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Colegio Sagrado Corazón de Jesús, Hermanas Bethlemitas, Zapatoca, Colombia

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Carmen Rosa Pinilla Díaz - Escritora, Historiadora, Poetisa - Zapatoca, Santander

 

Recopilación histórica, Carmen Pinilla Díaz

Un pueblo vale por su cultura intelectual y por el alto nivel moral de sus gentes.

Escudo del Colegio Bethlemitas de Zapatoca, ColombiaZapatoca ha sido siempre un pueblo preocupado, constante y esmerado por la educación integral de sus hijos. Por eso ha podido ofrecer a nuestra Patria y al mundo una pléyade de hombres y mujeres ilustres en el saber y en la virtud; varios obispos, sacerdotes, religiosos en diferentes órdenes, más de 500 profesionales en todas las ramas del saber humano: sabios magistrados, congresistas, gobernantes, elocuentes oradores y apostólicos maestros en ambos sexos, que hoy son corona inmortal de las juventudes que han pasado por sus manos.

Muchos colegios nacieron de la necesidad imperante de educar a la juventud ávida de conocimientos; fueron muchos los centros educativos que se formaron, siendo el primero del que se tenga historia que se cristalizó, según Acta del 5 de agosto de 1821, de reunión efectuada en la Iglesia, con el cura de entonces y los ciudadanos Vidal Plata y Julián Serrano, con dos maestros, uno para niños y otra para niñas; esto nos indica el espíritu que existía para que las gentes de entonces crecieran en la verdad.

Muchos establecimientos nacieron en el siglo XIX, al impulso de la necesidad y muchos patricios zapatocas fueron los artífices de que el mundo de hoy pueda contar entre sus gentes, con personas capacitadas para llevar sus ideales más allá de las fronteras.

Entre estos colegios, a pesar de las embestidas de los vientos modernos, ha perdurado por 100 años (101, en el 1008) el del Sagrado Corazón de Jesús, regentado por la Congregación Bethlemita, comunidad fundada, en Guatemala en  el año 1658,  por el Hermano Pedro de San José Betancur.

Presbítero Dr. CLAUDIO ACEVEDO GÓMEZ:-  FUNDADOR

No podríamos hablar de la construcción del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, sin tener en cuenta el carisma de su fundador, don Claudio Acevedo Gómez. Este benemérito sacerdote nació en Zapatoca, el 28 de agosto de 1863, fruto de un cristiano modelo de hogar conformado por don Ignacio Acevedo y la matrona, doña Elena Gómez.

Según consta en el Acta de Bautismos, libro 4, folio 542 de 1863, su verdadero nombre fue José Claudio Carmen Acevedo Gómez; fue registrado como hijo de Dios el día siguiente de su nacimiento, como se acostumbraba en esa época, ya que todos los hijos de la Zapatoca de entonces, eran frutos de hogares entregados totalmente a la voluntad de Dios y por consiguiente a pocas horas de llegar al mundo, eran entregados al Altísimo.

Celebración Centenenario Bethlemitas

Sus abuelos, gentes también de profundas raíces cristianas fueron, por línea paterna, Carmen Acevedo e Ignacia Gómez (antiguamente el nombre de Carmen también era masculino por el amor que los zapatocas le tenían a la Virgen del Carmen); por línea materna, Jesús Gómez y Hermenegilda Serrano; fueron padrinos, Joaquín y Dolores Acevedo; las aguas bautismales fueron derramadas en su cabecita por el Párroco de entonces, el Dr. Pedro Guarín.

Uno de los cruentos episodios de nuestra patria fue aquella guerra del 60, en el siglo XIX, larga y devastadora como pocas. Las pasiones políticas se caldearon al rojo vivo y el país quedó sumido en un caos de odio y miseria que afectó por muchos años la vida de los pueblos. Una de las víctimas de aquella hetacombe fue, en Zapatoca, don Ignacio Acevedo, hombre de alcurnia y distinción, pero también de un brioso temperamento político.

Cárceles y multas llovían sobre él, sin que lograse hacerlo ceder en la defensa de sus ideales. Cuando por enésima vez llegaron a aprenderlo los jenízaros de Mosquera hasta su casa de Gachaneque, huyó por el alto del mismo nombre, descendiendo por los empinados riscos que llevan al río Suárez, con tan mala suerte que pegó su cabeza contra una piedra, pagando con su vida el tributo a la sangrante deidad de nuestros odios políticos. Atrás quedaba una viuda deshecha y seis huérfanos, cuyo último vástago fue José Claudio.

Los primeros años discurren con inmensas privaciones, pero para ventura suya encuentra en su cuñado, Telmo J. Díaz, un alma que comprende la suya y que le ayuda en la consecución de sus ideales que desde el primer momento se cifran en la educación religiosa, así que resuelve brindarle el apoyo económico, que le  faltara en el hogar destruido.

El seminario era la suprema meta de sus aspiraciones: el servicio de Dios le reclama con las mismas voces que a Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz; por encima de las exigencias de los pénsumes oficiales va oteando en el callado recinto de las bibliotecas nuevos horizontes para su espíritu.

Cuando, recién terminada su carrera eclesiástica, se funda el Seminario de Tunja,  sus maestros lo escogen a pesar de su juventud para que sirva el cargo de Vicerrector de dicho Instituto; tan tremendo debió ser el esfuerzo mental, ya que se trataba de una obra en proceso de desarrollo, que vino un cruel zarpazo del destino para truncar bruscamente y para siempre, esta carrera iniciada bajo tan halagüeños auspicios, que lo hubieran llevado por natural proceso de selección humana a escalar las más altas preeminencias eclesiásticas; tanto esfuerzo por llevar a sus discípulos hasta la cima de lo sagrado, produjeron en él una aguda crisis de agotamiento mental, un “surmenage”, que le obligó a suspender sus labores intelectuales, debiendo regresar a su tierra nativa a ejercer el divino ministerio.

Pero, como Dios “escribe derecho sobre renglones torcidos”, nuestro benemérito Claudio, tenía en Zapatoca tareas urgentes por cumplir.

Como enamorado de la educación fundó, en el año 1912, el Colegio de San Luís, para varones, ayudando con su propio peculio a los mozalbetes aventajados, que por falta del metal dorado no podían escalar las metas estudiantiles; igual hacía con los estudiantes del Socorro, Tunja y Bogotá, sin exigir otra recompensa que el callado goce de las buenas acciones. ¿No era esta., acaso, la mejor manera de servir al preciado terruño al cual vinculó siempre sus más caros afectos?

Fundó también para divulgación ideológica un semanario, “El Impulso”, uno de los primeros órganos periodísticos en la historia de Zapatoca. Aquí están, pregonando el ejercicio de su misión apostólica y su amor a Zapatoca, obras de aliento en beneficio de su Dios y de su tierra: en primer término, el Hogar San José y el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, para los cuales, salvando muchas dificultades que se interpusieron en su realización, trajo a Zapatoca la Comunidad de las Religiosas Bethlemitas; hizo un largo y penoso viaje con el objeto de traer a los RR.PP. Dominicos para que regentaran el Colegio de Santo Tomás, que tan buenos frutos dio al mundo, bajo la austera dirección, posteriormente, de los Hijos de Don  Bosco; el barrio y la Institución  de San Vicente de Paúl que, con otros claros varones de la Villa, logró llevar a la realidad; la Biblioteca Pública y el Templo Parroquial también supieron de su eficaz ayuda.

En fin, cuántas nobles empresas se llevaron a cabo en Zapatoca, desde 1890, hasta 1928, contaron con él, como su gestor unas veces y otras como su animador entusiasta y decidido.

Un día triste y lluvioso, el 9 de noviembre de 1928, a la edad de 65 años, cuando se encontraba en un almacén de la Calle Real, comprando telas para sus hijas del Hogar San José, por efectos de un paro cardíaco, falleció repentinamente.

Su partida de defunción se encuentra en la Parroquia, libro 9, folio 23-147, de 1928.

COLEGIO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Corría el año de 1907 y por estos lares la vida pasaba tranquila y silenciosa; las contiendas civiles no lograron menguar  la fisonomía clásica y altiva de una raza que, si tiene del honor un concepto desafiante, también sabe quemar sus inciensos en los templos de la paz; abuelos patriarcales de procera estirpe, sentaron sus reales al amparo de estos cielos abiertos y apacibles y modelaron una casta robusta de hombres y mujeres, que de sol a sol, rendían sus tributos al trabajo, arrancando de la esterilidad de la tierra, el fruto que da el pan para la vida; por sus montañas y colinas, sus manos encallecidas y recias trazaban el pentagrama de las sementeras y la Villa crecía, con sus casonas amplias, rodeadas de helechos que hacían la delicia de los duendes y fantasmas que merodeaban en las noches heladas, según los eventos que la viejecita de nevada cabellera susurraba a sus vástagos para aquietarlos un poco y hacerlos dormir.

Grupo de Estudiantes Bethlemitas

En el día era la brega, el esfuerzo, el afán casi atormentado para quebrantar la insolencia de los surcos que se negaban a la remuneradora bendición de las cosechas. Por la noche,  a la luz deficiente de las lámparas, mientras brotaba de los labios la plegaria bendita del rosario, la dulce viejecita, de mirada diáfana y pura, oteaba desde la cima de sus años, el horizonte risueño de su prole.

Alegres juventudes recorrían los caminos de la Villa buscando nutrir su inteligencia con la lectura de los cánones obligados de la época, con la esperanza de completar su aprendizaje en el calor proyectado de la enseñanza religiosa. Por aquellas calendas discurría por el burgo un benemérito sacerdote, cuyo nombre todos conservamos en urnas de reconocimiento  y gratitud; Zapatoca le debe sentimientos de amor, por la labor incansable a favor de las juventudes ávidas de conocimientos.

Sobre todo la mujer que busca la satisfacción que da el sentirse preparada suficientemente para cumplir a cabalidad las funciones de esposa, madre, de ama de casa, con las enseñanzas que le proyectaban los colegios femeninos de la época, en lo relacionado con su condición femenina: modistería, bordados, tejidos…; recordamos, con efusión al Pbro.

Claudio Acevedo Gómez, gestor incansable de la traída de la Congregación Bethlemita a estas tierras, con la anuencia de la entonces Superiora General de la Congregación, madre María Luisa Salinas; el 11 de diciembre de 1906,  después de transitar por duros caminos, llegaron las cuatro primeras religiosas para abrir sus corazones a la juventud zapatoca, pues el Orfelinato de San José, ya existía por esa época; fueron la madre Cecilia Rosero y las Hnas, María Luisa Arciniegas, Úrsula Ramírez y Eufrania Ángel, quienes se hospedaron en la casa del Orfelinato, y, en la mañana del 19 de febrero de 1907, el Sagrado Corazón de Jesús abría sus brazos para recibir la chiquillería alegre que se congregaba en sus claustros; a la voz de la campana, 31 alumnas iniciaron su preparación para seguir resonando hasta hoy.

Durante 100 años (101- 2008) su luz ha iluminado el camino a todas las generaciones que han pasado por sus aulas, recibiendo la luz de la esperanza y aprendiendo a separar las espinas de las rosas, en el duro transitar de la existencia.

La madre Cecilia Rosero estuvo al frente de la nueva obra de apostolado durante cinco años, realizando la tarea más difícil: echar los cimientos de la educación femenina, contando solamente con la generosidad de los zapatocas, movidos por el celo del fundador de esta obra de caridad y educación.

Le sucede la querida madre Amelia, a quien le correspondió el traslado del colegio a un local  más amplio de dos casas unidas, en la esquina de la actual calle 22, con la Cra. 9; allí permanece durante otros cuatro años, continuando la dirección del Colegio, las madres Encarnación, María del Carmen y Guadalupe, en dos casas un poco más amplias que el dr. Claudio Acevedo hacía comprado para el Orfelinato, en la carrera 9, entre calles 22 y 23.

Infortunadamente, el egregio fundador de la Institución fallece, en forma inesperada, el 9 de noviembre de 1928, dejando en la Comunidad Bethlemita, como en los zapatocas, un profundo dolor, pero con el ferviente deseo de seguir en la lucha por llevar el colegio a su meta definitiva, porque la bendición que desde el cielo les impartía su benefactor, las  impulsaba a seguir el camino.

Continuaron como directoras del apostolado educativo, en  una época que se prolongó hasta 1953, las religiosas, madre Javier Cedano, hermanas Ana Rita Figueroa, Isabel Yépez, María Acevedo, Matilde Aguirre, Estela Valencia y Concepción Sosa, cuyos nombres deben figurar entre las grandes benefactoras de la educación.

Hasta entonces, el colegio había funcionado con bastante incomodidad, pero con mucho espíritu, en una sola casa, con el Orfelinato San José; en 1952, la señora Isadora Díaz de Acevedo, en un gesto de desprendimiento, donó al colegio la amplísima casa que fue cuna de su familia, en la esquina de la calle 22, con cra. 10, a cuya donación se unieron los Pbros. Hermógenes Plata Acevedo e Isaías Ardila Díaz, junto con el dr. Ignacio Vicente Díaz Acevedo, quien donó la mansión de su familia; y el dr. Ulpiano Arenas, cede la pequeña casa que se hallaba situada junto a la Capilla de Jesús.

La nueva superiora del Colegio, madre Magdalena Niño, con gran amplitud de miras y una gran confianza en el Corazón de Jesús, compró las otras residencias que circundaban la manzana, excluyendo, por lógica la parte correspondiente al Orfelinato, contrató los servicios del Ingeniero italiano Guido Burci y con el pensamiento puesto en el porvenir, idearon juntos los planos ambiciosos de una gran edificación.

Alumnos Bethlemitas

A la entusiasta y providencial iniciadora del nuevo edificio, sucedió la madre Carmen Rosa Duque. Esta ilustre mujer había sido Prefecta del Colegio, durante 13 años; ahora le correspondió completar 18 más de devota y alegre dedicación a su colegio; al terminar su labor de Superiora logró dejar funcionando el colegio en la parte construida del nuevo edificio, ya como obra separada del Orfanato desde 1958, a las superiores Ana Luisa Bonilla, Ana Joaquina Tobòn y Rosa María Isaza; luego vendrían Ana María Serrano, nacida en Zapatoca, con Graciela Restrepo, Elvira Álvarez y Josefina Díaz; en la década de los 80, llegan como Superioras, Martha Sofía Serrano, Guillermina Solano, Ana Lucía Otero, María de los Ángeles Castaño, Ángela María Muñoz y otras tantas hermanas,  dulces y buenas, sabrosas como el pan, deliciosas como el vino, que fueron en nuestra niñez las mejores amigas y las más comprensivas de las madres; ellas, con callada e increíble labor durante tantos años, con poca ayuda de la ciudadanía y sin auxilios oficiales, lograron levantar este edificio que abarca toda la manzana y que hace verdadero honor a la ciudad y que podría descollar en cualquier lugar de nuestra Patria, por su amplitud, su sencilla elegancia y el acierto de su acondicionamiento pedagógico.   

Parte muy importante en la terminación del edificio, cuya bendición se celebró el primero de junio de 1958, fue la labor de la hermana Catalina Serrano, ecónomo del Colegio desde 1972, hasta el día de su muerte ocurrida el 8 de marzo de 1982; con su innegable amor a la Congregación levantó la clausura de la Comunidad y arregló con los frisos todo el exterior del edificio del Colegio.

Su muerte fue, para la comunidad Bethlemita y Zapatoca, las directivas del Colegio y sus alumnas, un acontecimiento triste y lamentable.

La querida Capilla de Jesús Nazareno, levantada en 1839 por la devoción del Pbro. Pedro José Guarín y que fue cedida a la Congregación Bethlemita por Resolución No. 19047-A del 07 de diciembre de 1956, emanada de la Sagrada Congregación, forma parte del conjunto emocional del Colegio, porque las generaciones que por sus ámbitos han pasado, han podido beber de la Eucaristía la preciosa Sangre del Maestro y encontrar en Él, la fuerza necesaria para transitar por el camino de la vida.

La aprobación de los estudios de Comercio se obtuvo por Resolución No. 2928 de 1952, durante la dirección de la madre Estela Valencia, graduándose en ese año las primeras seis alumnas: Agripina Acevedo Acevedo, Aminta Martínez Reyes, Alicia Rincón Galvis, Celina Plata Forero, Inés Serrano Gómez y Olga Serrano Serrano; en 1953, se graduaron doce alumnas; en 1954, cuatro, y así sucesivamente, hasta 1964.

Siendo superiora la madre Ana Joaquina Tobón, se obtuvo la aprobación de la Primaria; posteriormente, en los años 1966 y 1969 respectivamente, fueron aprobados el Bachillerato Comercial y el Académico, siendo Superiora la madre Rosa María Isaza; en 1965, aparecen las primeras graduandas como “Auxiliares de Contabilidad y Secretariado”.

A partir de 1986, únicamente funciona Bachillerato Académico, hasta 1995 y de 1996, en adelante, las alumnas se reciben en Bachillerato, con especialidad en Comercio e Informática.

Hasta el momento, desde 1952 que aparecen las primeras graduandas, hasta el 2007, el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús ha entregado al mundo, bajo la toga de las egresadas un número considerable  de alumnas.

En cuanto a la población masculina, el Colegio ostenta con orgullo, entre las “Flores de nuestro jardín”, el hecho de ser la cuna de la educación de innumerables religiosos, como también varones beneméritos que se encuentran dispersos por el mundo con la ilusión de volver a su Colegio a recrear el espíritu con los ecos del recuerdo; entre los muchos sacerdotes, con honor mencionaremos a Monseñor Ciro Alfonso Gómez, quien falleció siendo Obispo de Socorro y San Gil; Monseñor José de Jesús Pimiento Rodríguez, Arzobispo emérito de Manizales; Monseñor Jorge Ardila Serrano y muchos más, que para enumerarlos tendríamos que dedicar mucho espacio.

CURIOSIDADES BETHLEMITAS

Como un estímulo para recrear la mente con los fantasmas del recuerdo y como un homenaje al Colegio del Sagrado Corazón en su Centenario, presento algunos artículos extractados de los archivos del Colegio.

Es de anotar que anteriormente los exámenes se calificaban de 1 á 5; recordemos que al final no valían los esfuerzos por previas mensuales, sinó únicamente para calificar el año el único puntaje eran los exámenes finales escritos y para mal de muchos, los había también orales.

Pues bien, buscando aquí y allá, encontramos unas curiosas actas de calificaciones: la primera data del 4 de abril de 1941, dice así:

ACTA No. 1.-  En Zapatoca, a cuatro de abril  de mil novecientos cuarenta y uno, a las 8.a.m se reunieron en el salón principal del Colegio las R.R.M.M. Superiora y profesoras de Bachillerato con el fin de darse cuenta del adelanto obtenido por las alumnas en los dos primeros meses del  año.

Se dio comienzo a la sección de la mañana, con clases de Religión en todas las agrupaciones, con resultados altamente satisfactorios. Acto seguido se examinó la aritmética con éxito notable en 1º y 2º años.

Por la tarde hubo examen de Historia Universal, observando palpablemente la falta de aplicación en algunas niñas del primer curso; en general el conjunto deja mucho qué desear. La profesora de Geografía hizo examen escrito en 3º y 4º años.

ABRIL CINCO:  el examen de este día versó sobre Economía Política, en 3º y 4º e Historia Eclesiástica en 1º y 2º, a la vez que presentaban por escrito su examen de Estadística las de tercer año. Las calificaciones quedan expresadas en el cuadro siguiente.
Firman: la Superiora, Ana Rita Figueroa, H. del S.C. de Jesús; la Prefecta, María de la Cruz, Hija del S.C. de Jesús.”

Existe otra Acta similar (la No. 2) de fecha, 17 de junio de 1941, con las siguientes calificaciones:
* Emma Acevedo: Literatura 3.6; Estadística, 4; Economía Política, 3.5; Taquigrafía, 4.
* Luisa María Gamarra: Literatura, 3.2; Estadística, 3.5; Economía Política, 4 y Taquigrafía, 4.
* Blanca Tulia Serrano: Literatura, 4.3; Estadística, 4; Economía Política, 4.5 y Taquigrafía, 4.3.

En 1943, se reunió  un grupo de exalumnas para celebrar el día de la Virgen María; de esta reunión se hizo un Acta, que como dato curioso anotó lo recolectado por cada una de las asistentes, en la siguiente forma:

Margarita Ardila García, 0,50; Luisa Ardila García, 0.50; Alicia Acevedo Silva, 0.50; Sofía Acevedo, 0.50”.

Sucesivamente otras cuotas, sumando un total de $9.75; ¿qué le daríamos hoy a María, en su mes de mayo, con este valor?. Hay que tener en cuenta que en esa época, hace 65 años, la moneda tenía un valor casi por encima del dólar, de modo que esta cantidad, $9.75 vendría a suponer hoy, más o menos 500 mil pesos, sino un poco más.

Otra cosa curiosa que encontramos es el Acta de la visita practicada por el Inspector Nacional de Educación Primaria, Manuel H. Pretelt Mendoza, realizada al Colegio el 11 de septiembre de 1949; dice así:

“Acta de la visita practicada por el Inspector Nacional de Educación Primaria, Manuel H. Pretelt Mendoza, al Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, regentado por las Reverendas Madres de la Comunidad Bethlemita .

El día 11 de septiembre de 1949, a las 8 a.m visitó al Colegio del Sagrado Corazón de Jesús en Zapatoca, regentado por las Rdas. Madres Bethlemitas, el suscrito Inspector Nacional de Educación Primaria, Manuel H. Pretelt Mendoza. El Colegio es de enseñanza secundaria, para niñas, cuatro años de Bachillerato, con Secretariado Comercial. Se sigue estrictamente el programa oficial. 

Se está construyendo un nuevo edificio, con planos de perfecta orientación pedagógica y con capacidad suficiente para internas y externas.

Tiene sección primaria, para varones, jardín infantil y primer año; igual para niñas, jardín infantil, los cuatro años de primaria y el pre-bachillerato. En total, se ajusta a la orientación que el Gobierno indica para la enseñanza.

Posee el Colegio los elementos indispensables para una buena educación: biblioteca, museo, etc.  Es de desear que este Colegio, que hace más de treinta años que lleva fundado, que ha educado a la sociedad de Zapatoca, distinguida por su cultura y religiosidad, tenga pronto la aprobación oficial a que se hace acreedora por miles de motivos, entre ellos, la preocupación de las Rdas. Madres en orientar su enseñanza conforme al plan oficial y acondicionar su edificio conforme a las prescripciones pedagógicas.

El Inspector presenció en la sección primaria clases de Religión, Aritmética y Canto. La Rda. Madre que dirige el grupo es bastante hábil en el manejo de las niñas, interpreta el programa y da la clase con modales atractivos y un trato de exquisita amabilidad, en un ambiente de alegría.

En las secciones de secundaria, observó la clase de Educación Física, dictada por una religiosa especializada en esta materia.

La Comunidad de las Bethlemitas en sus Estatutos señala, como misión primordial, la educación de la niñez y de la juventud. En varias partes de Colombia tienen otros establecimientos educativos que gozan algunos de aprobación oficial. El suscrito Inspector Nacional aprovecha esta oportunidad para felicitar a la Rda. Madre Superiora del Colegio y demás Religiosas que la asesoran en sus labores, por el bien que hacen a la sociedad de Zapatoca en este plantel de tanto prestigio y las exhorta a que continúen con el mismo empeño cumpliendo la obra misericordiosa de enseñar por amor a Dios y a la Patria, traduciendo en su exacto sentir el pensamiento que debe guiar a todo colegio cristiano: “El temor a Dios, que es el principio de la sabiduría”.

(fdo), el Inspector Nacional de Educación Primaria, Manuel Pretelt Mendoza”.

CELEBRACIÓN DEL CENTENARIO DEL COLEGIO BETHLEMITAS:

Tomado de la Revista Zapatoca

Comité Celebración del Centenario de las BethlemitasZapatoca, pedazo de tierra santandereana que entre montañas ariscas y tímidos cañones, alberga la reciedumbre y la entereza de hombres y mujeres con sangre hecha de nobleza y nativismo, propios para el logro de sublimes ideales y generosas realizaciones.

Acogedora Villa, cuna afortunada del sacerdote, Claudio Acevedo Gómez, fundador de este Colegio, a quien rendimos especial reconocimiento en esta fecha centenaria.

Es a este pueblo bien trazado y acogedor a donde, en una tarde serena  y engalanada con el manto blanco de la neblina húmeda, en el crepúsculo del mes de diciembre de 1906, arriban las Hermanas Bethlemitas con el cansancio y la fatiga propios de un largo viaje a lomo de mula, por caminos ásperos y quebrados, pero llena el alma de ilusiones y cargada la mente de nobles ideales y proyectos para buscar el bien de los habitantes de esta acogedora “Ciudad Levítica”.

En la mañana alegre y soleada del 19 de febrero de 1907, este grupo de religiosas recibe el primer ramillete de bulliciosos y alegres chiquillos que ven abrirse por primera vez, no sólo las anchas puertas de la solariega casona, sino los brazos amorosos de las acogedoras Bethlemitas.

Por los salones y patios de esa antigua casona, hoy convertida en patio de deportes, desfilaron durante 47 años grandes personalidades que han enriquecido la sociedad en el ámbito religioso, político y social; numerosos sacerdotes, religiosas, centenares de profesionales que se destacan en la política y en las distintas ramas del saber, así como ilustres matronas que con su ejemplo de abnegación, servicio y fidelidad nos han enseñado que la belleza y la riqueza son pasajeras cuando no van acompañadas de la virtud.

Poco a poco se van obteniendo las casas y se van adaptando para el Colegio; el deseo era adquirir la manzana completa para poder realizar el amplio proyecto que tenía para el Colegio la Hna. Magdalena Niño, religiosa ecuatoriana que había llegado ese año y que con su carácter emprendedor inició la construcción del edificio que hoy habitamos. El 16 de julio se llevó a cabo la colocación de la primera piedra y se inició la obra que dirigió durante dos años, siendo Superiora del Colegio.

El año de 1955, fue nombrada Superiora la Madre Carmen Rosa Duque, que llevaba 13 años encargada del Colegio y con decidido empeño continuó la construcción del edificio, con la colaboración generosa de los padres de familia, y en 1957, se inauguró el primer tramo del edificio y se celebraron las Bodas de Oro del Colegio.

Desde la Hermana Cecilia Rosero, primera Superiora de esa casa, hasta nuestras querida Hermanas Marisol Santoyo  y   Amparo León Tovar, las 34 Superioras que han pasado por esta historia centenaria, han luchado por mantener un nivel académico que haga de nuestros estudiantes personas competentes en el campo del saber y a la vez, hombres y mujeres de calidad humana y coherentes con su fe, que sean gente de cambio en el medio en que se desempeñan.

La parte cultural ha sido preocupación constante en los proyectos de formación integral de nuestros estudiantes; asimismo la parte deportiva, con sus diversas disciplinas, como medio para mantener un espíritu, una mente y un cuerpo sanos. En 101 años de existencia es casi imposible contar con detalle la labor realizada con luchas y esfuerzos, logros y superaciones que hacen honor al lema de nuestro escudo: “virtud y sabiduría” y al contenido de nuestro himno, “honor, virtud, deber, en nuestro corazón, la mente hacia el saber y arriba gloria a Dios”.

Como en toda obra es difícil precisar el número de estudiantes que han pasado por estos espacios, siendo la razón de ser de nuestra tarea educativa, en quienes hemos sembrado, junto con nuestros queridos docentes y en comunión con los padres de familia, con nuestros queridos colaboradores y bienhechores, la semilla del bien, de la virtud y del saber. Sabemos, sí, que son numerosos los exalumnos y exalumnas que, guiados por la estrella de Belén, prosiguen su marcha reflejando en la sociedad que los rodea, ya en el camino del trabajo, como en la formación superior, las virtudes Bethlemitas que aquí han aprendido, siendo agentes de renovación con visión del futuro.

Al evocar estos 101 años de historia y con gratitud sentida elevamos una plegaria al Dios bueno, al Dios de Belén y de la Cruz, para que con abundancia de bendiciones, sea Él la recompensa para cada uno de los zapatocas, que son la razón de ser de nuestra presencia en esta querida tierra, muchas gracias. ,,,,,,, Bethlemitas Zapatoca.  

 

HIMNO DEL COLEGIO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Honor, virtud, deber
En nuestro, en nuestro corazón
La mente hacia el saber
Y arriba gloria a Dios (bis)

Amando nuestro claustro
Forjamos la virtud, la virtud
Y el corazón de Cristo
Nos muestra lauro y cruz, lauro y cruz.

El libro luminoso
Es nuestro gran deber, gran deber
Sus páginas, son llamas, son llamas
Que enseñan a ascender.

Envuelve nuestra estirpe
La seda del honor, del honor
El blanco y rojo manto
De nuestro pabellón, pabellón

Sea un himno nuestras vidas
Sea un salmo nuestra voz, nuestra voz
Para entonar un  coro, un coro
Deber, Virtud y Honor.

PROGRAMA CELEBRACIÓN DEL CENTENARIO 1907-2007

El programa que se desarrolló en la conmemoración del Centenario, entre los días 18 al 21 de mayo del año 2007,  contó con variedades de diversa índole, destacándose competencias deportivas con las porristas invitadas de San Vicente; un concierto de magistral importancia, con la Orquesta Sinfónica de la Unab; la caravana centenaria, donde se recordó, en primer lugar, las llegadas de las primeras hermanas a lomo de mula, por los difíciles caminos de la época, teniendo en cuenta que para el año 1907 no existían carreteras en el país; igualmente se recordó, en esta caravana, cómo se vestían las personas en ese entonces, las mismas religiosas vestían diferente.

También pasaron por la mente de las personas mayores y los curiosos que contemplaron el desfile, las diferentes estaciones en la vida de la nación colombiana en el curso de la historia: el descubrimiento de América, la conquista española, la suerte de los esclavos, la Guerra de los Mil Días, la Matanza Bananera,  la creación de la Federación Nacional de Cafeteros, la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, la Violencia en Colombia,  Constitución del 91.

Igualmente, desfilaron por las calles de la Ciudad Levítica, el Pbro. Claudio Acevedo Gómez, —fundador del Colegio—, la Madre Encarnación Rosal y el Hno. Pedro de San José Betancur, los fundadores de la Congregación Bethlemita, el Papa Benedicto VI,  la madre Carmen Rosa Duque, y muchos personajes más que hicieron las delicias de la ciudadanía, sobretodo por los recuerdos de la infancia y el rememorar de  las distintas etapas en los acontecimiento colombianos.

En las horas de la noche  “el baile marca la historia”, la comunidad se extasió ante la presentación de la historia de la danza, correspondiente a las distintas épocas en la historia de esta cultura: danzas de la Edad Media, danzas europeas, griegas, de la era romana, danzas egipcias, la España le danza a la América, en fin; después llegaron las danzas autóctonas colombianas, el pasillo, el bambuco, la guabina, el torbellino, las danzas de la Costa del Caribe y el Pacífico, las danzas del interior del pais, danzas, danzas, danzas.

No podía faltar en la celebración del Centenario el dar gracias a Dios por habernos permitido estar con Él, en forma ininterrumpida por 100 años al calor de su Corazón Santísimo, y el domingo 20 de mayo fue el acto Supremo de la Acción de Gracias y Primeras Comuniones, ceremonia que presidió Monseñor José de Jesús Pimiento Rodríguez, benemérito hijo del Colegio, toda vez que sus primeros años, en el camino del mundo, fueron dados en el Jardín Infantil, cuando se empezaba la cristalización de la magna obra de la Institución; en esta Santa Eucaristía recibieron, por primera vez, la Sagrada Hostia donde se encuentra el Niño de Belén, varios alumnos de los primeros años de primaria.

En las horas de la tarde, fue el acto protocolario de la celebración del Centenario, con las condecoraciones de rigor: la alcaldía municipal rindió decreto de honores, con la placa conmemorativa de los 100 años; el Concejo Municipal, impuso a la Bandera del Colegio la Orden al Mérito Educativo, “Claudio Acevedo Gómez”; el Centro de Historia de Zapatoca, entregó un hermoso Pergamino, en felicitación a la Institución.

Como punto final, el Presidente del Comité Organizador del Centenario, sr. Saulo Toledo Plata, ofreció un brindis en el que manifestó los agradecimientos, en primer lugar, a la memoria del Pbro. Claudio Acevedo Gómez, quien gestionó la llegada de la Congregación el 17 de diciembre de 1906, para iniciar labores académicas y sociales; igualmente se resaltó la presencia de la Hermana Rosalía Plata Acevedo, hija de Zapatoca, quien durante 18 años fue la Superiora General de la Congregación Bethlemita, en el mundo.

Para terminar, se despidió la celebración del Centenario, emulando al Dr,. Pedro Alejandro Gómez Naranjo, igualmente Zapatoca,  con las siguientes palabras: 

“Brindemos juntos por la buena tierra,/ por la inmortal y  noble Zapatoca,/ y alcemos juntos por las BETHLEMITAS,/ con gratitud, la centenaria copa!.
       

El lunes se despidieron las colonias en el parque principal, quedando todos los asistentes felices de haber compartido, con alegría y con la nostalgia de los años vividos en estos claustros.

RECORDANDO EL AYER

Composición de la Sra. Carmen Pinilla Diaz, con ocasión del Centenario del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, de las Hnas. Bethlemitas.

Hace un siglo que yo tuve una ilusión
Son cien años, que en febrero se cumplían
Recordando a las Hnas. Bethlemitas
Que en Zapatoca, un colegio para niñas ofrecían.

Cabalgando entre cerros y montañas
Desde Pasto las hermanas arribaron
Trayendo a la Ciudad Levítica
Todo un mundo de amor y de esperanza en el futuro.

Los jumentos que traían el equipaje
Lentamente los caminos recorrieron
Amparando a las buenas hermanitas
De los peligros de asaltantes, animales y tramperos.

Las posadas de los buenos campesinos
Las angustias de aquel viaje mitigaron
Y de noche, mirando las estrellas
Al Dios del Cielo, las monjitas oraciones elevaron.

Continuando la dura travesía
Por diciembre, a Zapatoca ellas llegaron
Celebrando la primera Nochebuena
Para en febrero, con entusiasmo iniciar ya la faena.

Al comienzo de su vida el colegio
Laboró en lugares diferentes
Enseñando de la vida sus valores
Con disciplina, para siempre forjando corazones.

Lentamente el colegio fue creciendo
Albergando en sus aulas juventudes
Enseñando el camino de la vida
Para el feliz, exitoso cumplimiento del destino.

Con amor y entusiasmo desmedido
Las hermanas, el  colegio levantaron
Ofreciendo  un hermoso edificio
Donde las niñas, abriga maternal allí encontraron.

Aquí estamos alumnos y exalumnos
Hombres y mujeres que caminan por la vida
Recorriendo de nuevo la esperanza
Que en sus salones, con cariño el corazón hoy nos abriga.

Actualmente quien dirige sus destinos
Con leal y eficaz sabiduría,
La hermana Marisol, que son su equipo
Lleva los niños, por senderos de nuestra Ciudad Levítica.

Hoy Zapatoca celebra alborozada
Todo un siglo de historia Bethlemita
Con orgullo festejamos los cien años
De un colegio, que siempre ha ofrendado sus primicias.

Gracias a Ti, Sagrado Corazón
Por abrirnos tus brazos amorosos
Virtud y Ciencia, será nuestro destino
Y como antorchas, llevaremos la luz hacia los otros.

Gracias queridas hermanas Bethlemitas
Por estos cien años de entrega generosa,
Llevaremos de sus claustros la enseñanza
Por los caminos de Colombia, el mundo y Zapatoca.

 

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