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Primera causa de una sociedad fuerte y desarrollada: Ética y Honor

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Blanca Inés Prada Márquez - Filósofa, Historiadora, Catedrática - Bucaramanga, Colombia

 

Autora: Blanca Inés Prada Márquez

Sin ÉTICA y sólidos principios morales, sociales, políticos y comunitarios, ningún país logra progresar, así alcance un buen desarrollo científico y tecnológico, y se hagan grandes esfuerzos por avanzar en la educación básica de todos sus ciudadanos.

Uno de los valores fundamentales que necesita Colombia es la HONESTIDAD. Ese debería ser el ideal de todo educador, empezando por los padres de familia, que son los primeros y mayores responsables de la educación en cualquier país: formar personas honestas, esto es: honradas, decentes, que digan siempre la verdad, razonables, justas, rectas e íntegras.Personas para quienes el honor esté justamente en ser honestas, y no en los títulos, en los cargos o en el dinero que logren atesorar.

Honor JaponésEs cierto, no es fácil educar a los jóvenes para ser honestos, y menos  cuando en su país y en el mundo lo que ven a diario son ejemplos de deshonestidad; pero justamente porque esta causa tantos estragos es que padres de familia y educadores deberíamos poner todo el empeño posible en la formación de personas honestas.

Qué bonito hubiera sido que el señor presidente en lugar de decirnos “... en el año  2025 Colombia será el país mejor educado de Latinoamérica”, hubiera dicho: “... en el año 2015 los colombianos seremos las personas más honestas en América Latina”. Este sí sería un verdadero proyecto nacional, el cual nos llevaría no solo a mejorar la educación, sino todos los aspectos importantes para el desarrollo del país.

Para lograrlo quizá deberíamos enviar a todos los candidatos a cargos públicos, empezando por los miembros de las Altas Cortes, del Congreso, líderes de los partidos políticos, todos los aspirantes a cargos de elección popular, más los gerentes de bancos y administradores de las grandes empresas, además a  todos los encargados de formar a los abogados del país; en fin, mandar a mucha gente a estudiar por unos años al Japón, donde parece ser que la máxima virtud que ellos practican es la honestidad, allí el honor es la mayor gloria, el mayor triunfo, el mayor premio para cualquier persona que se respete, y que quiera merecer el honroso título de ciudadano.

Es realmente impresionante ver el comportamiento de los japoneses frente a las tragedias, naturales, pero también frente al respeto por el otro y por los bienes de los otros. Se dice que seis meses después del terremoto de hace dos años, donde hubo más de 18.000 muertos y miles de japoneses lo perdieron todo, las personas que ayudaron a levantar los escombros entregaron a las autoridades 55 millones de Euros que encontraron entre las ruinas; 34 millones de Euros encontrados en las carteras que hallaron flotando; y 6000 cajas fuertes donde las autoridades hallaron 21 millones de Euros. Nadie se apropió de nada así no tuviera ni un Euro en el bolsillo ¡Es admirable!

Parece ser que desde muy temprana edad se les enseña a los niños japoneses a llevar a los “centros de objetos perdidos” hasta un centavo que se encuentren en la calle. Por supuesto que hay un sistema de premios y castigos; la honestidad es altamente valorada y la deshonestidad es fuertemente castigada.

Pero lo más admirable de este pueblo es el HONOR, para ellos ser honestos es su máximo empeño, su mayor virtud, su máximo triunfo. Junto al honor está la disciplina, y con ella la responsabilidad, la solidaridad y el servicio al otro.

Cuando un japonés no ha sido capaz de cumplir lo prometido, cuando ha sido deshonesto, cuando su HONOR está en entredicho, él mismo se castiga, hasta se quita la vida, porque nada es más vergonzoso para este pueblo que la deshonestidad.

Los daños terribles que hace un individuo cuando es inmoral

De sobremesa:

  • Un tipo como el ex presidente de la actual Corte Constitucional, el señor Jorge Pretelt, si tuviera el honor japonés, o al menos un poquito de dignidad o de ética, como bien dice el doctor Carlos Gaviria, no sólo renunciaría indefinidamente a la presidencia de esta Institución, sino que terminaría el mismo aplicándose el harakiri por la vergüenza que debería ocasionarle su deshonestidad, su vulgaridad, su falta de HONOR.
  • Como así que una persona que ha llegado al más alto cargo judicial del Estado, que se ha comprometido bajo juramento a ser un fiel guardián de la Constitución; cuando se entiende que ya tiene solucionadas todas sus necesidades materiales; tiene que mendigar pagos extras, no sólo para cumplir su deber, sino para poner la Ley al servicio de causas injustas ¡Qué vergüenza!
  • El durísimo temblor de estos días debería llevarnos a todos los colombianos a tomar conciencia de que no estamos preparados, ni disciplinados para afrontar una tragedia. Lo que los medios de comunicación nos mostraron fue espantoso: la gente corría como loca sin saber para dónde, abandonando sus puestos de trabajo sin ninguna responsabilidad.
  • Definitivamente también para esto necesitamos la disciplina japonesa.Yo le tengo pavor a los temblores, pero desde hace años aprendí que con correr no se gana nada, por eso a pesar de que vivo en un 11 piso, y en estos edificios el sacudón es terrible, preferí agarrarme a una silla y pasar el susto sola en mi casa; aunque como alguien me dijo: “era mejor que te hubieras metido debajo de la mesa”.
  • Pero yo me pregunto ¿Será que mi mesa soporta el peso de los tres pisos que están por encima del mío? Como dicen los expertos en el tema, parece ser que los mayores males no los ocasiona el terremoto, sino la indisciplina, y la poca formación que tenemos para sobreponernos al pánico:  En mi edificio, por ejemplo, hubo una señora que por salir corriendo por las escaleras se fracturó una pierna. 

¡Es urgente que nos eduquemos para afrontar un terremoto!

 

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