Carmen Rosa Pinilla Díaz
Pensionada, Historiadora - Bucaramanga, Colombia
CACHOS QUE YA NO CADUCAN
El cacho que aquí nos ocupa no es el cigarrillo de marihuana, sino esa prolongación ósea imperceptible al ojo humano que aparece en la cabeza de los enamorados, cuando son víctimas de una infidelidad: los temidos y vergonzosos cachos.
Esos populares cuernos que han inspirado clásicos del vallenato (El santo cachón) guapachosos merengues (El venao), dulzonas baladas (Y cómo es él). También adagios populares machistas (una mujersin cachos es como un jardín sin flores) y feministas (un hombre sin cachos esun animal indefenso) y que han quedado tan artísticamente representados en joyas de la literatura, como Madame Bobary y Ana Karenina.
Pues estos cachos no podían quedarse por fuera de la acuciosa inspección de la Corte Constitucional, que aprovechó una sentencia para coger el toro (el espinoso tema del divorcio por la infidelidad de uno de los cónyuges) por los cuernos (los del cónyuge cornudo) y poner en cintura a los infieles, con el fin de abolir la tradicional y pacífica impunidad conyugal.
De un solo tajo, la Corte determinó que el cónyuge ofendido por el desliz extramuros puede pedir el divorcio en cualquier momento, incluso años luz después del pecadillo, a pesar de que el arcaico, pero sabio, Código Civil disponía que tenía dos años para hacerlo.
Una decisión de tanta trascendencia para la vida en pareja no podía pasar de agache. Dentro del fallo de la Corte, uno de los magistrados que salvó el voto manifestó su oposición a que unos cachitos no puedan ser perdonados o condenados por el simple paso del tiempo, como lo establecía la legislación civil.
Si la ley permite indultar delitos y perdonar crímenes por el solo hecho de dejar pasar el tiempo, ¿cómo no redimir una simple infidelidad?¿En dónde queda la máxima cristiana del perdón y olvido?
Mejor dicho, las relaciones sexuales extramatrimoniales se quedaron sin su ley de justicia y paz. El dogma sarcástico del “santo cachón” se ha vuelto jurisprudencia: “Que te perdone, yo, que te perdone, como si yo fuera el santo cachón”,. Igual de imprescindible que un delito de lesa humanidad, ahora es el acto de salir a comer fuera de casa.
La discordia del magistrado frente a la invalidación del perdón jurídico de la infidelidad captó mucho mas la esencia del amor en pareja y sus vicisitudes, al afirmar que la evocación del pasado doloroso puede llegar, “inclusive”, a que un cónyuge se niegue a complacer al otro a ofrecerle una taza de café”.
En algunos blogs, ya se sienten las voces a favor de la abolición de esta indulgencia (más femenina, que masculina) y otras que están del lado del magistrado de la taza de café (más masculina, que femenina).
Lo extraño es que la Corte eliminó la caducidad de todas las causales de divorcio, pero sólo la de la infidelidad despertó tanta suspicacia, incluso dentro del mismo tribunal. Como quien dice, la pareja podrá perdonar una tunda, la roncadera, la tacañería, el tufo habitual, la convivencia con la suegra, el dormir con mascarilla de aguacate y pepino cohombro o la adición al futbol, pero no un desliz en cuerpo ajeno.
De hecho, estudios en EE.UU y en Europa concluyen que la principal causa de divorcios es la infidelidad; adulterio que, en su mayoría, son demostrados judicialmente por pruebas obtenidas en Facebook, MySpace o Twitter. Gracias a estos análisis científicos, las dudas de José Luis Perales han quedado resultas: ¿Y, cómo es él?, ¿en qué lugar se enamoró de ti? (en Facebook); ¿a qué dedica el tiempo libre? (a “twittear”).
A pesar de la controvertida sentencia, las furruscas por los bienes que quedan después de un divorcio siguen conservando sus términos de caducidad; porque la venganza del cornudo siempre será saquear la cornucopia del cónyuge adúltero, hasta dejarlo en la cochina calle y, de paso, quitarle la custodia de los hijos y las más dolorosa de todas, la del perro.
Así que, infieles casuales y habituales, alisten calendarios pasados y hagan cuentas.
(Roberto Gordillo, Ámbito Jurídico)
PROHIBIDO ENFERMARSE
Desde el 1º de enero de 2011, a ninguno de los 5.700 habitantes de Acquapendente (Italia) le podrá dar gripa. Por decisión del alcalde, Alberto Bambini, toda persona que necesite consultar un médico, hacerse una cirugía o tomar medicamentos tendrá que pagar una multa, que variará según las causas y la gravedad de la enfermedad. La decisión adoptada el 9 de octubre, busca llamar la atención del Gobierno italiano sobre la difícil situación en la que queda Acquapendente, después de que el ministro de Economía, Giulio Tremonti, anunció un recorte de 5.800 millones de euros en los gastos de las alcaldías regionales para el período 2010-2011, con el fin de amortiguar los efectos de la crisis económica.
A eso se sumó la decisión de la gobernadora Renata Polverini que redujo el número de camas disponibles en el hospital local y cerró de departamento de cirugía. Tras un frustrado encuentro entre los alcaldes de la región del Lacio y la gobernadora, en el que estos querían expresarle su preocupación por el recorte presupuestal y las drásticas medidas en materia sanitaria, a Bambini se le rebosó la copa. Los carabinieri (la policía militar italiana) impidieron el ingreso de los mandatarios al despacho de Polverini, pues no tenían cita y varios de ellos llegaron con los ánimos bastantes caldeados.
Tras el incidente, Bambini amenazó con separar a su ciudad del Lacio, para anexarla a la región de Umbría. “Roma absorbe todos los recursos de la zona del Lacio, en donde estamos ubicados, y debemos hacer lo que esté a nuestro alcance para remediar esta situación”, aseguró el mandatario. Pero los que, literalmente, no tendrán remedio serán los habitantes de Acquapendente. Según su alcalde, si el gobierno no les da los recursos necesarios para brindarles atención médica, no le queda otra salida que evitar que la gente se enferme. Por eso, recomendó salir con menos frecuencia de casa durante el invierno, realizar deportes de alto riesgo y permanecer el mayor tiempo posible en reposo, para disminuir los accidentes.
Bambini admitió que estaba actuando de manera provocativa. Pero eso no le restó determinación para, además de las multas, ordenar que cualquier persona que se rehúse a cumplir su decreto sea llevada a la fuerza al Hospital Belcolle, a unos 30 kilómetros de Acquapendente.
Si la iniciativa es bien recibida y acogida, los habitantes de ese pueblo no tendrán que permanecer encerrados en sus casas resguardándose de los virus. Si, por el contrario, los recortes a la salud persisten, tendrán que ser muy moderados en sus celebraciones, pues a partir del 1º de enero, nadie podrá consultar libremente al médico para que le recete un remedio para la indigestión. (Sergio Andrés Gómez Cepeda, Ámbito Jurídico)
LA MUJER DUEÑA DEL SOL
Ángeles Durán no se conforma con poco. ¿Para qué esperar a que un hombre romanticón, cursi y poco original le regale la luna, si puede ser la señora dueña del sol? Pues con total determinación y armada con singulares argumentos legales, esta española, residente en Galicia, decidió acudir a una notaría para declarar su derecho de propiedad sobre el astro rey. “Soy propietaria del Sol, estrella de tipo espectral G2, que se encuentra en el centro de sistema solar, situada a una distancia media de la Tierra de aproximadamente 149.600.000 kilómetros…”, declaró Durán, ante el estupefacto notario. La mujer alegó a su favor, que el convenio internacional que les prohíbe a los países declarar su propiedad sobre los cuerpos celestes nada dice acerca de los derechos que podrían tener los particulares. Y recordó el antecedente del estadounidense Dennis Hope, quien, desde 1980, con el mismo argumento, vende parcelas en la Luna.
Después de consultarlo con su colega profesional, el notario otorgó la escritura; según el documento, como en 5.000 millones de años no se ha conocido propietario alguno del Sol, Durán podría atribuirse legítimamente ese título, pues, de buena fe, ha hecho uso pacífico e ininterrumpido de sus emisiones electromagnéticas y radioactivas durante más de 31 años. En síntesis, es su legítima dueña. Pero el estelar asunto podría terminar en los estrados judiciales: el 28 de abril de 2001, el abogado rumano Virgiliu Pop ya había acudido al Registro de Propiedad Extraterrestre del Instituto Arquímides para proclamarse dueño del Sol. Pop calificó a Durán de impostora, y alegó su titularidad bajo la máxima “primero en el tiempo, primero en el derecho”.
Experto en derecho público del espacio de la Universidad de Glasgow (Escocia) autor del libro Patrimonio irreal, el hombre que vendió la Luna, basado en la historia del lunático Hope, Pop afirma que es necesario diferenciar entre “el derecho de verdad y el derecho de fantasía”. Según este experto, que se matriculó como propietario del Sol para demostrar los ridículas que son estas pretensiones, la titularidad acreditada por Durán carece de validez, por tres razones: primero, España no tiene jurisdicción sobre el sol; segundo, para tener la propiedad es necesario la posesión material, cosa que no puede demostrar la señora Durán, quien nunca se ha acercado por los predios solares, y, tercero, la mujer no es la primera en reclamar la propiedad, pues en 1936 lo hizo un estadounidense de apellido Lindsay.
Con todo, Durán pretende cobrar por el uso que los demás hagan de su nueva propiedad. De hecho, afirma que ya se reunió con el Ministerio de Industria de España, para explicarle que un 50% de los ingresos que reciba irá a los presupuestos generales del Estado, un 20% a las pensiones mínimas, un 10% a investigación y sanidad, un 10% a la lucha contra el hambre y el restante 10% a su bolsillo. A los gallegos, reconocidos por su particular sentido del humor, la maniobra jurídica de su paisana no les cayó en gracia. Dicen que desde que es propietaria del Sol hace un frio espantoso en España, y que ahora, como dueña, tendrá que aguantarse los reclamos de los afectados.
“Lo que olvida nuestra avispada y simpática vecina es que también vamos a reclamarle por los perjuicios: si hace frio, interpondremos una demanda; exigiremos indemnización si una helada arruina las cosechas; y que no se le ocurra el sol quemarnos en la playa, porque las señora Durán nos va a escuchar”.
(Sergio Andrés Gómez Cepeda, Ámbito Jurídico)