Autor: Alejandro Duarte Rueda
Como bien lo decía el famoso locutor costeño Marcos Pérez Caicedo, cuyas geniales frases impactaban a la comunidad a través de la radio en la Región Caribe y que todavía siguen siendo un referente mediático y social, a esto definitivamente “se lo llevó pindanga”.
Uno se pregunta: ¿cómo así que una pareja de homosexuales puede adoptar niños?, ¿quién –en el caso de dos homosexuales hombres– ocuparía el puesto de padre y quién el de madre?. Igualmente en el caso de dos mujeres lesbianas, ¿quién sería la madre y quién el padre?.
Definitivamente llegamos a la conclusión de que una situación así sería la destrucción de la familia, una institución natural creada por Dios para que los hijos cuenten con padre y madre, con una guía para ser formados con valores cristianos en el seno de un hogar.
Eso sería como la construcción de Sodoma y Gomorra. Pero llegó el momento de que nosotros que estamos viendo estas etapas terribles de la humanidad, digamos ¡no más!!.
Ahora le corresponde a una sola persona, a un conjuez de la República que inclusive es de la Costa Atlántica, decidir si realmente es legal o no la adopción de niños en parejas homosexuales. En sus manos quedó el fallo luego que en la votación del pasado miércoles hubiera empate entre los magistrados de la Corte Constitucional.
Fueron dos horas de debate y cuando llegó el momento de la votación hubo un empate, 4 en contra y 4 a favor de la ponencia, por lo cual se tuvo que sortear a conjueces y fue elegido José Roberto Herrera Vergara, conjuez de corriente conservadora, por lo que se cree que su voto podría ser en contra de la adopción; sin embargo esto solo se conocerá la próxima semana o quizás en dos semanas más, ya que deberá tomarse su tiempo para estudiar la ponencia del magistrado Jorge Iván Palacios y tener claridad sobre cuál será su voto en este tema tan delicado.
Nosotros esperamos que el conjuez vote en contra, aunque consideramos injusto el hecho de que un solo juez pueda decidir la suerte de un niño para entregárselo en adopción a una pareja del mismo sexo, situación que definitivamente lamentamos porque atenta contra los principios naturales y contra nuestros valores religiosos, contra el mismo Dios que fue quien instituyó a la familia como base de la sociedad. Eso no es lo más justo que se pueda hacer con los niños de este país y del mundo entero.
Sabemos que en otras partes del mundo ya se ha adoptado esa medida y si seguimos así sería la destrucción total de la familia, el núcleo primordial de la sociedad. Por eso, desde esta región de Colombia solicitamos respetuosamente al conjuez de la República que por favor no vaya a caer en el error de permitir que eso sea legal. La Iglesia no está de acuerdo, la comunidad en general tampoco con esta manera de deshacer a la familia.
La Iglesia Católica ha dicho que la adopción por parejas homosexuales sería lamentable. En la Asamblea de la Conferencia Episcopal de Colombia que se desarrolló en Medellín, el presidente de la Conferencia, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, reiteró su petición a la Corte Constitucional de no aprobar la adopción de niños por parejas del mismo sexo. Consideró que no debe prevalecer el deseo de los adultos para desconocer el derecho de los menores a tener lo que la iglesia considera una familia integral, es decir aquella conformada por padres de distinto sexo.
“Yo espero que la decisión sea la de proteger al niño, en el sentido de no aceptar la adopción por parte de parejas homosexuales, con todo el respeto por ellos, porque no estamos hablando de las parejas; simplemente, los niños deben tener un papá y una mamá, y una decisión del Estado contra este derecho fundamental sería lamentable”, expresó monseñor Castro.
También pidió al Estado colombiano que haga más ágiles los trámites y procesos para la adopción de niños por parejas heterosexuales para evitar las congestiones y las esperas de los menores para tener una familia.
El Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, también se ha manifestado en contra de esa propuesta y si bien es cierto ya está legalizada la unión de esas parejas, la adopción de niños es atentar contra unos menores que todavía no tienen capacidad de tomar decisiones.
Muchos grupos políticos, inclusive el Centro Democrático que no hace parte del Gobierno, está en contra de esa nueva ley que se pretende instituir en el país. En Barranquilla, la región Caribe y en toda Colombia, las voces se han levantado para impedir que eso pueda suceder.
Consideramos entonces que si todos nos unimos, personas e instituciones, para oponernos, seguramente eso no va a ser legalizado en el corto ni en el mediano plazo, porque atentar contra el principio natural es como decía Marcos Pérez, “el apague y vámonos”.
¡Unidos somos más!