Autor: Desconocido
Siempre he pensado que dios hizo los perros para que no nos olvidáramos tan facilmente de él. O para que al contemplarlos lo viéramos a él en ellos y nos acordáramos de su inifinito e inconmesurable amor, de su plenitud y del esplendor inefable de la creacion.
El ser que más admiro y que más amo, es a Tutzik, mi perrito. Ninguna persona me ha brindado ni me ha enseñado tantas cosas tan maravillosas y tan valiosas como él.
Todos los canes son maravillosos porque vinieron del cielo para recordarnos, cuando contemplamos, a dios en su mansedumbre, en su pureza, inocencia y amor incondicional y que el cielo se ha acercado a nosotros.
Quien no ama ni admira a los perros y en general a todos los animales, y a la creación, está colocando su mente y su corazón bien lejos del cielo. Y el cielo es nuestro destino.
Cuánto nos enseñan y cuánto nos falta aprender. No sabemos amar y ellos nos enseñan a hacerlo de manera fácil.
Ellos aman en forma natural y espontánea, sin esperar nada.
No critican, no enjuician, no condenan y perdonan, siempre; no ven el supuesto daño. En su corazón no hay resentimientos.