Autor: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Luego de una campaña mediática, organizada sin duda alguna desde la mesa de Juan para complacer al gobernante y satisfacerle sus ancestrales instintos de venganza, el famoso magistrado Pretelt ordenó que a todos los excongresistas y exmagistrados que venían desde muchos años atrás devengando la jubilación se les recortara a por lo menos la mitad.
Como no hay nada más grave para la institucionalidad de un país que el desconocimiento de los derechos adquiridos, porque entonces no habría nunca estabilidad jurídica ni el estado será respetado, el Consejo de Estado ha salido a darle un garrotazo a esa determinación que tomó el magistrado Pretelt para congraciarse con la Casa de Nariño.
En un fallo trascendental para estudiar la tutela de uno de los más curiosos y estrambóticos congresistas que hemos tenido, don Pablo Victoria, el Consejo de Estado acaba de fallar que los 700 y piquito de jubilados vulnerados deben volver a recibir lo que les han arrebatado.
El precedente hubiese sido funesto donde no se tumbe la locura de Pretelt, Santos y Cárdenas. Todos los otros jubilados de Colombia, a quienes ya los tienen contra la pared cobrándoles el 12% por los derechos a la salud, bien podrían haber quedado con sus mesadas rebajadas por el capricho de cualquier próximo gobernante.
Es probable que lo que ganan los jubilados restituidos sea mucho individualmente, pero es muy poco globalmente, por lo que se evidencia que querían era dejar camino abierto para garrotear a cada uno de los jubilados de este país. ¡De la que nos salvamos!