Autora: Blanca Inés Prada Márquez
En los últimos siglos, en particular desde la revolución francesa los seres humanos hemos ido tomando conciencia del gran valor que tiene la LIBERTAD, de tal manera que hoy nos enfrentamos con quien sea que quiera quitarnos o impedirnos ser libres.
Esto sin embargo nos ha llevado a confundir libertad con libertinaje, a olvidar que mi libertad llega hasta donde llega la libertad del otro. Necesitamos por lo tanto reflexionar y fomentar una educación que permita desarrolla el sentido ético de la libertad.
Entender la libertad como responsabilidad no sólo individual sino también social. En otras palabras mostrarles, sobre todo a los jóvenes, que se es libre sólo en la medida en que somos capaces de responder por nuestros actos y que por ser “seres sociales” nuestros actos repercuten siempre en la comunidad.
Hemos hecho demasiado énfasis en la libertad en sentido negativo, como independencia del individuo frente a los poderes del Estado y frente a los otros, se repite una y mil veces: el Estado debe respetar la vida privada de las personas, al igual que cada uno debe respetar la vida privada del otro, pero esto no es suficiente.
Desde Kant se ha hecho mucho énfasis en la libertad en sentido positivo, como apertura a muchas posibilidades, como la posibilidad de participar en las decisiones con respecto a las leyes vigentes en la comunidad política, como la libertad para pensar y opinar, la libertad de culto, la libertad política, la libertad de reunión y de asociación y la libertad de desplazamiento, pero se nos ha olvidado hacer énfasis también en el sentido ético de la libertad, entendida entonces como RESPONSABILIDAD SOCIAL.
Sólo un ser libre puede responder de sus actos y darse cuenta de la importancia que ellos tienen dentro de la comunidad. Por esto, sólo un ser libre puede ser autónomo, es decir, capaz de obrar de tal manera que su acción no perjudique ni a sí mismo ni a los otros.
Como bien lo dice Amartya Sen, premio Nobel de economía 1998, en su libro Desarrollo y libertad, Planeta 2000, p. 28:
“Las libertades no sólo son el fin principal del desarrollo humano, sino que se encuentran además, entre sus principales medios”.
En su extenso libro SEN nos ofrece una clara y brillante exposición sobre las estrechas relaciones que tiene la libertad con el desarrollo y éste con la libertad. Sostiene el brillante pensador bengalí, que educar para la libertad es también educar para el desarrollo, siempre y cuando la libertad individual se entienda como un compromiso social; en este sentido la libertad no degenera en individualismo sino más bien en colaboración, en responsabilidades compartidas, en servicio a la comunidad.
Tal vez por haber desarrollado una educación individualista de la libertad, y no una educación para la libertad con sentido social, debemos hoy, con pena afirmar, que tenemos una libertad a medias, puesto que no todos pueden ejercer las libertades consagradas brillantemente en nuestra Constitución.
Hay miles (quizá millones) de colombianos al margen del desarrollo, sin educación, sin trabajo, sin seguridad social, y la educación, el trabajo y la seguridad social son requisitos indispensables para poder ejercer las libertades y ser personas autónomas.
A este crecimiento de la pobreza y la miseria han contribuido sin duda los grupos armados, aquellos que viven al margen de la ley llámese guerrilla, paramilitares, narcotraficantes, delincuencia común, etc.
Pero también los corruptos, todos aquellos que desvergonzadamente se roban los dineros públicos, aquellos que con su deshonestidad han quebrado la salud, o los que han malgastado los dineros destinados para la vivienda de interés social o para el desarrollo estructural de ciudades y pueblos, impidiendo que este desarrollo genere empleo para ayudar a esos miles de compatriotas que lo único piden es “trabajo”, para poder sobrevivir.
Como intelectuales, como educadores, como profesores universitarios, en fin como personas que de alguna manera nos sentimos comprometidos en la construcción de esa anhelada PAZ que tanto necesita nuestro país, lo mejor quizá que podríamos hacer sería comprometernos a EDUCAR en el sentido ético de la libertad.
Educar no sólo para el ejercicio individual de unas libertades, sino también para contribuir a que todos podamos ejercerlas.La construcción de un Estado Social de Derecho es un trabajo a largo plazo que exige esfuerzo y trabajo de todos.
Tal vez en Colombia sólo estemos dando los primeros pasos, tal vez sólo estemos tomando conciencia de que no somos lo que deberíamos ser, pero esto es ya muy importante.
De sobremesa:
1. Como muchos colombianos, yo apoyo los Diálogos de Paz de la Habana, y como muchos también crítico varias cosas, entre otras: lo lento como avanza el trabajo, la petulancia de los guerrilleros, el turismo de tanta gente a la Habana disque en nombre de la paz.
Pero por encima de todos los “sapos gordos” que tendremos que tragarnos, según dice el presidente Santos, considero como algo absolutamente positivo para el país el que se esté buscando por todos los medios posibles ponerle fin a este conflicto armado que lleva más de 50 años azotando nuestra patria.
2. Es preferible que hablemos todos los días de PAZ, de diálogo, de educación e integración social, de reconciliación, de perdón, de entrega de tierras a los desplazados por la violencia, de casas de interés social, de vivienda gratis para los más desposeídos, de desarrollo del campo, de “justicia transicional” y hasta de “perdón para lo imperdonable”, que escuchar hablar todos los días, de “falsos positivos”, de aumento del pie de fuerza de los militares, de compra de armas para darle mayor peso a las fuerzas armadas, de bajas en los enfrentamientos con las guerrillas, “de guerra sin cuartel contra esos HP”, y de mil temas más que sólo sirven para exaltar el espíritu guerrerista que muchos compatriotas tristemente llevan por dentro, quizá a causa de la violencia armada en la cual hemos vivido por tantos años.