Autor: Israel Díaz Rodríguez
Las bodas de hoy difieren mucho de las de antaño, sobre todo en lo que se refiere a la organización, pues antes no existían empresas que se encargaran de todos los pormenores que conlleva desde conseguir el turno en determinada iglesia, quien ha de hacer los arreglos de ésta, dentro de la iglesia damas que se encargan del orden en que deban entrar los contrayentes, y sus respectivos cortejos, estipulación del lugar en el cual deben sentarse los familiares, tanto del novio como de la novia, estar pendiente de arreglar constantemente el vestido de la novia etc. etc.
Viene entonces el complejo problema de situar a los invitados en las mesas que se han distribuido en el salón donde se hará la celebración, al ocupar la mesa que le corresponde, para evitar desorden a la entrada al recinto, lista en mano el control de las personas para que se sienten en su lugar asignado, evitar los “colados” que nunca faltan en eventos de esta naturaleza para beber, bailar y comer sin que les cueste un peso.
Estar pendientes de los meseros para que no abusen al servir sobre todo el trago, porque la tendencia de estos es servirlo desmedidamente, no vaciar la botella totalmente con el fin de que antes de que quede completamente vacía, retirarla de la mesa y el remanente, tomárselo ellos, y desde luego cuando el festejo apenas comienza, ya están que se tambalean del trago que han consumido.
No darle tragos a los músicos porque fatalmente terminarían borrachos y entonces se rompe la armonía de la música ejecutada, se pelean entre ellos mismos y dañan la fiesta.
En cuanto a la comida una vez abierto el buffet, son los cocineros quienes sirven a cada quien su plato, pues hay invitados que parece que nunca hubieran comida en sus casas y van dispuestos a servirse porciones dobles dejando a muchos ya con muy poco o nada que comer.
Por todo esto, que indudablemente cuesta dinero, estos eventos de hoy, resultan tan lucidos, tan divertidos y hermosos, pero con todo esto por mucho que dichos organizadores y los sufridos padres de los contrayentes, quieran que no se produzcan lunares negros, no faltará algo que se escape a tan estricto control, pues en nuestro medio es de inmenso valor la fotografía del día siguiente a la celebración, en la página social del principal periódico de la ciudad, esto es supremamente delicado porque a los fotógrafos no hay quien les controle, especialmente a los que cubren el evento a nombre de sus diarios, ellos toman fotografías a diestra y siniestra, y al momento de editarlas para la impresión, lo hacen escogiendo a aquellas personas que mas conocen o caprichosamente escogen a quienes les parece que deben salir en dicha página.
Aquellas personas, amigas o familiares que no aparecen en dicha página social, se molestan, reclaman o si aparecen se disgustan porque salieron muy borrosas o el indiscreto fotógrafo se las tomó en un perfil indeseado.
Pero también surgen episodios que se dieron en algún momento causantes de tensión y después al comentarlos, risas, como el que se dio en la iglesia en el momento de la comunión, se trata de un joven que le reclamó al sacerdote por una Hostia seca, es decir, que no la humedeciera en la copa que contenía el vino, incluso trató de coger una del copón por su propia mano, como es natural el cura lo evitó trabándose una discusión entre el joven y el sacerdote, finalmente el joven terminó por recibir la Hostia húmeda como la había recibido todo el mundo.
De manera que por mucho esmero y cuidados que se tengan, en las bodas, a pesar de la organización que estas entidades procuran poner en práctica hoy, lo mismo que las de ayer, siempre habrá descontentos, criticones que van justamente dispuestos a eso, a CRITICAR.