Autor: Teobaldo Coronado Hurtado
Cuando dieron las 12 y 30 del mediodía ya estaba ubicado en el palco La Negrita Puloil, calle 75 con vía 40, en Barranquilla. La llegada fue cómoda, el ambiente era eufórico y tranquilo; el comportamiento de la gente excelente en medio de la algarabía de un millo que amenizaba la tarde intermitente. La salida igual sin inconvenientes.
Cuando dieron las 6 de la tarde, cansado de esperar y con temor a la noche que caía, resolví retirarme sin poder apreciar el auténtico carnaval de Barranquilla: el de las cumbiambas, danzas, garabatos, congos, paloteos y originales disfraces multicolores.
Tocó incómodo, frustrado, desilusionado ver desfilar la interminable caravana de tráileres con su estridente música de champeta y reggaetón. Nada que ver con el verdadero espíritu del carnaval currambero, con su esencia musical y folklórica.
Quedé con los crespos hechos para las fotos y el video que todos los años tomo a mi hijo que desde los Estados Unidos viene, haciendo un ingente esfuerzo, a participar como danzante en el Garabato del Norte, de la que es miembro desde mucho antes de residir en el país del norte.
La gran fiesta de momo ha dejado de ser, por obra y gracia del ánimo lucrativo de los que tienen a cargo su organización, patrimonio inmaterial de la humanidad, es decir cultural y porque no decirlo -espiritual- en algo definitivamente material, léase exclusivamente comercial, en beneficio solo de sus supuestos mercantiles patrocinadores.
A lo mejor los grandes especuladores del carnaval argumentarán que para eso está la Gran Parada, el domingo. Como si los verdaderos grupos representativos del carnaval fueran unos convidados de segunda clase, sujetos a su antojo y capricho monetario.
Después de haber asistido toda mi vida a la Batalla de Flores desde niño de la mano de mi madre, cuando se realizaba en el Paseo de Bolívar, me toca ahora, decepcionado, declararme en huelga para la próxima en el 2016.
Qué lástima que la politiquería y un financiamiento fuera de contexto den al traste con la mejor y más grande fiesta en paz que se realiza en Colombia.
