Carmen Rosa Pinilla Díaz
Pensionada, Historiadora - Bucaramanga, Colombia
(Nota aclaratoria: El presente texto es atribuido como autora a Florence Thomas. Pero no hallé certeza de que así fuera.)
Tener 60 años, es tener dos veces 30; es reconocer la densidad y riqueza del ayer y lo frágil y precario del mañana; es estar dispuesto a vivir intensamente la década que se abre con la lúcida conviccción de que puede ser la última que podremos vivir intensamente; es ya no posponer los sueños y hacerlos realidad en la medida de lo posible.
Es alegrarnos, cuando al despertar nos duele algo, porque eso significa que "aún estamos vivos".
Tener 60 años es tener respeto a los espejos, porque no mienten y no volverán a mentir nunca más; tener 60 años es, por fin, saber quiénes son nuestros verdaderos amigos y habernos ganado el enorme privilegio de no simular más frente a los otros; es saber decir "NO", es poder conocernos a fondo.
Tener 60 años, es burlarnos de todas las dietas, porque ya sabemos perfectamente cuál es nuestra dieta de vida.
Tener 60 años es conversar con la soledad y encariñarnos con ella. Tener 60 años es ya no pedir permiso a nadie para cumplir un viejo sueño, podernos ir a cine a las tres de la tarde, tomar un aguardiente antes de la telenovela de la noche o prender la luz a las tres de la mañana para leer nuevamente un capítulo de "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust, porque no logramos conciliar el sueño.
Tener 60 años es volver a reirnos ante la esperanza del amor, es volver a sentir "mariposas" en el estómago cuando nos cruzamos en el camino con otro de 60; es no tener que pedir permiso para hablar con el vecino.
Tener 60 años, es saber que nadie nos espera en casa y alegrarnos porque podremos comer lo que más nos guste, lo que se nos antoje,a la hora que se nos antoje y como se nos antoje: una buena ensalada de fruta, con sabroso helado de chocolate encima, salir con los amigos al parque y saborear un rico postre, haciéndole el quite a la diabetes; es poder vivir con la seguridad de que somos privilegiados por las autoridades, porque sabemos que a la vuelta de esquina podremos ser desplazados, violentados y olvidados.
Tener 60 años es asombrarnos de lo que hemos logrado con los hijos o hijas que ya están en la década de los 30; es inaugurar nuevas miradas,nuevos diálogos con ese sentimiento de desprendimiento y libertad frente a ellos o ellas.
Lo hecho, hecho está y ya no existe sino el asombro frente a esos hombres y mujeres, que un dia habitaron nuestras entrañas y algo más tarde se refugiaron en nuestros brazos, buscando nuestro apoyo, con la confianza frente a un porvernir sombrio aún para ellos. Tener 60 años, es a veces ser un abuelo o abuela alcahueta, porque se nos olvidó cómo educamos nuestros propios hijos.
Tener 60 años es entender el misterio de la vida y empezar a cofrontarnos con la muerte, sin temor ni tristeza, porque está ahí, asomándose por las rendijas de nuestra alcoba, tímida, pero inexorable. Tener 60 años es empezar a despedirnos demasiado temprano, siempre demasiado temprano, de los buenos amigos.
Tener 60 años, es tener dos veces 30, o sea mucha juventud acumulada. Hoy doy la bienvenida y un fuerte abrazo al día, en que el barco de mi vida llegó al puerto No. 60 en el recorrido de propia existencia.
Salud, amigos de los ·60.