Autor: Desconocido
De los vinos, sus beneficios y propiedades son conocidos desde la Edad Media. Ya en esa época se fusionaba el vino con hierbas medicinales, con el fin de lograr brebajes y pomadas de efectos curativos. También se dice que era utilizado por las mujeres como mascarilla para embellecer la piel en tiempos del rey Luis XVI.
Pero la vinoterapia, como hoy la conocemos, nació en Francia en la década del ‘90, en la región de Graves, cerca de Bordeaux, zona donde se encuentran algunas de las bodegas y viñedos más antiguos de Europa. “El matrimonio conformado por Matilde Cathiard y Bertrand Thomas acuñó el término, luego de informarse en la Universidad de Bordeaux sobre las propiedades rejuvenecedoras de la uva.
Ambos venían de trabajar en la industria cosmética, y decidieron aprovechar la generosidad del vino y su fruta para trasladar sus propiedades a productos terapéuticos y de belleza”, comentan desde el Fondo Vitivinícola de Mendoza. Hoy, distintos tipos de uvas, sus jugos antes de fermentar, los residuos de la producción del vino, vinos, sus aceites derivados y hasta sus hojas y semillas son utilizados con fines terapéuticos y de belleza.
EL VINO ES UN PODEROSO REJUVENECEDOR
La uva y el vino son conocidos como grandes antioxidantes y, por consiguiente, aliados indiscutibles en la lucha anti-age. Poseen las propiedades rejuvenecedoras de los polifenoles, sustancias que se encuentran en los vegetales y particularmente en la uva.
“De los frutos se aprovechan, principalmente, las semillas y los hollejos por su alto contenido en polifenoles”, explica Jelena Nadinic, especialista en fitocosmética, farmacognosia y farmacobotánica, docente de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA (Universidad de Buenos Aires), y directora técnica de Natura.
Su capacidad antioxidante tiene numerosos beneficios para la piel. “Los procesos del envejecimiento están relacionados con el estrés oxidativo. Por eso, una vía para detener y mejorar la involución cutánea es el uso de agentes antioxidantes. Los polifenoles son reconocidos como los compuestos de mayor poder antioxidante, 20 veces más que la vitamina C y 50 veces más que la vitamina E.
El aporte de estos polifenoles de vino a los productos cosméticos otorga una actividad antioxidante y ayuda a retardar el envejecimiento cutáneo, mejora la elasticidad y suavidad de la piel, y aumenta la vitalidad celular”, explica Paula Schaievitch, licenciada en química y secretaria general de la Asociación Argentina de Químicos Cosméticos.
Además, su acción inhibe la generación de radicales libres, que son producidos por agentes externos como la exposición solar, el esmog y agentes tóxicos como el café, el cigarrillo y el alcohol en exceso, y agentes internos como el estrés. Estos son los responsables de la oxidación y, por lo tanto, del envejecimiento de las células.
Podríamos separar en envejecimiento en dos: el intrínseco de cada uno –sobre el que no podemos actuar salvo con bisturí–, y el producido por estos factores externos. “A las arrugas producidas por la evolución fisiológica natural del envejecimiento propio de cada uno se le suman las lesiones producidas por agentes externos como la exposición solar, que determina el fotoenvejecimiento.
Dentro de estos mecanismos que producen el envejecimiento está la formación de los radicales libres, que la piel compensa con mecanismos propios, pero cuando es sobrepasada por la abundancia de formación de estos radicales, utilizamos cosméticos que ayudan a su neutralización.
Estos productos mantienen la normalidad de la piel para que pueda ejercer sus funciones de defensa”, apunta Graciela Mirta Ferraro, dermatóloga, presidenta de la Asociación Argentina de Dermatología.
La uva se utiliza en gran número de tratamientos, desde los de spa regeneradores, relajantes y rejuvenecedores, hasta en todo tipo de cosméticos. “Tiene propiedades descongestivas, que se aprovechan en productos para el rostro –cremas faciales y lociones de afeitar– y para el cuerpo, en especial para las piernas por su efectividad en tratamientos de desórdenes microcirculatorios.
También tienen propiedades protectoras de las radiaciones UV y conjuntamente con el ácido elágico, tienen propiedades despigmentantes, por lo que está indicado para productos blanqueadores. Se utiliza para promover el crecimiento capilar y en enjuagues bucales como antiinflamatorios –explica la Dra. Nadinic–.
Además, en productos para la higiene se aprovechan las propiedades del aceite de la semilla de uva que mantiene la elasticidad y flexibilidad de la piel, ayudando a protegerla de los daños del medioambiente, produciendo una estimulación celular por efecto antioxidante y protector”.
La uva se exprime y nos da lo mejor de sí. Un verdadero aliado de belleza.