Cuando en temas públicos los individuos reaccionan igual como en sus actividades personales o familiares, las cosas se pueden salir de control. Toneladas de opiniones en redes sociales, blogs y webs, noticias y comentarios noticiosos. Todos a una mostrando su poca inteligencia emocional y su abundante ignorancia en lo legal.
Reconozco mi inmensa ignorancia en temas de derecho, porque no soy abogado ni trabajo en ese medio. Y en cuanto a mi inteligencia emocional, tampoco es mucha, pero la puedo disimular un poquito dejando pasar los días para ver qué dicen los expertos, leyendo normas y buscando apoyos legales como para abrir la boca menos y pensar un poco más.
Traigo aquí un artículo de un político y abogado de larga experiencia. Vale la pena atemperar los ánimos, y le aseguro que éste artículo le mostrará otras perspectivas. Su contenido es más explicativo de lo legal y comprobado con trazos de un poco de la historia reciente.
PROPUESTA INCOMPLETA
Autor: Jaime Castro Ex-Alcalde de Bogotá
La Constitución del 91, con el propósito de combatir conductas indebidas y abusivas, dispuso que el Procurador investigara a los servidores públicos, incluidos los que tienen origen en elección popular, y les aplicara las sanciones a que hubiere lugar.
El Código Disciplinario Único precisó bien los alcances del precepto anterior. Dirigentes del M-19 repetidamente sostienen que la Carta del 91 es el pacto de paz que facilitó su reinserción a la vida ordinaria del país, por lo cual todos debemos respetarla y acatarla.
Gustavo Petro, como congresista, apoyó con su voto la aprobación del citado Código Único. Quienes han sido Procuradores, sin excepción, han hecho uso de la atribución referida. Son más de 1.000 los casos en que han destituido a congresistas, diputados, concejales, ediles, alcaldes y gobernadores y los han inhabilitado para el ejercicio de funciones públicas hasta por el término de 20 años en algunos de esos casos.
Ahora, con motivo de publicitada sanción, algunos jefes políticos y otros calificados comentaristas piden que se recorten los poderes del Procurador que consideran excesivos.
Está bien que el tema se debata y se llegue a conclusiones que vayan más allá de consideraciones meramente personales y coyunturales, por lo cual convienen dos breves reparos. Entre quienes así razonan los hay que fueron o son congresistas, inclusive jefes de bancada parlamentaria, y ministros.
Sin embargo, cuando tuvieron la oportunidad de presentar su iniciativa y de conseguir que se tramitara y aprobara, no la llevaron a consideración del Legislativo. Debe decirse también que su propuesta es incompleta, porque no dicen a quién irían las facultades que se le retiren al Procurador, pues los elegidos popularmente, por el hecho de serlo, no pueden gozar de inmunidad que los exonere de cualquier investigación o sanción disciplinaria.
¿Quién ejercería, entonces, dichas funciones? ¿El Defensor del Pueblo? ¿El Consejo de la Judicatura? ¿La Corte Suprema? ¿Se crearía nueva entidad o corporación?
La propuesta es, igualmente, incompleta, porque, por las mismas razones que se pide reformar el estatus del Procurador, debería revisarse el del Consejo de Estado que actualmente ejerce poderes mayores que los del Procurador, pues desde 1991 puede decretar la pérdida de la investidura de los congresistas, que va acompañada de la muerte política de por vida.
El Consejo lo hace por causas o hechos menos graves que las faltas disciplinarias que puedan cometer los servidores públicos. Por ejemplo, porque el senador o representante no toma posesión del cargo dentro de los 8 días siguientes a la instalación de las Cámaras o por su inasistencia, en un mismo periodo de sesiones, a 6 reuniones de plenaria en que se voten proyectos de ley o de reforma constitucional.
Sesenta parlamentarios han perdido investidura u han sido condenados a muerte política vitalicia.
Bienvenido, entonces, el debate, siempre que se tengan en cuenta todos sus elementos y variables y que se adelante con visión de futuro, pensando en el ordenamiento político, del político-institucional del país, y decidiendo con más razones que emociones.