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Embaucadores cristianos

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“Se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”. (S. Mat. 24:24)

Se mueve con ademanes estudiados, habla con ironía y desfachatez; usa un reloj incrustado en diamantes; se traslada de un lado a otro en vehículos de lujo y vive en una mansión de siete millones de dólares.

Dice ser la reencarnación de Cristo; cuando los periodistas le preguntaron por qué vivía a todo confort y vestía con tanto lujo, si Jesús anduvo en la Tierra con una túnica vieja y un par de sandalias gastadas respondió: “En mi primera venida estuve aquí para sufrir y morir. Ahora he regresado para reinar”.

Su nombre, José Luis Miranda; nació en Puerto Rico y usa dos tatuajes con los números 666; miles de seguidores lo aclaman en varios países, le dan abultadas cantidades de dinero y lo tratan como a un dios. Entrevistados, ellos argumentan que él los liberó de la culpa.

Enseña que ya no existe el mal ni el pecado; según él, en su primera venida habría pagado el precio del pecado y acabado con el mal.

Pero no es el único: en una casa del barrio Boqueirao, en Curitiba, república del Brasil, se abre una cortina roja y aparece, de túnica blanca, manto rojo, corona de espinas en la cabeza y un cetro de madera en su mano izquierda, el ex verdulero Luri Thais, de 49 años.

Sentado en un trono proclama, con voz impostada: “Yo soy Inri Cristo, el hijo de Dios, la reencarnación de Jesús, el camino, la verdad y la vida”.

Desde hace varios años peregrina por el mundo; estuvo en varios países, fue expulsado de Inglaterra y recibido en Francia.  La sede de su movimiento  la  estableció  en la ciudad de Brasilia.

Hay más: En un remoto rincón de Siberia, en una pequeña ciudad llamada “Vivienda del Amanecer”, un hombre apacible de túnica blanca, cabello castaño y largo y tímida sonrisa mezclada de beatitud, dice ser el Cristo, que ya volvió para salvar la humanidad.

No lo dice a todos, solo a sus discípulos, que se pueden contar por miles y lo adoran como a un verdadero dios. Ven en él a la reencarnación de Jesucristo; su verdadero nombre es Sergio Torop, ex soldado ruso. Se hace llamar Vissarión; “el que da nueva vida”.

Kevin Sullivan, periodista estadounidense, público en el Washington Post una entrevista con varios discípulos de Visssarion. Quedó sorprendido por las respuestas; Lula Derbina, por ejemplo, fue traductora de la Cruz Roja Internacional y vio en él al nuevo Maestro que esperó toda su vida. “Creo que es Jesucristo; lo sé, como sé que estoy respirando”, declaró.

Gina Oshepkova,de 54 años, se había divorciado recientemente, cuando alguien le mostró un video. En él escuchó a Vissarion afirmar que había vuelto a la tierra porque la gente se había olvidado de sus palabras y de las enseñanzas que había dejado dos mil años atrás. “Sentí que mi corazón latía con fuerza, y me dije: “Esta es la verdad, es él, es la segunda  encarnación de Cristo”, afirma la mujer.

El Señor Jesús mencionó también a falsos profetas,  gente que se considera enviada por Dios y ofrece a los hombres soluciones instantáneas para sus problemas: venden promesas de curaciones milagrosas  y prosperidad financiera.

Alegan que las bendiciones sólo serán recibidas por los que tengan fe. En los últimos años han proliferado este tipo de “profetas”; aparecen todos los días, aprendieron a usar la radio y la televisión para alcanzar al público y han construido verdaderos imperios financieros. 

El argumento que usan para apoyar sus afirmaciones es el “testimonio” de las personas en cuya vida se realizó el milagro; incluso citan la Biblia para afirmar que nadie haría estas cosas, si el Espíritu Santo  no estuviera con ellos.

Jesús los describió de esta forma: “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu  nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?. Y entonces  yo les diré: apartaos de mí, hacedores de maldad”.

En cierto  modo, todos estos profetas y personas que se dicen ser Cristo son un cumplimiento de la profecía, pero el asunto va mas allá de personajes delirantes o de aprovechadores que se benefician con la credulidad, el fanatismo o la falta de información del pueblo.

Esto es  un asunto muy serio. Los escogidos –los que aceptan la invitación de Dios de apartarse de la mentira y el error y vivir solo de la verdad- no serian fácilmente engañados por una curación milagrosa o simplemente porque alguien dice que es el Jesús reencarnado.

Del libro Señales de esperanza”, Edgar Redondo Ramírez)

 

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