Autor: José Joaquín Rincón Cháves
Jesús Palencia cada día tomaba el bus verde de Prado-Boston en el paradero de la Carrera 45 con Calle 68 en Barranquilla. Se bajaba cerca de la Iglesia de San Nicolás y desde allí, con andar prusiano iba a pie hasta la Iglesia de San Roque.
Casi siempre vestía de saco y corbata, usualmente esta última, de color rojo. Solamente por esto y por su peinado con Moroline, llamaba la atención de quienes se cruzaban en su camino diario en medio del calor intenso de la ciudad.
Jesús oficiaba medio tiempo como secretario de la Parroquia de San Roque y entendía que para darle estatus al cargo, era indispensable empezar por la indumentaria. Además, el exigente párroco quería que los humildes feligreses del barrio más tradicional de la poblada urbe, fueran atendidos de manera comedida y respetable. El otro medio tiempo, Jesús lo ocupaba en labores de periodista en un radio periódico popular de la costa.
Antes de sentarse a llenar cuartillas para la emisión del noticiero, se perdía en los vericuetos de la historia de su jefe en la Parroquia. Sabía que había nacido en un lejano pueblo de una nación ocupada por la Rusia Soviética, que sus padres eran unos granjeros felices porque al hijo le había nacido la vocación del sacerdocio y que en busca de su sueño viajó como misionero salesiano a la América del Sur, anclando primero en Ecuador y luego en un pueblo cercano a Bogotá en donde alcanzó a plenitud el uso permanente de la casulla y la sotana.
Corría el año de 1947, cuando Stanley María, pues así llamaba Jesús a su jefe, llegó a Barranquilla en donde fue designado como párroco de la Iglesia de San Roque, en el barrio que había alojado a la clase alta de la ciudad a principios de siglo y que para esa época, se empezaba a mudar para el norte.
En sus elucubraciones, Jesús Palencia pensaba que el padrecito con todo el entusiasmo de sus años mozos, había iniciado su labor pastoral en un barrio con excesivos problemas sociales. Que se había atado a la comunidad con una fuerza incontenible. Además, pensaba, su presencia física le ayudaba en gran medida, si hasta se contaba que en algunos eventos de boxeo que se hacían en la Calle de la Vacas, participó con gran entusiasmo.
Las causas sociales del sector, le llevaron a gestionar proyectos de educación y de formación para el trabajo. Creó colegios y talleres para niños y jóvenes de su zona de influencia. Se inventó mil maneras de financiar sus programas y hasta organizó rifas permanentes de casas y carros, con tal de que sus planes no fracasaran. Logró el respaldo de gobiernos y gentes adineradas al punto de alcanzar que “el punto blanco de la zona negra” tuviera el reconocimiento de todos.
En su rol de periodista, a Jesús se le ocurrió que tal vez Stanley María podría institucionalizar una celebración especial para el oficio. En su rol de secretario de la parroquia, conversó con su jefe y un día de febrero, el 13 para ser exactos, cuando en el país se celebraba el día del periodista, el gremio de la ciudad, recibió con regocijo la invitación del Padre Matutis para realizar una eucaristía en San Roque con asistencia de las “autoridades civiles, militares y religiosas” en conmemoración de este otro “santo oficio”, que según Jesús Palencia, habría tenido entre sus primeros, practicantes a los evangelistas.
Tras la ceremonia litúrgica, se ofrecía un agasajo a los periodistas en los jardines de la iglesia. Como era tradicional, se brindaban viandas y vinos y uno que otro discurso del Presidente de turno del Círculo de Periodistas y del anfitrión. Los asistentes, cada cual a la espera de algún gazapo para celebrarlo entre risas y chanzas. En uno de estos eventos, casi al final de la vida del Padre Stanley María Matutis, el orador principal fue Jesús Palencia Márquez.
Con una voz que envidiaría Alberto Lleras, Jesús describió la vida y obra del sacerdote. Desde su natal Lituania, hasta su paso por Ecuador y su inolvidable labor apostólica y social en el Barrio San Roque de Barranquilla.
Relató los sucesos del 9 de abril de 1948, cuando tras la muerte de Gaitán, los fanáticos liberales incendiaron los templos cercanos y la lucha del Padre por recuperar la confianza de sus feligreses con sus visitas puerta a puerta. La gesta de proyectar y ejecutar el Centro Social Don Bosco y la salvación de miles y miles de jóvenes de la Zona Negra, de Rebolo, de las Nieves, de la Luz y de tantos sitios de pobres de la ciudad.
Se exaltó a tal punto, que para finalizar su discurso dijo: “Matutis, el mármol reclama tu figura” con el sacerdote sentado a su lado. Stanley María dio un respingo y musitó: "No todavía."
Sobra decir, que antes del fallecimiento del sacerdote, el fiel secretario partió de este mundo. Tal vez a prepararle su morada.
Sólo con propósitos de contenido visual, presento el siguiente video promocional que hizo la Alcaldía de Barranquilla y publicado el día 18 de Julio de 2012, en el que dió a conocer los alcances de los diseños arquitectónicos, espacio y ambiente urbanístico.