Grecia es una tierra de contrastes; tiene bajas llanuras, colinas y cadenas montañosas; a lo largo de una costa caprichosamente recortada, se ven altos arrecifes y los mares están salpicados de islas grandes y pequeñas.
La historia de los dioses y de los mortales era muy diferente, de acuerdo a los lugares, y las historias que se transmitían oralmente por generaciones. Solo 600 ó 700 años antes de Cristo y unos 400 años después de la caída de Troya, el poeta Homero escribió la “Ilíada” que narra la historia del asedio de Troya, y la “Odisea”, que cuenta el viaje de regreso de Ulises después de la guerra.
Los arqueólogos han encontrado muchos objetos que al parecer tienen alguna relación con los relatos; un famoso ejemplo es el del comerciante alemán Heinrich Schliemann; estaba firmemente convencido de que muchas de esas leyendas estaban basadas en hechos reales y dedicó todo su tiempo y su dinero en poder realizar su sueño: encontrar la antigua ciudad de Troya; durante muchos años estudió los textos y siguiendo todas las indicaciones, ante el asombro de los arqueólogos de su tiempo, encontró lo que buscaba: la antigua Troya.
Como todos los pueblos primitivos, los griegos no creían en un solo dios; así, Poseidón era el dios del mar, y Afrodita, la diosa del amor; Ares, el dios de la guerra; Hestia, la diosa del hogar; Deméter, la diosa de la cosecha; Apolo, el dios de la música; Atenea, la diosa de las artes y la sabiduría.
Los sacerdotes y sacerdotisas interpretaban los mensajes de los dioses: el más famoso, el de Apolo, en Delfos. Tanto los dioses, como las diosas, fueron adoptados como patrones de una ciudad o un estado: Atenea, lo era de Atenas, y allá, en lo alto del Olimpo, un monte al norte de Grecia, Zeus mandaba sobre todos los dioses.
Sin embargo, había normas muy rígidas sobre lo que los mortales podían o no podían hacer; por ejemplo, no podían desafiar la supremacía de un dios, y los pocos que lo intentaron tuvieron que arrepentirse, porque los dioses eran celosos y vengativos.
Algunos de los hechos terroríficos descritos en las leyendas tuvieron origen en historias que venían del exterior de Grecia e incluso del Lejano Oriente. Algunas de esas historias tenían su origen en países más primitivos, donde la vida humana no valía gran cosa, donde la tortura y la crueldad eran consideradas parte integrante de la vida.
Además de los dioses, en las leyendas había muchas criaturas míticas; ejemplo, los centauros, mitad hombre, mitad caballo; los sátiros, mitad hombre, mitad cabra; las ninfas del mar y del bosque, las nereidas y las dríadas. Tifón, de cuyas manos salían 100 cabezas de serpientes y su mujer Equidna, mitad mujer y mitad serpiente, engendraron muchos monstruos horripilantes.
Fueron estos: Orto, contra el cual combatió Hércules; Cerbero, el perro de tres cabezas, guardián de la entrada del Hades; la Quimera, con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. La terrible Esfinge de Tebas, que estrangulaba a sus víctimas. La Hidra de Lerna, con sus nueve cabezas de serpiente, y el león de Nemea, que se comía a los hombres.
En el principio era el caos; del caos surgió la Madre Tierra, y de Urano, su hijo, nacieron los tres cíclopes, con un solo ojo, y los doce gigantescos Titanes, seis varones y seis hembras; Urano los miraba con horror y a medida que nacían los relegaba a las profundidades de la tierra.
Su madre lamentaba de su suerte y convenció a Crono, el último de los Titanes, que se vengara de su padre. Un día, mientras Urano dormía lo hirió con una hoz dentada. Tres gotas de su sangre cayeron sobre la Madre Tierra, que dieron origen a las terribles Erinies o Furias. Desde entonces, Crono con su mujer Rea, reinó sobre los Titanes.
Urano, al morir, le predijo a Crono que uno de sus hijos lo destronaría y reinaría en su lugar, y como Crono sabía que sus hijos serian inmortales, los devoraba a medida que nacían. Su mujer, para evitar que el sexto y último hijo corriera la misma suerte de los demás, huyó y se escondió en una cueva, allí nació Zeus y lo confió al cuidado de tres ninfas.
Habían llegado los nuevos dioses y empezó la edad de oro de la humanidad.
LOS NUEVOS DIOSES
Zeus y Hera
Con el nacimiento de Zeus comenzó la nueva era. Al nacer, para evitar que Crono, su padre, se deshiciera de él como había hecho con sus otros hermanos, que los había enviado a las profundidades de la Tierra, su madre lo confío al cuidado de tres ninfas; de cuando en cuando iba a verlo y le contaba de sus hermanos; una vez que Zeus llegó a la edad adulta decidió vengarse de su padre; y como él no llegó a conocerlo, se disfrazó de copero, se ganó la confianza de su padre, hizo una poción con vino y veneno y la echó en la copa de Crono; el efecto fue inmediato y violento: de su boca salieron sanos y salvos sus otros hermanos: Hades, Poseidón, Deméter, Hera y Hestia, los dos hijos y las tres hijas que había devorado.
Una vez libres, Poseidón y Hades quisieron vengarse de los Titanes, cuyo capitán era Atlas. Como la guerra entre los viejos y nuevos dioses era larga y difícil, aconsejaron Zeus que buscara la ayuda de los Cíclopes, que seguían prisioneros en el centro de la Tierra; Zeus fue y los liberó; en agradecimiento, los Cíclopes les hicieron regalos: a Zeus, un rayo, que se convertiría en su arma mas poderosa; a Hades, un yelmo, que tenia la virtud de hacerlo invisible; a Poseidón, un tridente.
Así armados se llegaron hasta su padre; sin ser visto, Hades lo desarmó, Poseidón lo amenazó con el tridente y Zeus lo abatió con el rayo y el golpe mató a Crono al instante.
La muerte del dios que por el que tanto tiempo habían combatido, desanimó a los Titanes, que se descuidaron y fueron derrotados muy fácil por los Cíclopes. Excepto dos, todos fueron arrojados a los profundos abismos del Tártaro a sufrir las penas eternas; a Crono, se le permitió vivir en los Campos Elíseos y Atlas fue condenado a llevar eternamente sobre sus poderosos hombros, la bóveda celeste.
ZEUS comenzó a imaginarse cómo crearía el género humano; primero hizo a los hombres de la Edad de Oro, que vivían felices y dichosos en el paraíso; envejecían y morían, pero sus espíritus vagaban por la tierra, velando por el bienestar de las siguientes generaciones.
Después le tocó el turno a los de la Edad de Plata; a diferencia de los primeros, eran brutales y necios, se peleaban entre sí; Zeus de dio cuenta de que no mejorarían y los destruyó.
Ahora le llegó el turno los de la Edad de Bronce, más inteligentes, pero no mejores que sus predecesores; empleaban su mente, no para crear cosas bellas y útiles, sino para inventar y fabricar armas de guerra. Se destruyeron entre sí y fueron enviados a vivir a los profundos abismos.
Ovidio descifra así estas edades: “la Edad de Plata, inferior a la del oro, pero superior a la del pálido bronce, apareció sobre la tierra cuando Júpiter(Zeus) precipitó en el oscuro Tártaro a su padre Saturno (Crono) y se apoderó del imperio de la tierra. A las edades de oro y plata sucedió la de bronce, más áspera que aquéllas por la crueldad de los vivientes y pronta para las horribles armas.
La última edad fue la de hierro e inmediatamente se originó de ella toda maldad; desaparecieron el pudor, la verdad y la lealtad, y en su reemplazo se entremetieron el engaño, la traición, la violencia y la codicia insaciable.
Ya estaba descubierto el nocivo hierro y el oro, aun más perjudicial, cuando se apercibe la guerra a lidiar con ambos y hace resonar por todas partes el estruendo de las armas con manos sanguinarias. Se vivía del hurto, y el huésped arriesgaba su seguridad; el suegro no estaba seguro del yerno y apenas los hermanos vivían en paz; velaba el marido por quitar la vida a su mujer, y ésta, al marido; la despiadada madrasta hacia uso del veneno, y los hijos, antes de la muerte de sus padres, averiguaban los años que podían vivir. La piedad estaba en el olvido y la doncella Astrea, la ultima de los dioses, abandonó la tierra, ya contaminada con la sangre de los malos”.
ZEUS se desanimó y se preguntó si había sido buena idea el crear la raza humana y si valía la pena proseguir; decidió hacer otra intentona y creo a los hombres de la Edad Heroica, muchos de los cuales se convertirían en los héroes de las leyendas de tiempos posteriores.
Se creía que el Olimpo, donde vivían los inmortales, era la montaña más alta del mundo; allí vivían Zeus, Hermes, Poseidón, Hefesto, Ares y Apolo; y las diosas Atenea, Hera, Ártemis, Afrodita, Hestia y Deméter. Estos dioses estaban bajo la soberanía de Zeus.
La vida en el Olimpo era hermosa, pero no siempre los dioses estaban presentes, porque les gustaba bajar a la tierra para tomar parte en las aventuras de los hombres, y aunque Zeus, era el dios supremo, estaba sometido a la guía del Destino. Los antiguos griegos lo adoraban como dios del cielo, señor de los vientos, de la lluvia y del trueno
HERA pasó a ser la mujer de ZEUS, pero no fue la primera ni la única; la primera fue Metis, familia de Titanes; luego vino Temis, una hija de Urano, que engendró a Paz, Justicia y las tres Parcas.
Por su supremacía ante los demás dioses, ZEUS se volvió muy orgulloso y soberbio; algunos dioses animados por Hera se apoderaron de él y lo ataron con cuerdas; la furia de Zeus por hallarse atado hacia estremecer el mundo; mientras tanto otros dioses, preocupados por la idea de una guerra, llevó a Briareo, un gigante con 100 brazos, quien era hijo de Urano, y éste lo liberó.
El poderoso dios ahora estaba sediento de venganza; Poseidón y Apolo, quienes acaudillaron la conspiración, fueron expulsados a Asia Menor a trabajar en la construcción de las murallas de Troya; Hera fue suspendida en el vacio con un pesado yunque de bronce en cada pie.
ZEUS y HERA eran una pareja extraña, pasaban la mayor parte del tiempo haciéndose la guerra; el culpable casi siempre era Zeus por mujeriego. Cuando celebraron las bodas, el Olimpo se llenó de cantos de felicidad. La Madre Tierra le regaló a Hera un árbol que daba manzanas de oro. Hera tuvo tres hijos: Ares, el dios de la guerra, Hefesto, el dios artífice y Hebe que pasó su vida tranquila al servicio de otros dioses.
(“Mitología Griega”, Michael Gibson)