Carmen Rosa Pinilla Díaz
Pensionada, Historiadora - Bucaramanga, Colombia
Hola, un poco de humor o en de broma y deveras, vale para matar el cansancio del ajetreo diario, ¿verdad?. Hay muchas cosas curiosas, tomadas de la revista Selecciones, como igual de algunos periódicos que encuentro por ahi, a la vera del camino y que he ido archivando poco a poco para compartirlos con ustedes, queridos amigos; aqui un poco de dichos confites.
EL OTRO LEONCITO
Cuando Venezuela estaba bajo el gobierno del general Juan Vicente Gómez, se ordenó la inspección de los vehículos en las alcabalas, y para facilitar el libre tránsito a los automóviles oficiales, éstos llevaban en la placa el león del escudo de la ciudad de Caracas; un día, el general Eustaquio Gómez, hermano del presidente y quizás más temido que éste, viajaba de Caracas a Maracay, su automóvil no ostentaba el escudo, y en una alcabala el policía de tránsito dio el alto al asombrado conductor, quien respondió: “carro del gobierno”; con voz autoritaria el funcionario preguntó:
- “¿Y el leoncito?
- “El leoncito lo llevo aquí atrás”-, respondió, en el preciso instante en que el furibundo Eustaquio sacaba los bigotes por la ventanilla trasera.
DE ORDEN SUPERIOR
El coronel, recién ascendido decidió dar un banquete a su regimiento; al empezar el ágape, poniéndose en pie, arengó a sus hombres:
- “Muchachos, quiero que se hagan la idea de que cada plato es un enemigo… ¡a ellos, sin piedad!
Cuando el banquete terminó, el coronel observó cómo un sargento se iba con dos botellas de vino.
- Sargento, ¿qué hace usted?- le preguntó.
- Obedezco sus órdenes, mi Coronel; cuando uno no puede matar al enemigo, se lo lleva preso.
LO MEJOR, ES ENEMIGO DE LO BUENO
A orillas del rio Osage, cerca del Misuri, vivía un anciano labrador de gran despejo natural que, sin saber leer ni escribir, gobernaba con acierto su granja, sacándole excelente provecho.
Un día llegó al lugar un maestro de escuela que, al conocer al anciano y percatarse de su clara inteligencia, se ofreció a enseñarle, en sus horas libres, a leer y escribir. Un poco meditabundo, el futuro discípulo aceptó quedando convenida la hora de las lecciones; llegó el momento y la enseñanza comenzó sin tropiezos.
Sin embargo, a los pocos días del campesino estar estudiando, una noche, dándole gracias por su interés, el discípulo despidió al maestro, rogándole que no volviera.
- ¡Pero, hombre!, ¡tan bien como iba esto!, ¿por qué no quiere usted continuar?-, exclamó el desconsolado docente.
- Mire usted, joven-, respondió el anciano-: usted tiene la mejor intención del mundo por enseñarme, cosa que le agradezco; pero la verdad, me está armando un berenjenal en la cabeza que me tiene como loco; mejor sigo como estaba”.
LA CORTESIA EN CHICAGO.-
* Tras de haber despojado de tres mil dólares en dinero y alhajas a los clientes de un restaurante en Chicago, cuatro pistoleros repartieron chicles a sus víctimas.
- Masquen ustedes-, les dijeron-; esto les hará calmar la molestia.
* Cuando corría para alcanzar el autobús, una señora cayó cuan larga era en una calle de Chicago; un transeúnte que pasó rápidamente a su lado, le dijo:
- Levántese aprisa, señora; yo le diré al conductor que la espere.
* A una señorita que hacía cola frente a una ventanilla de correos, se le cayó un sobre que fue a parar a los pies del caballero que se encontraba detrás de ella; queriendo dárseles de galante, el hombre, al tiempo que se quitaba el sombrero, empujó el sobre con el pie para acercárselo a la joven a fin de que ella pudiera recogerlo con menos molestia.