Autor: Gustavo Álvarez Gardeazábal
La semana pasada dije en CORREveDILE.com que el Gobierno está manejando equivocada y mentirosamente la peste del chincunguña. Es mucho peor. Está dejando crecer un problema de salud que se volverá un ‘boomerang’ político de aquí a octubre, cuando se realicen las elecciones de alcaldes y gobernadores en las tierras calientes.
Muy verraco el ministro de salud autorizando la eutanasia, pero muy flojo dejando sufrir hoy en día a más de medio millón de compatriotas por no ponerse las pilas y quebrar el problema por el cogote.
El chincunguña crece porque por ley la prevención, la socialización y la investigación sobre la enfermedad se la debe dejar el Ministerio de Salud a los municipios y departamentos en donde apenas si saben voltear vasijas o fumigar de vez en cuando.
¿Hasta cuándo creen las EPS, el ministro de salud y los médicos colombianos que mandando tomar acetaminofén se cura una enfermedad que azota con fiebres y dolores musculares durante cuatro y cinco meses después del primer ataque?
¿Por qué hay médicos que recetan tratamientos exitosos con alaren, como en las épocas palúdicas que sufrió el país, y otros que mandan tomar infusiones de mango verde con canela y logran levantar a los enfermos, mientras en las universidades y en los pocos centros de investigación no descubren ni experimentan nada para salvar al país de la peste?
¿Estamos condenados todos los mayores de 60 años a que si nos da el chincunguña se nos recrudezcan los males de la edad y muramos tomando acetaminofén y sin tener que usar la ley de la eutanasia del ministro de salud?