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Justicia, Perdón y Paz

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Blanca Inés Prada Márquez - Filósofa, Historiadora, Catedrática - Bucaramanga, Colombia

 

Autora: Blanca Inés Prada Márquez

En Colombia llevamos más de 50 años de conflicto armado, donde se han cometido toda clase de crímenes: secuestros, masacres, atentados, asesinatos, destrucción de la infraestructura eléctrica, energética, vial, destrucción de pueblos, de puestos de policía, de escuelas, reclutamiento de menores para la guerra, pero casi todas estas barbaridades han sucedido en las zonas rurales o más alejadas de las ciudades.

Por ello muchos se preguntan: ¿Pero de qué guerra están hablando? ¿Por qué tanto embeleco con los Diálogos de Paz si en estos 50 años no lo hemos pasado tan mal?.

Expresiones que muestran cómo a una buena parte  del pueblo colombiano,  —la guerra  que se ha desarrollado durante todos estos años entre el Estado y los grupos alzados en armas con la colaboración de muchas personas e instituciones—, no los ha afectado de cerca.

Esto, entre otras cosas lleva a que muchos compatriotas no se sientan comprometidos con los diálogos de PAZ de la Habana,  algo muy grave, porque si la finalización del conflicto armado debiera ratificarse a través de un REFERENDO me temo que no alcance la mayoría para su aprobación.

Por esto y por mucho más me gustó la propuesta del doctor Gaviria la semana pasada en torno a la idea de aplicar la JUSTICIA TRANSICIONAL a todos aquellos que hayan estado implicados en el conflicto armado, entre otros guerrilleros, militares, industriales, ciudadanos del común y los miles y miles de colaboradores que han tenido tanto las guerrillas como los paramilitares para lograr armarse y constituirse casi en un Estado paralelo.

Y me ha gustado, digo, no porque lo que el doctor Gaviria haya dicho sea la última palabra sobre la justicia que debería aplicarse para lograr la firma de los acuerdos de paz, sino porque puso sobre el tapete dos temas fundamentales que ya deberían estarse dialogando y discutiendo en todos los niveles de nuestra sociedad: el tema de la JUSTICIA y el tema del PERDÓN.

Si no se empieza desde ya a desarrollar un ilustrativo debate en torno a los dos temas anteriores, a través de los medios de comunicación hablados y escritos, y de las Instituciones educativas; a realizar diríamos una verdadera PEDAGOGÍA POR LA PAZ, la mayoría de nuestros conciudadanos seguirán pensando que la PAZ es un asunto que interesa sólo al presidente Santos, quizá de pronto también a los negociadores de la Habana y a la plana mayor del gobierno, pero no que la PAZ sea algo fundamental para el país y  que en su construcción todos, absolutamente todos estamos comprometidos.

Algo más: que si se logra llegar a la finalización del conflicto armado a través del diálogo TODOS nos veremos comprometidos de alguna manera en lo que suele llamarse el posconflicto, que es nada más y nada menos que empezar de verdad a construir la PAZ.

Eso de la JUSTICIA TRANSICIONAL no suena de pronto tan mal, pero es un asunto de grandísimas complicaciones y si no se toma conciencia de todo lo que ella implica, de la GENEROSIDAD Y EL PERDON que va a exigir del pueblo colombiano, de los “sapos” como dicen ahora, que tendremos que tragarnos, de los miles de procesos penales que tendrían que suspenderse, en fin, de mil cosas aparentemente horribles si se tratara de aplicar “justicia con imparcialidad” como debería hacerse en procesos normales, pero imposible de hacerlo en estos casos anormales, donde habrá que ceder mucho para poder restablecer el orden Institucional, darle al Estado el poder sobre las armas, resocializar a todos aquellos que han estado por tantos años al margen de la ley, y empezar a construir una Colombia menos violenta, más solidaria, incluyente, pluralista, con justicia social, respeto por la ley, e instituciones que estén al servicio de todos y no sólo de los más favorecidos.

Todos los colombianos queremos la paz pero también todos tenemos derecho a que se nos muestren los mecanismos que se utilizarán para lograr una JUSTICIA CON EL MÍNIMO DE IMPUNIDAD, porque de lo contrario sería firmar la PAZ con los grupos alzados en armas para continuar la guerra a través de venganzas personales, donde cada uno trataría de hacer su propia justicia como sucedió con los líderes de la Unión Patriótica que terminaron todos asesinados.

Por otra parte es de lógica pensar que ningún guerrillero, después de vivir tantos años en la clandestinidad, aceptaría sentarse a dialogar con el Estado si supiera que va a pasar muchos años en prisión ¿Estamos los colombianos conscientes de lo mucho que tendremos que perdonar para poder lograr la finalización de este horrible conflicto?

De sobremesa:

1. Alabo la libertad que se le ha dado a los opositores del gobierno para presentar dentro y fuera del país sus críticas al proceso de paz, ya que sin crítica no hay democracia posible. Que bueno ver al Doctor Uribe y al señor Procurador haciendo una ronda por las principales ciudades de EE.UU. exponiendo todos sus desacuerdos con el presidente Santos y su proceso de paz, y que en el país no se les haya quitado la investidura por ejercer su derecho a la crítica.

Sin embargo creo que sería bueno que los asesores del presidente Santos, le aconsejaran cuidarse un poco en las palabras, porque aunque él es bastante mesurado lo escuché llamar FACISTAS a los críticos del proceso de paz.

Por favor, no hay que empezar a usar los mismos epítetos que usa el señor Maduro para calificar a sus críticos, en su dictatorial método todo es posible, pero yo al menos pienso que nosotros todavía vivimos en una democracia donde el derecho a la crítica no puede ser castigado,  ni menospreciado, y menos usando epítetos tan desafortunados.

2. No será,  —me preguntaba muy preocupado un taxista en días pasados—, que si logramos hacer la paz con los grupos alzados en armas, terminaremos dentro de unos años en un país tan despelotado como lo está Venezuela.

—No, en absoluto, le respondí, —en primer lugar no tenemos tanto dinero para derrochar, y en segundo lugar tenemos una larga tradición democrática. Pero a mí me siguió sonando la cosa: eso de las Instituciones democráticas es muy importante, pero lo más importante es acabar con la miseria y con la pobreza extrema, ellas son presa fácil para PETULANTES DICTADORES que compran las conciencias con limosnas y ayudas económicas partidistas, mientras acaban con todo, hasta con las Instituciones democráticas.

No le tengamos miedo a los Diálogo de PAZ, pero tengámosle terror a que en nuestro país siga creciendo la miseria y la pobreza extrema.

 

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