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La ola de inconformidad que envuelve al mundo

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El fantasma diabólico de la rebelión recorre el mundo: De Egipto a Chile, pasando por Israel, India, España y Estados Unidos, mareas humanas inundaron plazas, avenidas y parques para tratar de cambiar el mundo; es un llamado a la democratización, un rechazo al imperio de los mercados, un frito contra los abusos y el cinismo del poder.

Todo empezó en Túnez: el 17 de diciembre de 2010, un humilde vendedor de verduras se inmoló para protestar contra los abusos de la Policía. La cólera se contagió a todo el país, cansado de las arbitrariedades del régimen de Zine Ben Alí, que abandonó el país poco después; la chispa se propagó al mundo árabe, donde igual cuatro déspotas cayeron, y poco a poco, este fantasma fue envolviendo al Planeta: Paros en Grecia, en España, motines en Londres, marchas en la India, huelgas en Chile, manifestaciones históricas en Israel, Rusia, y el movimiento sin precedentes de ocupación de los símbolos del poder financiero en EE. UU.

Inconformidad que se manifiesta en protestas públicas

Ya no hacen falta los líderes de antaño para que el mundo se despierte del letargo en la opresión de los poderosos; son rebeliones para las que los medios naturales de comunicación, el Internet y las redes sociales, sin censura, rápido y gratis hicieron lo suyo al envolver al mundo en la ola de la inconformidad.

No en vano, el autor francés Stephane Hessel, un resistente al nazismo, explica en su libro “¡Indignaos!” que “hay que volver a rebelarse, retomando los valores de la rebelión contra el fascismo”. Advierte que en ese entonces era más fácil oponerse a un enemigo y que “las razones paraindignarse pueden parecer hoy menos claras o el mundo demasiado complejo. ¿Quién manda, quién decide?”; deja muy en claro que “en estemundo hay cosas insoportables” y que hay que hacer una insurrección pacifica contra “el consumismo de masas, el desprecio de los más débiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todoscontra todos”; y concluye que “crear es resistir, resistir es crear”.

Si 2011 fue el año de la rebelión, en 2012 esta vigorosa corriente de ideas, iniciativas, acciones, tendrá que replicarse en cambios políticos y sociales reales. Los jóvenes ya comprendieron que tenían algo qué decir, ahora falta ver si logran el cambio.

Conflagración total

A partir de la chispa en Túnez, un incendio social se apoderó en 2011 de los cuatro puntos cardinales del mundo árabe. Desde los últimos días del año 2010 y a lo largo de 2011, millones de personas se levantaron en el mundo árabe contra los gobiernos dictatoriales, por décadas enquistados en el poder.

Para aquellos pueblos que lograron derrocar a sus líderes, se plantea una nueva pregunta: ¿y si la democracia trae consigo que el islamismo asuma el poder después de décadas de haber estado bajo gobiernos laicos?; esto se está convirtiendo en una realidad palpable en los países que han celebrado sus primera elecciones democráticas en largos años.

Primavera moderada.- El 20 de febrero se gestó en Marruecos el movimiento del mismo nombre; ese día, miles de marroquíes salieron a las calles para exigir más “libertad, dignidad y justicia social” y un mayor reparto del poder del rey Mohamed VI; el monarca fue moderado y muy hábil, no reprimió las manifestaciones, y al percatarse de la situación propuso crear una nueva Constitución convocó a elecciones anticipadas; ganaron los islamistas del partido Justicia y Desarrollo.

Aquí no sucedió lo mismo.- Paralelo con las protestas en Túnez, se dieron en Argelia país acostumbrado a ellas, y aunque las protestas han sido constantes este año, y el régimen de Abdelaziz Buteflika, que lleva 12 años en el poder, ha sabido maniobrar de forma tal que su gobierno ha logrado evitar, hasta ahora, que las manifestaciones amenacen su permanencia.

Aquí comenzó el incendio.- En Túnez, las revueltas comenzaron en la ciudad de Sidi Bouzid, cuando Mahomed Bouazizi se inmoló para protestar porque la policía le confiscó su puesto callejero de verduras, su única fuente de ingresos. La rebelión se volvió nacional, pues la gente estaba exasperada por el precio de los alimentos y la corrupción. El presidenteZine Ben Alí utilizó la fuerza, y acorralado contra la pared, renuncia después de 23 años en el poder. El octubre se eligió la Asamblea Nacional Constituyente, ganando el partido islamista moderado Ennahda; la Asamblea redactó una Carta Magna provisional y acordó que el presidente seria Moncef Marzouki, de un partido izquierdista nacionalista.

Más y más protestasEl “Día de la Ira”.- El levantamiento en Egipto comenzó con una marcha convocada por Facebook para exigir la dimisión del presidente Hosni Mubarak, que llevaba 30 años en el poder. El “Día de la Ira”, como se conoció la jornada, sorprendió cuando más de 500.000 personas llegaron a la plaza Tahrir; el 11 de febrero el dictador cedió el poder al Ejército; en noviembre, los egipcios volvieron a las calles, pues la Junta Militar no cumplió con sus promesas de democratización; se celebro entonces la primera fase de las elecciones del Parlamento, que designó una Asamblea Constituyente. Ganó el partido islamista Libertad y Justicia, brazo político de la Hermandad Musulmana, postergando las elecciones presidenciales para comienzos del 2012.

¿El fin de la esclavitud?.-

Después de la caída de los dictadores de Túnez y de Egipto, Muamar Gadafi, quien llevaba 42 años en el poder, tomó medidas para que el incendio no llegara a país con aires de democracia; pero, el 17 de febrero, con el arresto del abogado Fethi Tarbel, los habitantes de Bengasi salieron a las calles a protestar contra la corrupción y la opresión.

Fue el principio de una guerra civil; la oposición fue reconocida por la Comunidad Internacional, como el gobierno legítimo. En marzo, la OTAN decidió apoyarlo con ataques aéreos, claves para que Gadafi abandonara el poder, siendo alcanzado por un disparo el 20 de octubre, cuando falleció. Los islamistas quedaron en posición de manejar el futuro del país.

De aquí no me voy.-

En marzo, por un llamado por Facebook, comenzó la revuelta en Siria; la sangrienta represión del presidente Bashar al Assad, que lleva 11 años en el poder, sumados a los 30 de su padre, no impidió que los sirianos siguieran protestando contra el autoritarismo, la corrupción y el desempleo. La violencia ha llegado a tal punto que la Comunidad Internacional impuso sanciones económicas que afectan a la élite, que junto con los militares siguen apoyando la dictadura; hay graves peligros de una sangrienta guerra civil.

Aquí mando yo.- Desde el 14 de febrero empezaron las protestas en Bahréin, contra el régimen del rey Hamad bin Isa al Jalifa, que lleva 12 años en el poder; aunque las manifestaciones también exigían un gobierno democrático, aquí tuvieron una tinte diferente: los habitantes de Bahréin salieron a protestar por la discriminación que ejerce contra ellos la minoría suní, a la que pertenece el monarca. Las protestas fueron fuertemente reprimidas por el Gobierno, con el apoyo de Arabia Saudita; el gobierno empleó la violencia en exceso y perpetró torturas físicas y psicológicas, pero no dejo el poder.

Hasta aquí llegué.- El 27 de enero, en Saná, capital de Yemen, se iniciaron las protestas para exigirle al presidente Ali Abdulah Saleh, que llevaba 33 años en el poder, que no se presentara a la reelección; la situación se puso tensa entre los opositores del continuismo y el gobierno, a tal punto que el 3 de junio el presidente resulto gravemente herido en un bombardeo contra su palacio, tras lo cual se refugió en Arabia Saudita; en noviembre entregó el poder a su vicepresidente, Abdo Rabu Mansur Hadi, mientras se celebren elecciones presidenciales.

El fantasma oculto.- Europa ha descubierto que la más brutal amenaza a la democracia se encuentra en el corazón de sus sociedades: el terrorismo de derecha. En varios lugares del Planeta, el año 2011 estuvo marcado por el progreso. El mundo árabe vivió una revolución democrática que tumbó dictadores y tiene a otros cerca del fin. China siguió cabalgando hacia una hegemonía militar y financiera. América Latina no se quedó atrás, vivió desarrollos políticos y económicos que hicieron de la región un robusto actor de la arena global. Pero, a diferencia del resto del Planeta, Europa experimentó un retroceso: el renacimiento del terrorismo de derecha.

Con más fuerza que en años anteriores, este año los europeos presenciaron el estallido de una ola de odio islamófobo, xenófobo y anti izquierdista. La ultraderecha desenfundó sus armas para librar una batalla con la que quiere ponerle fin al ánimo ilustrado y progresista de Occidente. Ese mismo espíritu que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ha hecho de Europa un modelo de tolerancia y diversidad cultural.

En agosto, un noruego de 32 años detonó un carro-bomba en el centro de Oslo, matando a 8 personas y acto seguido, masacró a 69 más en una isla cercana. En el mes de noviembre, Alemania fue sorprendida por un grupo de jóvenes neonazis que, desde la clandestinidad y durante 13 años, asesinaron, pusieron bombas y aterrorizaron a la sociedad. Y, como paras despedir el 2011, un nacionalista italiano descendió de su carreo en la Plaza Dalmazia de Florencia, se dirigió a un grupo de vendedores ambulantes africanos y sin más los acribilló.

¿De dónde viene tanta violencia?; el nuevo terrorismo de derecha europeo ha dejado docenas de muertos, cientos de heridos y una sociedad intimidada. Los responsables materiales no provienen del Oriente Medio, sino del corazón de la misma sociedad; en su gran mayoría son jóvenes blancos, de clase media, gente educada; y actúan, no por política ni razones subjetivas, sino porque están convencidos de que es necesario luchar contra una supuesta expansión del islamismo y el multiculturalismo en el Continente. Un monstruo que, tras el fin del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, se creía desaparecido de Europa.

La venganza para Occidente puede llegar.- Lo que parecía imposible en la lucha contra el terrorismo se logró en el mes de mayo, muy cerca de la frontera con Afganistán. Ese día, muy de madrugada, las tropas de Estados Unidos dieron de baja a Osama bin Laden, el jefe de la red terrorista AlQaeda, que el 11 de septiembre de 2001 había asesinado cerca de 3.000 personas con el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, y al Pentágono, en Washington.

La muerte de Bin Laden tuvo dos efectos inmediatos, uno en EE. UU y otro en el exterior; nacionalmente generó una euforia comprensible, alimentada por la sensación de que finalmente se había hecho justicia. Internacionalmente, el operativo en su contra alejó aun más al presidenteObama de cumplir una de sus principales promesas, como es el cierre del centro de detención de la base militar de Guantánamo, situación que esperaban, tanto los defensores de los derechos humanos y numerosos gobiernos europeos y de otras zonas del Planeta.

La desaparición de Bin Laden no equivale a la de Al Qaeda, ahora bajo la dirección de egipcio Ayman al-Zawahiri; tampoco es descartable que esta organización cometa otra locura. Pero, quizás lo más grave es que no han desaparecido los extremismos en los que se incuban mentes llenas de odio hacia Occidente, que es la mecha que enciende muchas bombas alrededor del mundo.

Revista Semana

 

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