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El mayor obstáculo... es uno mismo: Esperanza Jiménez de Bocanegra

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Autores: Álvaro Serrano Duarte - Juan Carlos Rueda Gómez

Desde poderosos aparatos de sonido se oye la música que apaga las conversaciones de los asistentes a la Fiesta del Tendero. El arribo a la tarima del cantante Darío Gómez se asemeja a una "aparición" por la reacción de todos los presentes, quienes al anunciarse su presentación, al unísono se han puesto todos de pies, mientras otros se han encaramado en las sillas y mesas del espacioso sitio.

Más de diez mil personas bajo los efectos del licor están embelesadas con su ídolo musical. Extasiados, han corrido a la pista de baile para verlo más de cerca. Muchos estiran sus brazos con gran esfuerzo por entre el mar de sudorosas gentes que se desgañitan coreando sus canciones.

"En la vida únicamente hay un amigo y ese amigo solamente ha sido Dios...

y ese amigo solamente ha sido Dios...

Esperanza Jiménez de Bocanegra - Ex Directora de Undeco - Barranquilla, ColombiaSon las dos y media de la madrugada del Día Mundial del Trabajo. Considerados como los comerciantes más esclavizados por su oficio, los tenderos de Barranquilla son convocados para la celebración del Día Nacional del Tendero cada 30 de Abril desde 1989, una idea propuesta y desarrollada por Álvaro Serrano Duarte.

Pero Esperanza, la Directora Ejecutiva de Undeco desde 1992, el gremio que los agrupa, es entre todos los asistentes, la única a quien le desagrada la música que interpreta el auto denominado "Rey del Despecho".

Desde niña aprendió a asociar esta música con eventos sórdidos que despiertan la amargura, la tristeza, el desengaño, la pasión homicida y los bajos instintos; siempre le ha parecido que quienes se deleitan con esas melodías de sangre, odio, desamor y puñaladas son personas mentalmente disminuidas que le infligen castigos a su alma, como lo hacen aquellos que en Semana Santa se flagelan por las calles de Santo Tomás, Atlántico.

Tú y la gente son puras murmuraciones

y aparentan lo que por dentro no son...

Sintiendo que sus piernas ardían por el cansancio de casi veinticuatro horas de ininterrumpido caminar de un lado a otro para atender los múltiples frentes que la organización de eventos de esta clase exige, Esperanza está sentada sola en un rincón de la pequeña habitación donde se guardan los regalos con que premiaron a los ganadores de los distintos concursos.

Hasta el aparato de radio que tenía para comunicarse con los miembros de la Junta Directiva de Undeco estaba silencioso. La presentación de Darío Gómez paralizaba todas las actividades de ventas dentro de la fiesta. A nadie le importaba lo que sucedía a su alrededor, sino que la atención estaba en cada una de las palabras y movimientos del ídolo:

Mientras ven que a uno la vida le sonríe

todos quieren ser amigos de verdad;

pero en cambio, cuando yo me vi en la mala,

tú y la gente me quisieron despreciar.

Música y palabras que perturban su espíritu y le hacen pensar en cómo ella se ha convertido en instrumento divulgador de lo que le parece a todas luces negativo. Pero no hacerlo así, representa el riesgo de no lograr esa asistencia multitudinaria.

Como tantas cosas en la historia de la humanidad, el hombre se esfuerza por ser infeliz y la música, creada para alabar, agradecer y exaltar lo bello, es utilizada por algunos para lo contrario; como la lanza que servía para protegerse de los animales feroces, se volvió arma contra el mismo hombre; como el opio para aliviar el dolor, es usado para causarse daño a sí mismo; como el azúcar, destinada a mejorar el sabor de algunos alimentos se ha convertido en sustancia mortal, y así mil conceptos más.

Decir que debo creer en ti es dificil,

ni creas que de ti me vuelvo a confiar;

yo fui un pobre presidiario

y no tuviste ni tiempo para irme a visitar.

Yo fui un pobre presidiario

y no tuviste ni tiempo para irme a visitar.

De que sirve confiar en los amigos

si por ellos fue que tu amor me falló;

la mujer que, dijo ser mi consentida

y con el mejor amigo me engañó.

 

Decir que debo creer en ti es dificil..."

Con los ojos cerrados por el cansancio, Esperanza intenta escapar del suplicio de aquel ensordecedor mensaje que horada los sentimientos. Pero al cerrarlos, su mente se traslada a aquel lejano domingo en Villanueva, Santander, el lugar donde Esperanza nació el 16 de Febrero de 1953 en una familia numerosa.

Todo el pueblo se había levantado muy temprano con las primeras notas de un grupo de músicos que, recorriendo las calles del poblado, cantaban hermosas melodías mejicanas de alabanza a los amaneceres, al amor del pueblo, agradecimientos a Dios y otras que inspiran los mejores pensamientos de la vida.

La serenata había sido programada por el Alcalde de la localidad para llamar a habitantes de Villanueva a celebrar con vítores el haber sido erigido en municipio. Las niñas como ella, tenían un destino previamente definido y que no era otro que esperar la llegada de un muchacho que las llevara al altar y de allí al fregadero de la casa como sirvientas.

A sus catorce años, era una jovencita que se mostraba renuente a aceptar tal disposición social y por ello no había sido posible que ninguno se acercara a ella con pretensiones matrimoniales.

Son las ocho de la mañana y ya todo el pueblo había asistido masivamente a la misa de las cuatro, llamada la "misa de gallo". La plaza del pueblo y sus calles anexas estaban engalanadas con globos plásticos y cadenetas hechas con papel de colores. El sol canicular y brillante daba una sensación de alegría en el ambiente.

Vestidos con las mejores galas, todos los habitantes del pueblo y de lalveredas vecinas iban y venían por todo el nuevo municipio. Por el altoparlante del flamante Palacio Municipal se anunciaba el programa de actividades que incluía la visita del señor Gobernador del Departamento de Santander acompañado ,de todo su equipo de gobierno, el Ministro de Gobierno Nacional en representación del SeñorPresidente de la República, el Arzobispo de Bucaramangá y otros altos prelados de la Iglesia.

Orondos con su nueva condición, sus habitantes libaban grandes cantidades de licor. En verdad, el ambiente social estaba en su máxima expresión con los amigos manifestándose el contento en medio de abrazos y saludos efusivos.

A las cuatro de la tarde se descubrió la placa conmemorativa del evento y se dio fin a los discursos de los personajes visitantes. Era la primera vez que aquel pueblo recibía la visita de tan altos dirigentes políticos y religiosos. En las siguientes horas quedaban a cargo del populacho todas las actividades festivas que incluían la presentación de grupos musicales de la región y otros traídos capital santandereana.

La noche se iluminaría con los fuegos artificiales. Pero una hora después de terminada la parafernálica ceremonia de los dirigentes, el estruendo de dos disparos en medio de la plaza dio inicio a una cadena de agresiones violentas entre varios grupos de personas.

La primera pelea fue entre dos conocidas familias de la región, en la que uno miembros perdió la vida. El motivo: un noviazgo no consentido. Otra gresca se inició por los gritos enfurecidos de un borracho gritando vivas al partido liberal, olvidándose de que estaba en medio de un pueblo netamente conservador. Se produjo el linchamiento del osado beodo.

En otro extremo de la plaza, dos muchachos trenzaron en una pelea a cuchillo por las constantes miradas de uno a la novia secreta otro. A pesar de todo, la fiesta seguía. Cada contendiente salía de la plaza con rumbo al puesto de salud a curarse las heridas o a buscar un arma más apropiada para resolver el conflicto en que estaba involucrado.

Más cerveza se destapaba, más chicha y más guarapo se bebía. Algunos bailaban, otros miraban. El ambiente era pesado y cada uno miraba a su vecino con cierta prevención. Y Esperanza no escapó a la acción de la mano invisible que parecía divertir produciendo riñas. Mientras compartía con sus hermanas y los novios de éstas, la ale de la fiesta, un joven se unió al grupo.

Era amigo de la familia y desde hacía algunas semanas cumplía ciertos ritos distintivos de la época, como indicio de pretender acercarse a Esperanza con ánimo no noviazgo. Ella ya había descifrádo su intención pero asumía actitudes de indiferencia. Era su método particular de desanimar a los mozuelos tímidos u obligar a los más decididos a manifestar su deseo mediante propuestas más serias que, de todas, maneras terminaban en un no rotundo.

De repente, una mujer mayor se apareció en medio del grupo familiar y sin mediar palabra arremetió con fuerza contra Esperanza. Fue tan rápido e intempestivo el accionar de la atacante, que los familiares de Esperanza apenas pudieron protegerla mientras la agresora se retiraba lanzándole improperios y amenazas por estar con aquel joven que, según ella, era el pretendiente de una de sus hijas.

Para Esperanza fue el final de una fiesta llena de tensión, sustos y agresiones en las que ella también fue protagonista pasiva. Por este motivo, al día siguiente decide alistar viaje a San Gil para continuar sus estudios de bachillerato en el Instituto Politécnico, donde permanece un año, al cabo del cual se traslada a Bucaramanga donde se gradúa como Secretaria Comercial y Auxiliar Contable.

Al regresar a San Gil, donde ahora está su familia, un profesor le avisa de una plaza vacante del magisterio en Villanueva, y allí es nombrada para el cargo de secretaria y profesora en el mismo colegio donde había estudiado años antes.

Mientras ejerce de profesora, colabora con él sacerdote Carlos Francisco Mojica en la solución del problema de las familias en conflicto, que se había iniciado la noche de la fiesta de marras. Pero un nuevo hecho de violencia le haría mirar en perspectiva su futuro personal.

Viajando un sábado, como todas las semanas lo hacía, de Villanueva a San Gil, Esperanza soportaba con estoicismo la música arrabalera y estridente que vomitaban los parlantes del bus. De manera inesperada y absurda, se escucharon gritos e insultos, y salieron a relucir machetes y cuchillos que al compás de la música, sonaban al chocar contra los hierros del bus en marcha. Mientras el chofer del vehículo buscaba un claro a la orilla de la carretera para estacionar, cuatro hombres caían moribundos esparciendo sangre por todas partes.

Esperanza se hallaba muy cerca y creyó estar herida por la cantidad de sangre que había salpicado sus ropas y su rostro. Una vez se bajaron los pasajeros sobrevivientes de la gresca, se percataron de que en el bus habían quedado inertes los cuerpos de los cuatro hombres actores y víctimas de su propia locura de muerte.

A sus veintidós años, Esperanza es una joven soltera a quien su familia ya le ha puesto la etiqueta de "solterona". Por eso, cuando de Venezuela llega un antiguo amigo de la familia, con insistentes ruegos de matrimonio, sus padres le insisten en la necesidad de formalizar un compromiso con el recién llegado.

Pero ella, al contrario de las demás mujeres de su edad, siente que el matrimonio no es suficiente para llenar sus expectativas, personales. Para escapar a tan incómoda situación de acoso moral, social y familiar, Esperanza le pide a su hermano Campo Aníbal que le ayude a radicarse en Barranquilla, donde él residía desde hacía varios años.

Pero no hubo tal escapatoria. Tres días después, llegó directamente a la casa de su hermano, el pretendiente burlado con un regalo: un lujoso reloj de oro y un anillo de compromiso. Campo Aníbal le ayudó a ella a convencerlo en buenos términos de que no estaba interesada y su pretendiente entristecido y derrotado regresó a su pueblo.

La nueva vida de Esperanza en Barranquilla, le marcó otros senderos. Fue nombrada secretaria en la Contraloría Departamental del Atlántico, donde posteriormente se conoció con el Alcalde de Suán, Samuel Bocanegra, abogado, con quien años más tarde se unió en matrimonio.

Resolvió hacer las pruebas del Icfes e ingresó a la Universidad del Atlántico donde cursó la carrera de Derecho y Ciencias Políticas. Teniendo en contra toda su familia por su matrimonio con un hombre que no era de su raza y por su decisión de hacerse profesional, Esperanza mira en retrospectiva ese pasado lleno de insistentes pensamientos negativos y decide que nada podrá ser mejor si continúa por el mismo sendero.

Recibida de abogada, trabaja mientras cría a sus hijos Samuel Andrés, María Andrea y Vanesa del Carmen, hoy estudiantes de Ingeniería industrial, Derecho y Primaria respectivamente. Asume, posteriormente, el cargo de Directora Ejecutiva de Undeco, en el que descubre una característica común en sus afiliados: por la clase de actividad en la que los cónyuges permanecen juntos durante todo el día, se notan demasiadas fracturas en sus relaciones interpersonales.

Esa abundancia de dificultades conyugales le ha permitido perfeccionar su perfil de mujer que se preocupa por el bienestar familiar de los comerciantes adsdritos a la asociación, muchos de los cuales en agradecimiento, la definen como "Doctora Corazón".

La Fiesta del Tendero ha llegado a su fin. La música ha cesado y los animadores apostados en la tarima la llaman insistentemente por micrófono. Su nombre retumba en aquella madrugada barranquillera.

Alguien toca a la puerta de aquella habitación que le sirvió de refugio. Son algunos directivos que se despiden. Ahora ella deberá continuar con el final de la jornada. Si todo marcha bien, a las diez de la mañana, veinticuatro horas después de haber comenzado el tropel, estará disfrutando de la comodidad y el calor de su hogar.

 

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