Tomado de Vanguardia Liberal
CRISTÓBAL COLÓN Y EL DESCUBRIMIENTO
Pocos personajes en la historia universal han sido tan estudiados, como el que todos llamamos Cristóbal Colón y, sin embargo, nadie tan desconocido como él. Después de 500 años nos es lícito dudar de su nombre, de su lugar de nacimiento, de su lengua, de su firma, de su infancia.
Algunos autores mayorquinos sostienen que el verdadero nombre del navegante fue Cristófor Colom y que nació en un pueblo catalán cerca de Palma de Mallorca, llamado Génova, entre 1430 y 1450. Tuvo una cierta preparación de cosmógrafo y marino, que tuvo plena conciencia de lo que hacía y de ninguna manera se puede sostener que no supo, ni a dónde iba, ni qué tierras estaba pisando.
Tuvo conocimiento previo de América por las informaciones que le dio Alonso Sánchez de Huelva, que había estado en las Antillas en 1485.
Se ha dicho que 1492, en la historia de España fue un año crucial porque sucedieron tres cosas importantes que repercutieron en la historia universal: la expulsión de los árabes, llamados moros, que habían llegado desde Mauritania; la expulsión de los judíos, que no se hubieran convertido al cristianismo, y el descubrimiento del Nuevo Mundo; todos estos acontecimientos tuvieron en común el patrocinio de los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, y sirvieron para consolidar la unidad, tanto de los reinos peninsulares, como de la fe y la cultura españolas. La capitulación de Granada y la orden de salir de España a los judíos estuvo ligada estrechamente a la búsqueda de nuevas tierras que fueran asentamiento para los proscritos.
El mérito sobresaliente de Colón es haber tenido coraje y decisión para iniciar el reconocimiento de la ruta trasatlántica hacia las islas antillanas durante su primer viaje, del 3 de agosto al 12 de octubre de 1492.
De ahí su insistencia de casi ocho años para conseguir las capitulaciones, que finalmente logró en Santa Fé, en abril de 1492, porque siendo autorizado su viaje, podía reclamar prebendas y regalías y los títulos de don, gobernador y hasta de virrey, propósito que amó con singular denuedo.
Cada uno de los cuatro viajes de Colón tuvo una distinta finalidad; hay consenso sobre el segundo y el tercero, que se hicieron para establecer colonias en el nuevo continente y para recoger perlas, respectivamente; sobre el cuarto viaje realizado, para buscar el estrecho que permitiera pasar a las Molucas; en cambio, no ha sido posible llegar a un acuerdo respecto al propósito del primer viaje de Colón.
Al amanecer del 3 de agosto de 1492 salió con su pequeña tripulación (del número exacto aún no se ponen de acuerdo los investigadores), en dos carabelas, La Pinta y La Niña (o Santa Clara) y una nao, La Gallega, rebautizada como Santa María, que costaron alrededor de dos millones de maravedíes, de los cuales Colón puso una cuarta parte, prestada por la Casa Berardi, los Pinzón y los Niño otro tanto, quienes lo acompañaron en este primer viaje, y, los Reyes Católicos, algo más de un millón. De los hombres a bordo, uno era homicida, muchos reos conversos de las cárceles de España, los Pinzón de Palos y los Niños de Moguer, quienes completaron la tripulación.
Este primer viaje, el descubrimiento, se puede dividir en seis etapas: De Palos a Canarias, 3-9 de agosto: estas islas eran castellanas y no se podían sobrepasar sin invadir aguas portuguesas. Colón sabía, que podía navegar hacia occidente por le paralelo 28 gracias a los alisios del norte.
De Canarias a guanahaní (8 de septiembre al 12 de octubre). Ruta hacia el occidente, en línea casi recta, hasta recorrer 800 leguas; intentos de Colón y de algunos marineros por devolverse; Pinzón insiste en el rumbo y fuerza a Colón a continuar el proyecto de ir hasta las islas que aparecen en los mapas traídos de Roma.
Algunos días mas tarde, dos horas después de la medianoche del 12 de octubre, pareció la tierra avistada desde la noche anterior, cuando una lucecilla supuesta, pero imposible de ver a la distancia en que estaban, por la curvatura del planeta, les hizo predecir “el descubrimiento”.
De Guanahaní a la isla de Haití, pasando por Cuba, del 12 de octubre, al 16 de enero de 1493. De la Española a las Azores, (16 de enero al 17 de febrero), Con dos carabelas, Colón inicia el retorno eligiendo la mejor ruta y a favor de los vientos; pero llegó equivocadamente a las Azores por culpa de una tormenta, cuando pensaba arribar a Canarias; de Azores a Lisboa (24 de febrero al 4 de marzo), Imprevisto encuentro con el rey de Portugal, quien argumenta que las islas que se hallan al occidente le pertenecen por el tratado de 1479, porque están al sur de las Canarias.
De Lisboa a Palos (13 al 15 de marzo de 1493). Colón se dirige a sus benefactores informándoles del viaje, trayendo como prueba unos indios, piedras preciosas, diversa variedad de aves, pero en particular, mucho oro.
De todos los errores imputables a Colón, el más serio fue el de introducir la esclavitud europea en América. En su primer viaje apresó diez indios para exhibirlos en los mercados de Sevilla; igual fue cruel con los españoles.
El primer capellán que vino con él en el segundo viaje al Nuevo Mundo, el padre Boyl, lo acusó de torturador. En sus últimos años, presa de desorbitadas cavilaciones y de sentimientos encontrados, al punto que muchos lo pensaron loco, empezó a llamarse a sí mismo virrey de Asia, a creerse predestinado por las Escrituras para descubrir un tercer mundo.
Decepcionado por el trato que recibió por sus servicios a los reyes, pero no pobre, murió en 1506 sin reivindicarse ante sus conciudadanos.
Los otros descubrimientos:
Autor: Francisco Anzuris Osorio, Vanguardia Liberal
Siempre se nos ha vendido la idea de que nuestro suelo americano no existía en la mente de los europeos antes de la llegada de Cristóbal Colón con su séquito de depredadores; y que fue España la artífice de tan magna obra, y que se nos hizo un gran favor al traer la civilización a estas tierras; civilización cargada de egoísmos, ambición, maldad, violaciones, saqueo, inquisición y demás endemias de las que “disfrutaban” los enviados de la reyes católicos. Ahora, en los albores del siglo XXI, vale la pena preguntarnos, si es cierto o no, toda esa retórica que por más de 500 años se nos ha inculcado.
Leyendas y tradiciones, no lograron interesar a los sabios de la Europa de los siglos XIV y XV, sobre la existencia de un continente totalmente ignorado, al otro lado del océano. Estos doctores no querían saber nada que no estuviera en la Biblia y aferrados a un misticismo fanático, les impedía aceptar la idea de la existencia de otras tierras más allá del horizonte porque el libro divino no decía nada al respecto.
Además, estaban regidos por el dogmatismo impuesto por el Vaticano y su “Santa” Inquisición, y que se atreviera a pensar lo contrario, sería llevado a la hoguera por hereje.
Como se puede apreciar, este concepto era a todas luces errado, puesto que el documento más antiguo de que se tenga conocimiento respecto a nuestras tierras, lo encontramos, precisamente en la misma Biblia, en el “libro de las Crónicas o Paralipómenos”, capítulo III, versículo 6; Capítulo VIII, versículos 17 y 18, y, Capítulo IX, versículos 10 y 21.
En el “Libro de los Reyes”, Capítulo X, versículos 11 y 22, se nos informa de viajes trasatlánticos, con el propósito de llevar oro al rey Salomón para que cubriera el Templo de oro y piedras preciosas, traídos de la región de Parvaim, “tierras del otro lado del mar océano”, por los barcos de Hirám.
Muchos investigadores e historiadores, concuerdan en que Parvaim, significa Perú. Esto nos da la idea de que, desde los tiempos del rey Salomón, ya se tenía conocimiento de la existencia de una gran tierra al “otro lado del mar océano”.
Ahora bien, desde el autor de una Biblia políglota, Arias Montalvo, hasta el célebre iluminado inglés del siglo XIX, Lord Kingsborough, se ha querido representar la existencia de los amerindios en el esquema bíblico.
Para Arias Montalvo, los primeros en pisar suelo americano, fueron dos de los hijos de Jactàn, quien a su vez, era biznieto de Sem, uno de los hijos de Noé. El primero de estos dos hermanos, Ofis, desembarcó al noroeste del continente, en las costas de Brasil, se internó por el río Amazonas hasta alcanzar la cordillera de los Andes llegando posteriormente a lo que hoy es Perú.
Por lo tanto, Parvaim y Perú, serían evidentemente la misma cosa, sitio de donde se extrajo, cada tres años, 450 talentos de oro para entregarlos luego al rey Salomón, además de las maderas de sándalo, piedras preciosas, monos y pavos sacados de la selva amazónica.
El segundo, Jectal, alcanzó directamente lo que hoy es México. Esto explicaría el nombre de Yucatán, así: Jectán = Yoctán=Yucatán, arribo que produjo el mismo resultado de su hermano en Parvaim: oro, piedras preciosas y animales ornamentales.
Cristóbal Colón
Suele afirmarse que Cristóforo Columbus, realizó sólo cuatro viajes trasatlánticos, esto es inexacto; en realidad fueron cinco los viajes que el Almirante llevó a cabo; precisamente, el primero de los cuales, efectuado en 1477, siendo tripulante de la flota inglesa, es el que se pasa por alto.
En efecto, antes de navegar hasta las Lacayas, en 1492, Colón ya había pisado suelo americano llegando hasta Islandia y Groenlandia, siguiendo la ruta de los hermanos Nícolo y Antonio Zeno, navegantes venecianos, quienes descubrieron Groenlandia a mediados del siglo XIV, y que dejaron un relato detallado de su viaje, así como los respectivos mapas de navegación, que años mas tarde fueron publicados en Europa.
Dice la historia que, en 1476, Colón se encontraba dentro de la tripulación de un buque inglés que partió desde Lisboa, hasta Bristol, Inglaterra, puerto que enlazaba los viajes con el puerto irlandés de Galway.
En este primer viaje, en su bitácora de abordo, Colón escribe:
“En febrero de 1477, navegué 100 leguas más allá de la isla de Thule; la parte meridional de esta isla se encuentra a 73· de latitud norte y no a 63·, como algunos pretenden. Esta isla no está situada en el meridiano que le asignó Tolomeo y que cierra nuestro occidente, sino mucho más al sur; esta isla, tan grande, como Inglaterra, los mercaderes ingleses y de Bristol, se dirigen habitualmente a intercambiar sus productos”.
Tal fue el primer viaje de Colón y uno de sus mayores secretos. Incluso, al llegar a estas nuevas tierras, encontró que sus habitantes eran de origen chino, lo que le reforzó la idea de que navegando en línea recta, partiendo de España o Portugal, hacia el oeste, encontraría la prolongación del continente chino.
De otro lado, se ha dado por sentado de que el descubrimiento de América fue una conquista española, esto también es simplificar demasiado la verdad, porque, como se puede apreciar, desde mucho tiempo antes de este acontecimiento el flujo y reflujo entre los dos continentes era cotidiano, y era cosa normal que, tanto los chinos, los africanos, los asiáticos, y, en general, muchos europeos, iban y venían en viajes de negocios.
Por lo tanto, lo que distingue a España de estos pacíficos navegantes mercaderes, fue que no hubo tal descubrimiento, sino una invasión sometida al saqueo, al terror, a la barbarie, a la violación, persecución religiosa orquestada por la misma Iglesia Católica, y la esclavitud de nuestros aborígenes que los llevó a una dolorosa aniquilación, con extenuantes jornadas de violencia y terror.
Se sabe que, en los siglos XIV y XV, la economía española pasaba por una época difícil a causa de la prolongada guerra contra los moros y el despilfarro de la monarquía; no bastaban los altos impuestos, ni las continuas expropiaciones de las riquezas de los judíos que por intermedio de la “Santa Inquisición”, se hacía.
Era urgente conseguir oro, mucho oro, para enriquecer sus arcas y dotar sus ejércitos para dar la batalla hasta conseguir la victoria final.
Eso, precisamente, Colón lo sabía, y el ofrecimiento del oro traído de tierras lejanas, no se hizo esperar. Esta fue la causa del viaje de Cristóforo Columbus hacia nuestro suelo, la consecución de este preciado mineral. No era una romántica aventura, como muchos lo han pregonado.
También es necesario dejar en claro, que no es cierto que la reina Isabel empeñó sus joyas para financiar al viaje, no, dichas joyas ya estaban empeñadas en la Casa de Empeños Susan, de propiedad de los judíos, desde tiempo atrás para financiar la guerra; la financiación del viaje corrió por cuenta de los hermanos Pinzón y los banqueros italianos, inclusive Colón tuvo que aportar un diez por ciento para que lo dejaran hacer el viaje.
También los americanos precolombinos atravesaron el océano rumbo a Europa y Asia muchos años antes que Colón. Numerosas tribus que vivían en la costa oriental de América, teñían conocimiento de una gran extensión de tierra al otro lado del mar océano, la cual estaba cubierta por grandes lagos y árboles, donde se podía pescar y cazar.
Los aztecas y nos nahuas, que así lo indican, representan figuras atravesando el océano; la existencia de la tierra a donde viajaban, le dieron el nombre de “Tula”, y se recuerda que Islandia, era precisamente, para los antiguos navegantes griegos y romanos, la última Thule”.
En la historia de los Mayas-Quichés, se nos habla que frecuentemente los habitantes de Groenlandia, de Labrador y de otras regiones de América del Norte, llegaban hasta aguas europeas en sus frágiles embarcaciones.
Al respecto, hay 37 casos registrados de travesías atlánticas entre 1150 y 1700, que en su mayor parte se tradujeron en descubrimientos de Kayaks de esquimales, en las costas de Noruega, Islas inglesas, oeste de Escocia, Nuevas Hébridas, Islandia y las Canarias.
Por inverosímil que pueda parecer esta historia, en los anales chinos se dice que, “en el séptimo mes del año 1150, del calendario europeo, llegó a Fukien una embarcación extranjera; su tripulación estaba compuesta por tres varones y una mujer, únicos sobrevivientes de un naufragio ocurrido lejos, en el océano.
Fukien, era conocido por uno de los tres hombres de origen chino, quien muy joven había llegado hasta la orilla occidental del Pacífico; su mujer y sus dos amigos, eran indios de América. El Conde Carlí, en su libro “Lettres Americaine”, cita que, en sus declaraciones el Charveloix, afirma haber visto en persona en el Tibet, una india hurón de América del Norte, quien había atravesado el Pacífico en una canoa junto con dos compañeros indios, como ella, y un extranjero chino, quien era su marido.
Se desarrolló una tempestad que los arrojó a una isla lejana, al oeste del Pacífico. Tras múltiples aventuras, esta mujer había llegado finalmente al Tibet, con su marido.
El misterio colón vuelve al cumplirse cinco siglos de su muerte
El misterio que envuelve al descubridor de América, Cristóbal o Cristóforo Colón, vuelve a primera plana al cumplirse el quinto centenario de su muerte, mientras historiadores y genetistas tratan de esclarecer los enigmas que encierra su origen y su vida. El 20 de mayo de 1506 moría en Valladolid, en plena meseta central castellana, el “Almirante de la Mar Océana”, lejos de la brisa marina y olvidado por todos.
Tenía 55 años y una larga vida de aventuras a sus espaldas, marcada por el revolucionario descubrimiento de un Nuevo Mundo, pero también por sus continuas disputas con la Corona española por lograr el reconocimiento y las riquezas prometidas en las “Capitulaciones de Santafé”, en 1492.
“Era rico, muy rico…, pero los ricos quieren más siempre y tenía una obsesión con su sucesión, quería dejar bien arreglados los papeles para que sus hijos fueran herederos de lo que había conseguido”, dice un estudioso de los viajes de Colón en la Universidad de Valladolid.
Quería que se cumplieran estrictamente los acuerdos que había alcanzado con los Reyes Católicos, antes de su viaje a las Indias, en 1492, acordándole porcentajes de las actividades económicas y comerciales que resultaran de sus descubrimientos, así como los títulos hereditarios de Almirante de la Mar Océana, Gobernador y Virrey de las Indias.
Los nobles españoles, además, tampoco veían bien las exigencias de este extranjero, probablemente genovés, aunque otras teorías lo consideran portugués, gallego o corso.
A esto intentan también, después de 500 años de su muerte, contestar un grupo de científicos españoles estudiando el ADN de los restos del descubridor que se encuentran en la Catedral de Sevilla (Andalucía, sur) y que probablemente darán a conocer sus resultados finales coincidiendo con el quinto centenario de la muerte del descubridor.
Los resultados de los análisis talvez permitan deshacer el diferendo entre Sevilla y Santo Domingo, que reclaman ambos tener los restos del Almirante, un admirante sobre el que algunos se preguntan sino contaría con datos precisos sobre lo que podría haber al otro lado del océano.
Algunas teorías consideran que pudo haber un “predescubrimiento” de otros navegantes, a cuyos datos habría tenido acceso Colón, quien tras una espera de diez años y después de pasar por Inglaterra y Portugal, logró la financiación para su gran empresa: llegar a la India, Cipango y los territorios del Gran Khan, por la ruta occidental.
El descubridor estaba animado por un afán de lucro, más que de saber, una motivación que caracterizó a muchos de los conquistadores que lo siguieron iniciando una conquista y evangelización brutal contra la que se elevaron algunas voces, como la de Fray Bartolomé de las Casas y que dio lugar a la denominada “Leyenda negra”.
Pero, el descubrimiento también fue el encuentro de dos mundos y supuso cambios revolucionarios en varios ámbitos de la vida, como la alimentación, la ciencia (en el siglo XVI se entraba en el Renacimiento) o las costumbres. La patata, el tomate o el maíz entró en la dieta de los europeos, que también descubrieron el tabaco y un sinfín de nuevas especies de animales.
Sin embargo, el intercambio también tuvo su aspecto negativo: las enfermedades llevadas a América por los colonizadores diezmaron la población indígena, al tiempo que la evangelización y la imposición cultural acabaron con muchas costumbres locales.
Descubridor, revolucionario, visionario, iniciador de una nueva era, egoísta, brutal, Colón ha recibido todo tipo de calificativos a lo largo de su historia, alimentando el misterio en torno a su vida, un misterio que pervive 500 años después de su muerte y al que ahora la ciencia intenta desvelar.
El colón oriental
Un antiguo mapa según el cual los chinos conocieron y documentaron el mundo antes que los europeos es objeto de una intensa controversia. La hipótesis es tentadora: un navegante chino de nombre Zheng He, no sólo habría descubierto América 70 años antes que Cristóbal Colón, sino también hallado Australia y Nueva Zelanda con más de tres siglos de antelación a los ingleses, circunnavegando el mundo 100 años antes que Magallanes, y se habría adelantado en cuatro siglos a los europeos en llegar a la Antártica.
En pocas palabras, si la hipótesis llegara a ser cierta, sería necesario reescribir buena parte de la historia occidental, según la cual la civilización europea fue la primera en navegar describir la geografía mundial.
La supuesta evidencia es un antiguo mapamundi encontrado recientemente en Beijing; se trata de una copia de 1763 de un supuesto mapa que había sido dibujado hacia 1418, cuando el emperador Zhu Di, de la dinastía Ming, gobernaba China.
En su esquina superior derecha está escrito que es “el mapa general del mundo integrado”. Y en inferior izquierda dice que fue dibujado por Mo Yi Tong, copiando el original de 1418. El mapa fue consultado con cinco expertos coleccionistas y todos estuvieron de acuerdo en que la despigmentación de las tintas y el estado del papel de bambú demostraban que tenía por lo menos 300 años de antigüedad.
En el libro 1421 “el año en que China descubrió el mundo”, se dice que Gavin Menzies, el oficial más importante del emperador Zheng He, fue el primero en navegar los siete mares del mundo; este hombre es toda una leyenda para la historia china: era un eunuco de raíces musulmanas, quien durante toda su vida supo escalar posiciones en la corte, hasta hacerse con la confianza del emperador.
En 1405 fue escogido para comandar la expedición naval más grande de aquel entonces. Su flota contaba con 317 naves, que en promedio medían 90 metros de largo y 45 de ancho; la más grande tenía nueve mástiles, alcanzaba 134 metros de largo y 56 de ancho, mientras las carabelas de Colón no superaban los 15 metros de largo. Bajo su mando tenía 28.000 hombres, entre los que se contaban marineros, intérpretes, soldados, artesanos, médicos y meteorólogos.
Desde 1405 hasta 1433, Zheng He dirigió siete viajes legendarios en los que visitó 37 países; atravesó el océano Índico, recorrió el Golfo Pérsico y exploró la costa oriental de África. Semejante travesía no era de extrañar, pues en el siglo XV la tecnología naval de China era la más avanzada del mundo. Las naves contaban con avances desconocidos en Occidente, como el timón fenestrado y los mamparos para impedir que se hundieran.
Según las crónicas chinas, se sabe que estuvo en las islas Maldivas, Sri Lanka, Calcuta y la costa africana hasta Somalia; según las crónicas, en 1421, la flota llegó hasta las Islas de Cabo Verde, entre África y Suramérica, y de allí se dividió en tres expediciones: una recorrió Norteamérica, dio la vuelta por el océano Ártico y por el norte de Asia.
Otra recorrió las costas de Suramérica, viró por el estrecho de Magallanes y remontó la corriente de Humboldt hasta llegar al Perú, después a Australia, de nuevo a América, desde California hasta el Ecuador, y de allí a través de las Filipinas regresó a China. La tercera había descubierto la Antártica, navegando los mares del sur y recorrido las costas sur orientales de Australia.
Para muchos expertos llama la atención que no hay ninguna prueba escrita o gráfica sobre los indígenas de América acerca de la presencia de los chinos cuando, para Menzies, éstos habrían establecido colonias en el Nuevo Mundo.
Pero más sorprendente es que no haya registros cristianos o islámicos que den cuenta de un viaje de tales dimensiones, sobre todo porque eran civilizaciones con las que pudieron establecer intercambios comerciales y culturales.
Además, según el historiador Isaac Bigio, hace seis siglos los chinos ya tenían imprentas y dejaban rastros escritos por donde pasaban, y Menzies no muestra ningún vestigio de este tipo.
“Que los chinos hayan llegado a América antes que Colón es altamente improbable. Primero, porque su exploración marítima nunca se alejó de las costas. Segundo, porque no hay registros oficiales de la hazaña, y los chinos son muy rigurosos con su memoria escrita. La hipótesis es insostenible”, dice el sinólogo Guillermo Puyana.
Para muchos es imposible que los chinos circunnavegaran el mundo en aquel tiempo y, de ser auténtico el mapa de 1763, no habría manera de demostrar que no sea una copia de los mapas y datos de exploradores europeos.
En todo caso, el mapa chino ha reavivado el debate histórico de hasta dónde llegó realmente Zheng He en sus travesías, y no hay duda de que su hipótesis podría tener algo de cierto.