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Zapatoca fundadora de Galán

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Autor: Desconocido

SAN JOSÉ DE LA ROBADA”, hoy GALÁN, fue la primera población que nació en los territorios de Zapatoca. El presbitero. Joseph Julián Acevedo de la Parra, primer cura de la Parroquia de San Joaquín, a sólo dos meses y seis días de haberse encargado del Curato, lo que realizó el 15 de noviembre de 1761, se dirigió al Sr. Arzobispo de Santa Fe, solicitándole

licencia para construir una Capilla con la advocación del Sr. San José, en un sitio que tiene esta demarcación de Zapatoca, hacia el costado que linda con Simacota, porque se halla en forma de isla entre el Río Suárez (Saravita) y la tierra de Yariguíes, pero de longitud tiene un poco mas de ocho horas de camino muy fragoso desde mi Iglesia, hasta el confín de Simacota; y por la parte de Guane media el caudaloso Río Suárez o Saravita…., es rara vez que las gentes oyen alguna Misa y por consiguiente carecen de pronta administración de los Santos Sacramentos…., le suplico, con el mayor rendimiento me conceda la licencia solicitada. Zapatoca, enero 21 de 1762”.

Obtenida la licencia necesaria, los vecinos levantaron la Capilla, bajo la dirección del Dr. Acevedo de la Parra; y el 22 de septiembre de 1766, esta ermita aparece como “Viceparroquia”. Desde la fecha anterior, hasta noviembre de 1767 fueron administrados “en la Capilla de San José y Santa Bárbara”, treinta y cuatro bautismos, por el Cura Párroco de Zapatoca.

Iglesia del Municipio de Galán, Santander, ColombiaEl 14 de febrero de 1772, los Señores Félix Martínez de Ponte, Matías Ardila, Joseph de Arteaga, Diego Joseph Macías y veintidós vecinos mas, se dirigieron al Arzobispo, por medio de su apoderado, Don Francisco Javier Gamarra, quien fue el que más trabajó por la fundación de la Parroquia de San José de la Robada, solicitándole la erección de una Parroquia en el sitio de Hatoviejo o Quebrada la Robada, con el título de Nuestra Señora de los Dolores, San José de la Peña y Santa Bárbara.

Un año después, el 28 de enero de 1773, el Arzobispo dio el Decreto de erección de la Parroquia, y el 23 de agosto del mismo año (1773), el Virrey, Don Manuel de Guirior, aprobó la erección en SantaFe.

Es bueno recordar que la dicción “Parroquia” era la denominación civil, y que la entidad eclesiástica se llamaba “Curato”; solamente, desde 1886, los Distritos Parroquiales, se siguieron llamando “Municipios”, y los Curatos, “Parroquias”.

Los vecinos pidieron que el Clérigo, Don Francisco José Sarmiento, fuera su primer cura, autorizándolo el Virrey el 5 de octubre de 1773. Es curioso el hecho de que este primer cura de San José de la Robada, era entonces “Clérigo de menores Órdenes”, por esto lo acompañó el Sacerdote, Presbítero Cristóbal Abreu, hasta cuando viajó a SantaFe para recibir el Presbiterado.

Esta nueva Parroquia abrió sus libros sacramentales el 6 de diciembre de 1773, con el bautismo de Juan Salvador Murcia Domínguez; el de matrimonios, con Ignacio Arenas y Bárbara Sánchez, y el de Defunción, con el niño José Ramírez García.

En el año de 1881, primer centenario de la Revolución Comunera y como testimonio de admiración al Caudillo José Antonio Galán, el Distrito Parroquial de San José de la Robada tomó el nombre de PARROQUIA DE GALÁN.

Para 1850, cuando Manuel Ancízar, en su célebre Peregrinación de Alpha, visitó a La Robada con ocasión del primer censo corográfico bajo la dirección de Agustín Codazzi tenía el pueblo situado al pie del peñón, que se alza 700 metros, 1.300 habitantes, peñón tajado como el muro de una fortaleza, e interrumpe con su desnudez los recuestos de la serranía de que es parte.

De alta cumbre coronada de arbolillos se desprenden dos chorros, cayendo sin tropezar por espacio de 200 metros, al cabo de los cuales se rompen contra las rocas salientes, saltan convertidos en penachos de espumas y forman abajo un torrente tributario del próximo río.

Siete manantiales más salen del peñón, perforándolo a diversas alturas, y van a engrosar el torrente, y en ocasiones a obstruirlo con derrubios que lo transforman en una masa moviente de lodo y piedras.

De esta manera, minada la serranía por abundantes filtraciones, ha perdido su revestimiento y han formado el plano inferior irregular e inclinado en que se halla el pueblo, contrastando su quietud con el ruido de las cascadas y el rumor del ramaje sacudido por las perennes brisas que se arremolinan en la cuenca murada del peñón.

De Zapatoca, (de acuerdo al Peregrinaje de Alpha) por la margen izquierda del Saravita se encuentra la población, (que en 1850 contaba con 1.300 habitantes) situada al pie de un peñón que se alza 700 metros, tajado como el muro de una fortaleza , e interrumpe con su desnudez los recuestos de la serranía de que es parte.

De la alta cumbre coronada de árboles se desprenden dos chorros de agua, cayendo sin tropezar por espacio de 200 metros que convertidos en penacho de espumas forman abajo un torrente tributario del próximo río.

Siete manantiales más salen del peñón y van a engrosar el torrente que lo transforman en una masa moviente de lodo y piedras; al frente queda la cortadura desmedida por cuyo fondo va el Saravita, después los pelados estratos de la quebrantada meseta que finaliza en las crestas lejanas de otra serranía; y en el promedio descansa la vista sobre los campos labrados de Guane y Cabrera, recostados contra un alto barranco, luciendo en el extremo izquierdo de su encumbrada cornisa las torres y paredes blancas de Barichara.

 


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