenes de la ceremonia hasta millones de hogares en el mundo árabe.
Los países islámicos, como Iraq y Jordania y los territorios palestinos también siguieron en directo las exequias del Pontífice. …./ Lo mismo sucedió en China, uno de los pocos países a los que el Papa no pudo visitar, en donde los fieles pudieron seguir lo que acontecía en Roma en las llamadas iglesias oficiales (aceptadas y controladas por el Gobierno). Más de 4.500 periodistas de todo el mundo presenciaron el evento desde el Vaticano.
El momento mas venerable del funeral fue sin duda cuando la multitud rompió en un aplauso, cuando el sencillo féretro de ciprés, adornado con una cruz y la “M” de la Virgen, salió de la Basílica; la solemnidad de la ceremonia, que estuvo presidida por el Cardenal alemán Joseph Ratzinger, fue interrumpida en varias ocasiones por gritos de “Santo ya”, “Santo ya”….. La Iglesia deberá certificar dos milagros para canonizar a cualquier candidato a los altares, incluso después de ello el proceso puede tardar siglos.
Pero con varios millones de personas que rindieron homenaje a Juan Pablo II, el comienzo de la maquinaria canonización del Vaticano, parece casi inevitable. El padre Peter Gumpel, que encabeza la causa para la canonización de otro Papa, Pío XII, asegura que Juan Pablo II es ciertamente digno de este privilegio, y puede ser posible que sea beatificado de la misma forma como lo fue Teresa de Calcuta, un año después de su muerte, en lugar de los habituales cinco años…..
Después de depositado el ataúd en la gruta de la Basílica, el féretro fue cerrado definitivamente con los sellos papales y del vaticano; fue colocado dentro de otro féretro de zinc y un tercero de nogal. Éste lleva inscrito el nombre del Papa, su cruz y su escudo de armas.
Los últimos momentos fueron para sus más allegados, como sus secretarios, las monjas que le cuidaron hasta el final y su médico personal, quien pudo despedirse de él en la intimidad…. Juan Pablo II, el Papa venido de lejos, el 264 sucesor de San Pedro, descansa ya bajo tierra en las Grutas Vaticanas.