Autor: Desconocido
La fundación de el Municipio de El Socorro no sucedió a la manera ostentosa de los conquistadores españoles, con actas y repartición de solares en nombre del Rey de España. Aquellos ya habían desaparecido de la faz de la tierra y sus hijos y nietos dominaban a sus anchas el territorio del Nuevo Reino de Granada y la América en general, sin que sus primitivos y legítimos dueños indígenas opusieran ninguna resistencia. Su civilización y costumbres ya estaban superadas.
El origen de la población fue mucho más prosaico y sencillo. A grandes rasgos puede afirmarse que se formó a la vera del camino que conducía de Vélez a Girón, en sitio exacto donde hoy se halla ubicada.
Don José de Archila y Don José Díaz Sarmiento, ricos terratenientes del Valle de Chanchón, donaron el terreno a la Virgen de Nuestra Señora del Socorro, para establecer el poblado el 16 de junio de 1683.
"Los límites de la provincia del Socorro, llegan por el Norte hasta una legua y media más allá de San Gil, y por ese lado confinan con Pamplona. Por el Sur se extiende hasta Puente Real; -hoy Puente Nacional - por el Este linda con la de Tunja, y por el Oeste llega hasta unas regiones desconocidas y el Magdalena; tiene varias poblaciones importantes entre otras San Gil, donde se acaba de construir un puente de piedra y un colegio; Zapatoca, Charalá, Palmar, Oiba Simacota, Palmas, Guadalupe y Socorro.
Esta última, que da su nombre a la provincia, es la capital; en ella reside el gobernador Nicolás-François Mollien.
Apartes de su crónica del viaje Colombia en 1823 Referente a la provincia del Socorro
"La ciudad de Socorro esta muy mal emplazada y peor pavimentada. Situada en la ladera de una montaña pocas veces recibe el efecto refrescante de los vientos debido a que la cadena de montañas del Opón, que va de sur a norte, llega hasta las de Ocaña.
El calor, por lo tanto es muy fuerte; el termómetro, a la sombra, pocas veces baja de 200. En la época en que me encontraba en la región (julio), empezaba a llover generalmente a la una de la tarde; tronaba, y la tormenta duraba hasta la puesta del sol. Los vientos soplaban del Norte.
El agua por lo general es desagradable al paladar y de mala calidad. ¿Será el agua causa del bocio que desfigura a todos los vecinos y hasta a los forasteros después de una larga permanencia en la región? Hasta los animales y en especial los perros están afectados por esa enfermedad, que llega a ser mortal. Con facilidad se adquieren las fiebres y hay muchos ancianos hidrópicos.
Con todo, el Socorro tiene unos 12.000 habitantes, muy trabajadores e inteligentísimos; se entregan asiduamente a la agricultura, y sus fábricas no dejan de tener importancia. Se cultiva mucho la caña de azúcar, algodón y arroz; estos productos son baratísimos | 5 debido a que hay pocos caminos practicables para exportarlos.
Se propuso trazar un camino por las montañas del Opón, que hubiera llevado en seis días al Magdalena, en vez de tener que emplear algunos más yendo por el puerto de Botijas, a pesar de que sólo dista veintisiete leguas. La guerra impidió la realización de ese proyecto, que hubiera sido tan beneficioso.
En todas las casas, en todas las chozas todo el mundo hila, tiñe o teje; por todas partes se ven telares; muchas gentes prefieren tejer sombreros de paja; a los que se dedican a este trabajo se les reconoce por la uña del dedo índice, que se dejan crecer desmesuradamente.
Las telas que se fabrican son ordinarias, pero sólidas; aunque estas telas se prefieren en las otras provincias a las extranjeras cuando son del mismo precio y a pesar de que se venden en grandes cantidades, los obreros son pobres; en efecto, una hilandera no gana ni un real por día; una pieza de tela de algodón de sesenta y cuatro varas (166 pies) no deja al tejedor más que un beneficio de 7 reales (4,35 francos).
El único que se enriquece es el comerciante; transporta las telas del Socorro a Girón y a Zipaquirá, donde las cambia por tabaco y oro, sal y géneros ingleses; éstos son los preferidos, prejuicio que contribuye poco a estimular la industria nacional; hasta las mujeres no se visten ya más que la inglesa.
Estos caprichos en realidad cuestan poco, ya que las telas de Mánchester resultan más baratas que las que se fabrican en el país; un vestido sale en diez francos.
Las casas, por lo general, están sucias y su construcción suele ser mala, pero en cambio son más cómodas que las de las zonas frías. Tienen Camas, para comer se utilizan cubiertos de plata y en la mesa se ponen mantel y servilletas; la comida suele consistir en patatas, arroz, bananos y carne de cerdo.
Los habitantes del Socorro en todo tiempo han hecho gala de una audacia y de un carácter enérgico que contrasta con su aire torpe y atontado; hoy mismo parecen estar ya hartos de las requisas de todo pero que se reclaman de su abnegación; entre ellos no se dan más tratamiento que el de ciudadano, y parecen acrisoladamente leales al régimen republicano. Fueron ellos los primeros que, mucho antes de que en España se pensara en que América se podría independizar, levantaron la bandera de la rebelión".
REBELIÓN DEL COMÚN
1781- El 16 de marzo en las horas de la mañana se inician los motines en el Socorro. Era viernes y día de mercado. A primera hora los guardias de la renta le decomisan a una mujer del pueblo, Manuela Beltrán, campesina entrada en años, un ovillo de hilo y un manojo de algodón, acusándola de no haber pagado la alcabala.
Cuando la discusión genera el tumulto, por una esquina de la plaza aparece José Delgadillo tocando tambor, seguido por los hermanos Ardila, Roque Cristancho y Miguel de Uribe, conocidos en el lugar como los “Magnates de la plazuela”.
Se forma un desfile que, a los gritos de “Viva nuestro rey de España, pero no admitimos el impuesto de Barlovento”, desembocó frente a la casa del alcalde ordinario de la villa, don José Ignacio de Angulo y Olarte, quien era a su vez recaudador del impuesto de Armada de Barlovento.
Desde el balcón y acompañado por don Salvador Plata, el funcionario pide cumplimiento de las órdenes del rey y promete interceder ante el regente para lograr la rebaja de algunos tributos.
La multitud se enardece, y Manuela Beltrán despedaza el edicto fijado el día anterior. ¡Muera el Regente!, ¡muera el Fiscal Moreno!, corean las gentes. La casa del alcalde es apedreada, y el motín se prolonga por el resto del día. El incendio se extiende por las villas y aldeas aledañas al Socorro.
El 17 hay disturbios en Simacota que sólo se aplacan en la tarde cuando los guardas disparan sobre los sublevados. El 24 de marzo las mujeres de los cosecheros de tabaco se toman el cabildo de San Gil, donde hacen una parodia de sesión del órgano administrativo y acusan a los varones de cobardes. Luego asaltan el estanco, riegan el aguardiente y queman el tabaco, conducta que se repetirá en todas las asonadas.
El 25, mujeres de Pinchote hacen lo propio. El 30, en Socorro, una manifestación de más de cuatro mil personas ocupa la plaza, encabezadas por un mulato que lleva un manojo de tabaco en llamas como símbolo del alzamiento. Este segundo motín del Socorro tiene mayores dimensiones e implicaciones que el anterior.
- El 31 se suceden nuevos desórdenes en Simacota. El 1 de abril en Confines, Barichara, Zapatoca, Valle de San José y Chima. El 2 en Oiba y San José de La Robada (hoy Galán).
El 3 repite Simacota, el 8 irrumpe Guadalupe, el 10 Charalá y el 16 Santa Ana. En esos días llegaron a Socorro los versos conocidos como la “cédula del pueblo”, elaborados por Fray Ciriaco de Archila y en los que por primera vez se habla de independencia. Reproducidos en centenares de copias, se convirtieron en una especie ce programa comunero.
Fray Ciriaco Archila, Hermano Cooperador de la Orden de Predicadores (Padres Dominicos),- leal amigo del Marques de San Jorge-, escribió unos versos a modo de Himno revolucionario que, leído en las calles del Socorro, sirvió de motivación y exaltación de los ánimos de los Comuneros.
Este escrito llamado "Nuestra Cédula" fue el primer grito de libertad absoluta de la Nueva Granada
Clérigos como Francisco de Vargas, de la parroquia del Socorro, y fray Ciriaco de Archila, lego del convento de Santo Domingo en Santa Fe y vate de la revolución, conspiran permanentemente. La mayoría de los cabildos del Nuevo Reino ratifica los nombramientos de los capitanes del Común y se pliega a los comuneros
La Mujer en la Emancipación
Manuela Beltrán nació en la ciudad del Socorro, Colombia. Heroína de Nueva Granada a quien se señala con comenzar la revolución de los comuneros.
El 16 de marzo de 1781 lideró un motín contra los impuestos mercantiles establecidos por el visitador regente Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres (1781), que desembocó en la revolución de los comuneros.
Fue la primera mujer en enfrentarse al régimen del gobierno español, destruyendo los edictos donde se anunciaba el alza de los impuestos, siendo por lo tanto considerada como "la heroína del pueblo."
Esta actitud de rebeldía se extendió por territorio neogranadino desde Mérida, Venezuela hasta Peru, creándose una conciencia en el pueblo contra el gobierno colonial de la época.
Vendedora ambulante, se dice que era "una mujer del pueblo", pero con la diferencia de que sabía leer lo suficiente para conocer el texto del edicto sobre los nuevos y excesivos tributos notificados por el visitador. Manuela Beltrán, recoge la indignación del pueblo sobre este hecho, y al grito de "viva el Rey y muera el mal gobierno"....
Manuela fue la mujer más valiente de toda la historia Colombiana y la primera que fue capaz de desafiar a la corona española.
La mujer tuvo un gran papel en la guerra de Independencia de Colombia, unas colaboraron en las guerrillas, otras como mensajeras en el correo secreto y otras como las "juanas" que acompañaron a sus maridos en las campañas guerreras; María Antonia Santos Plata fue una de las grandes heroínas de la Independencia de Colombia.
Hija de Pedro Santos Meneses y Petronila Plata Rodríguez, fue bautizada en la Viceparroquia de Pinchote, el 11 de abril de 1782; sus padrinos fueron Casimiro Gómez y Casilda Plata. Su niñez y juventud discurrió, al lado de sus padres, en la hacienda de El Hatillo. Allí recibió la educación que recibían las mujeres de su época: labores propias del hogar, la religión católica y prácticas piadosas y conocimientos de aritmética, escritura, gramática y lectura.
Sus principales actividades estuvieron relacionadas con las faenas campestres. En la provincia del Socorro se manifestó el más grande descontento social y económico contra el gobierno colonial, que se proyectó en el movimiento insurreccional de los Comuneros de 1781; así, Antonia Santos se formó en un ambiente de rebeldía y descontento.
Además, su familia se vinculó fervorosamente desde los primeros momentos a la lucha en favor de la emancipación del Nuevo Reino de Granada. Su madre, doña Petronila Plata Rodríguez, murió en los primeros meses de la Reconquista, por lo cual le correspondió a Antonia, la mayor de sus hijas, la representación moral y material del hogar, personería que desempeñó con la máxima dignidad.
En esta época se conformaron las guerrillas patriotas en la Nueva Granada para luchar contra los españoles realistas; ellas combatieron el Régimen del Terror y apoyaron al ejército patriota en la Campaña Libertadora de 1819.
Entre las guerrillas más conocidas destacamos la de la Niebla, integrada por gentes del Socorro y la provincia de Tunja, en la región que va de Vélez hasta Zapatoca; la guerrilla de los Almeida en el Valle de Tenza; las guerrillas de Zapatoca, Guapotá, La Aguada, Oiba, Chimá, Aratoca, Guadalupe, Simacota, Onzaga, Coromoro, el Hatillo y otras. Numerosos guerrilleros de las regiones de oriente y del centro del Nuevo Reino se sumaron al Ejército Libertador en la Campaña Libertadora.
La guerrilla de Coromoro o de Santos fue la primera que se organizó en la Provincia del Socorro para luchar contra los invasores españoles; fue la más organizada y la que peleó más bravamente durante los tres años de la Reconquista.
Esta guerrilla fue organizada y sostenida por Antonia Santos Plata y tuvo como centro de actividades su hacienda El Hatillo. Fueron jefes de esta guerrilla, su hermano Fernando Santos Plata, José Gabriel Tobar, Camilo Gaona, José Manuel Ruiz y otros. Inicialmente la guerrilla tuvo cuarenta miembros, y posteriormente aumentó con las gentes que se fueron integrando a medida que el terror de la Reconquista penetraba en todos los pueblos.
En los primeros días de agosto de 1819, la guerrilla de Coromoro se dividió en varias partidas, contribuyendo al triunfo de las batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá.