Suena a chiste, pero es una realidad; un impuesto de, al menos el 20 por ciento a la comida chatarra y las bebidas azucaradas sería la solución a los problemas de obesidad mórbida y a las enfermedades cardiovasculares que afectan a buena parte de la población. Por lo menos así lo aseguran investigadores del Departamento de Salud Publica de la Universidad de Oxford, que defendieron esta tesis durante la 65ªAsamblea Mundial de la Salud, celebrada en Ginebra, (Suiza)
Al contrario, una política de subsidios se le dará a los alimentos sanos, como las verduras y las frutas. La idea no es nueva; según la BBC, que publicó la información, esta medida fue implementada en Dinamarca, en 2011, para productos como la mantequilla o el aceite, siendo también adoptada por Hungría, para las comidas rápidas, y en Francia, para las bebidas de alto contenido calórico. Además, es posible esta medida en Estados Unidos, Irlanda y el Perú.
Los cálculos indican que, si en EE. UU las bebidas azucaradas se gravaran con el 20 por ciento, la tasa de obesidad se reduciría en un 3.5 por ciento –actualmente allí bordea el 30 por ciento-. Y en el Reino Unido, un impuesto de las mismas características sobre la comida chatarra, evitaría unas 2.700 muertes al año por ataques al corazón, donde, actualmente por esta causa mueren, al año, unas 140.000.
Según estas cuentas, la gente prefería privarse de una suculenta hamburguesa doble carne, con triple porción de queso fundido, acompañada de una burbujeante Coca-Cola con hielo, antes de pagar un 20 por ciento más de lo acostumbrado por ese rico manjar.
Lógicamente que ese desestímulo al consumo tienen sus opositores naturales en las cadenas de comidas rápidas y las fabricas de gaseosas, ya que un impuesto de esas características afectaría la industria, y como afirman, seria inefectivo e injusto.
De hecho, en Colombia, la tarifa seria igual a la que se paga por algunos camperos o barcos de recreo; si se tienen en cuenta los cálculos de los científicos, el 16 por ciento, que es lo que los ciudadanos tributan por la mayoría de los bienes de consumo, no alcanzaría para evitar la diabetes y los infartos del miocardio.
Habría que apelar a otras estrategias, como las usadas para desestimular el consumo de tabaco: fotos de gorditos en las cajitas felices; para los papás, imágenes con la mano en el pecho; y en el caso de la doble hamburguesa, carne-triple queso, foto de cirugía a corazón abierto.
Pero ojo, por estos días de reforma tributaria, la idea les puede sonar bastante bien a los tecnócratas que se estaban entusiasmando con el IVA a la canasta familiar. Con la excusa de cuidar la salud, un IVA del 20 por ciento al perro caliente, la hamburguesa todo terreno y las papas a la francesa, nos pondrían a chillar a todos.
(Sergio Andrés Gómez, “Ámbito Jurídico”)